De Jopie a Cruyff
La muerte del holand¨¦s nos ha cogido con el pie cambiado, que es como le gustaba que jugasen los extremos
Cuentan que de ni?o lo llamaban Jopie y se reconoc¨ªa f¨¢cilmente por ser el m¨¢s peque?o de la cuadrilla que se pasaba la tarde jugando al f¨²tbol en las calles de Betendorp, un barrio modesto de casas peque?as situado al este de Amsterdam. Las risas de sus rivales al verlo aparecer en el improvisado campo de juego se tornaban en caras de asombro y malhumor al comprobar lo que aquel canijo de pelo recortado a la taza, ojos azules y nariz aguile?a era capaz de hacer con una pelota en los pies. El nombre del hijo menor de Manus y Elda, propietarios de una modesta tienda de frutas y verduras, el mismo que se sentaba sobre una caja de patatas cuando no pod¨ªa salir a jugar y odiaba las coles de Bruselas por encima de todas las cosas, comenzaba a saltar de boca en boca entre sus asombrados vecinos y no parar¨ªa de repetirse hasta terminar convertido en un clamor mundial, con el paso de los a?os. Un d¨ªa, su hermano Henry le pregunt¨® si alguna vez pensaba en lo que iba a hacer antes de comenzar una jugada. ¡°No, porque si piensas ya llegas tarde¡±, respondi¨® el peque?o Jopie.
La muerte de Cruyff nos ha cogido a todos con el pie cambiado, que es como a ¨¦l le gustaba que jugasen los extremos en sus equipos. Sab¨ªamos que estaba centrado en vencer y golear a esa enfermedad perra y atragantada que es el c¨¢ncer pero, al menos a m¨ª, nunca se me ocurri¨® pensar que Cruyff pod¨ªa perder este partido, quiz¨¢s demasiado acostumbrado a verlo triunfar incluso cuando el marcador dec¨ªa lo contrario. Por m¨¢s que se hayan empe?ado durante d¨¦cadas sus detractores en sepultarlo, especialmente aquellos que lo saludaban con una sonrisa amistosa y lo despellejaban con adjetivos malintencionados en cuanto abandonaba la sala, nadie podr¨¢ enterrar jam¨¢s sus ideas ni su manera tan particular y revolucionaria de entender el juego, una herencia tan colosal que alimentar¨¢ y ofrecer¨¢ abrigo a su bien amado deporte hasta el fin de sus d¨ªas, o lo que es lo mismo, hasta el fin del mundo.
¡°Los genios son peligrosos. El que es m¨¢s h¨¢bil que sus semejantes los insulta por implicaci¨®n¡±, le dec¨ªan a Howard Roark en la pel¨ªcula El manantial. Hasta el d¨ªa de su muerte, que es la fecha predilecta del ser humano para reconocer los m¨¦ritos a sus semejantes, como si las medallas solo pudiesen imponerse a los difuntos, fue Cruyff un personaje controvertido y detestado por una legi¨®n de mediocres que se sintieron amenazados por las verdades irrefutables que cantaba el holand¨¦s. A los gur¨²s del equilibrio les mostr¨® c¨®mo se ganaba con Eusebio de lateral. A los que ponderaban la condici¨®n f¨ªsica por encima de la t¨¦cnica, los arroll¨® con Guardiola. Y a los que afirmaban que el espect¨¢culo en el deporte era cosa de l¨ªricos, los puso a recitar versos en 3-4-3. ¡°Siempre hay que devolver algo al espectador¡±, dec¨ªa. Hoy ha cerrado los ojos pero nos deja para siempre su mirada, aquella que intu¨ªa que algo debe de ocurrir antes de que ocurra.
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