Los minutos de la basura
Una de las razones por las que el Madrid es un club ¨²nico es porque tiende a decidir a su antojo cu¨¢les son los minutos de la basura. Eso no suele comunicarse al delegado del club rival, por lo que a veces el malentendido acaba en desgracia. Las c¨¢maras en el t¨²nel del vestuario muestran a los titulares esperando a salir al campo mientras se dan golpes en el pecho:
¡ª?Empezamos con los minutos de la basura, eh! ?Los minutos de la basura!
Aparece uno con el pelo mojado y la cara en tensi¨®n:
¡ª?De tranquis, de tranquis! Balones atr¨¢s y a verlas venir.
Ya en el c¨¦sped los jugadores se disponen a hacer una haka, que termina a pocos cent¨ªmetros de las caras de los rivales mientras gritan:
¡ª?A verlas venir, a verlas venir!
De este modo el Madrid sali¨® enchufad¨ªsimo contra el Villarreal, dispuesto a hacer los mejores minutos de la basura de la temporada. Hab¨ªa ganado el Atleti y empatado el Bar?a: era la jornada ideal. Sali¨® todo redondo, como en un sue?o. Al minuto hubo un palo, al siguiente un gol y a continuaci¨®n se pudo ejecutar un 3-0 que hubiera sido la envidia de los amantes de la heroica, la remontada y el ¡°nos faltaron cinco minutos¡±.
El Villarreal era un hurac¨¢n sostenido arriba por Bakambu y Soldado, que llevaban a los dem¨¢s a hombros. Los madridistas se empezaron a mirar en el campo con sorpresa: ?nadie avis¨® a la Federaci¨®n de que hab¨ªan adelantado los minutos de la basura? Del palco empez¨® a levantarse gente con el m¨®vil; los rostros en el banquillo eran de crispaci¨®n.
A la media hora el Villarreal pudo marcar el segundo; fue una ocasion simb¨®lica porque James, Bale, Cristiano y Benzema se quedaron mirando la jugada sin pesta?ear casi desde su casa. Se hab¨ªan desconectado con una facilidad tan asombrosa que parec¨ªan haber puesto toda su t¨¦cnica en sutiles maniobras de distracci¨®n. Al fin y al cabo no bajaban a defender por experiencia: son muchos a?os ya empezando los partidos como si estuviesen acabando. Es un s¨ªndrome que se conoci¨® siempre como no bajar del autob¨²s, pero en realidad lo que hacen los jugadores es subirse. Esa candidez y ese desaliento con el que salen ante rivales hambrientos s¨®lo puede interpretarse desde la concentraci¨®n: no es posible perder de esa forma sin un m¨ªnimo de convicci¨®n.
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