Francotiradores en las azoteas y ¡®La Marsellesa¡¯ en el c¨¦sped
Un despliegue policial sin precedentes recibe a los seguidores que homenajearon a las v¨ªctimas de los atentados de Par¨ªs
Hab¨ªa un silencio extra?o ayer en la calle Padre Dami¨¢n, la que est¨¢ justo enfrente del palco del Santiago Bernab¨¦u y del parking de los jugadores. Normalmente, se escuchan c¨¢nticos, silbidos y trompetas. Y m¨¢s antes de partidos tan trascedentes como un cl¨¢sico. Ayer solo se o¨ªa el helic¨®ptero que, desde varias horas antes del comienzo del encuentro, sobrevolaba el estadio y las calles contiguas. Todas, repletas de polic¨ªas. Nunca hab¨ªa habido tantos en Chamart¨ªn. Impresionaba verlos bajar de las furgonetas. Algunos llegaron en un autocar escolar. En una de las azoteas del estadio hab¨ªa hasta francotiradores. Que jugara Messi o Benzema de inicio, era lo que menos interesaba.
Un total de 1.100 polic¨ªas formaban parte del dispositivo de seguridad del Real Madrid-Barcelona. Se mov¨ªan en bloques de 15 o 20 y a caballo. A estos hab¨ªa que a?adir los 1.400 vigilantes privados contratados por el Real Madrid. Fue el mayor despliegue de seguridad en la historia del f¨²tbol espa?ol, ocho d¨ªas despu¨¦s de los atentados de Par¨ªs que dejaron 130 v¨ªctimas.
Por respeto a esas v¨ªctimas, no hubo mosaico ayer en el Bernab¨¦u. Y tal vez para dar imagen de normalidad en lo excepcional, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acudi¨® al palco. Son¨® La Marsellesa, en una versi¨®n muy dulce, durante el minuto de silencio y se despleg¨® una gran bandera de Francia en el lateral oeste. ¡°Todos somos Francia¡±, se pod¨ªa leer. Imposible no conmoverse.
La entrada al estadio fue lenta, tal y como se hab¨ªa pronosticado, por los controles y los cacheos minuciosos que empezaron a las 15.30. En Concha Espina el despliegue policial era el de siempre. En Padre Dami¨¢n se pod¨ªa ver una columna interminable de polic¨ªas. Rafael Salgado estaba repleta de furgonetas. En esa zona suele haber (pero no tantas) solo en los partidos de Champions ya que por all¨ª accede la afici¨®n rival. M¨¢s hab¨ªa en el Paseo de la Castellana, posicionadas en doble fila y escoltada por polic¨ªas con escudos y fusiles.
El tr¨¢fico se cort¨® a las 15.30. A partir de ese momento, todo aquel que quisiera superar los per¨ªmetros de seguridad y acceder al estadio, ten¨ªa que ense?ar su entrada. Los cacheos fueron exhaustivos: bolsos y ropa. En la boca de metro Santiago Bernab¨¦u hab¨ªa una decena de polic¨ªas vigilando las salidas.
¡°A nosotros no nos han controlado y llevamos ya unas horas aqu¨ª¡±, dec¨ªa una se?ora en un puesto de bufandas y camisetas de la calle Rafael Salgado. ¡°Est¨¢ siendo un d¨ªa normal de partido, yo no he notado nada nuevo. ?Controles por qu¨¦?¡±, aseguraba otra se?ora en un puesto de chuches en la calle Concha Espina. A su lado, la se?ora del puesto de casta?as afirmaba lo mismo: ¡°Yo estoy aqu¨ª todos los d¨ªas y no ha habido nada raro¡±.
Los periodistas que acudieron por la ma?ana a recoger sus acreditaciones s¨ª fueron cacheados. Tambi¨¦n los que entraron en las zonas de acceso restringido un par de horas antes del comienzo del partido. Las largas colas para acceder al estadio se observaban desde la quinta planta del estadio, donde se apostaban los francotiradores. A algunos aficionados les fueron requisadas las banderas. ¡°No se puede acceder con ellas¡±, les dijeron los polic¨ªas.
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