Camacho desactiv¨® el ¡®efecto Cruyff¡¯
Era la jornada 15 de la Liga 74-75 y el Bar?a visitaba el Bernab¨¦u. El curso anterior, primero de Cruyff en Espa?a, hab¨ªa ganado 0-5. Luego, todo fue una marcha triunfal hasta el campeonato. El Madrid reaccion¨® contratando ese verano a un entrenador yugoslavo muy acreditado, Miljan Miljanic. Las cosas, de momento, le iban bien. A esa jornada llegaba l¨ªder, con tres puntos sobre los cul¨¦s.
Ahora volv¨ªa el Bar?a al Bernab¨¦u, la v¨ªspera del d¨ªa de Reyes de 1975. No era exactamente el mismo Bar?a, porque Rinus Michels hab¨ªa fichado a otro holand¨¦s, el fort¨ªsimo medio Neeskens, sacrificando al peruano Sotil, autor del quinto gol el d¨ªa c¨¦lebre. Pas¨® un a?o jugando s¨®lo amistosos, para dejar su plaza de extranjero a Neeskens. Como hispanoamericano, pod¨ªa adquirir la doble nacionalidad despu¨¦s de dos a?os de estancia en Espa?a, pero no antes. As¨ª que el Bar?a perdi¨® esa pieza para la 74-75, y en realidad para siempre, porque el a?o sin jugar le mat¨®. Nunca fue el mismo.
Adem¨¢s, Michels estaba toqueteando la defensa, a la que hab¨ªa incorporado, en condici¨®n de oriundo, a Mario Marinho, central brasile?o. El Bar?a iba a tirones, pero se pensaba que en cualquier momento arrancar¨ªa definitivamente. Ah¨ª estaba Cruyff, con sus tres Balones de Oro y en la mejor edad del futbolista: 27 a?os.
Miljanic decidi¨® que le marcar¨ªa Camacho, entonces un muchacho de 19 a?os. Hab¨ªa subido del Castilla el curso anterior, dos jornadas despu¨¦s del 0-5. De ah¨ª al final de temporada s¨®lo jug¨® tres partidos m¨¢s. Pero desde la llegada de Miljanic no se hab¨ªa perdido un partido. Como lateral casi siempre, a veces marcando al delantero m¨¢s peligroso del rival. Del Bosque recuerda sus apuros ante Aitor Aguirre, del Racing. Pero a Camacho no le preocup¨® el encargo de marcar a Cruyff: ¡°Yo no ten¨ªa nada que perder. ??l era el mejor jugador del mundo, yo era un chiquillo!¡±.
Al a?o siguiente del 0-5, el Bar?a cay¨® en Madrid por culpa del marcaje al ¡®crack¡¯ holand¨¦s
Camacho se ten¨ªa una fe que a Miljanic le fascin¨®. En uno de sus primeros partidos, Netzer le hab¨ªa pedido en el primer tiempo dos veces el bal¨®n a Camacho, tras sendos cortes de este, pero ¨¦l hab¨ªa preferido envi¨¢rselos a Vel¨¢zquez porque le vio m¨¢s cerca y no quiso arriesgar. En el descanso, Netzer habl¨® con Miljanic, se?alando a Camacho y pidi¨¦ndole que lo cambiara. O al menos eso dedujo ¨¦l, que fue hacia ellos, cogi¨® por la camiseta a Netzer y le amenaz¨®. Miljanic vio que ese chico no ten¨ªa miedo a nada.
As¨ª que decidi¨® jug¨¢rsela con ¨¦l, y eso que era consciente de que en ese partido se jugaba su propia credibilidad. Adem¨¢s, faltaban Pirri y Amancio. En la v¨ªspera se le vio nervioso ante la prensa, cuando alguien le pregunt¨® si era cierto que Del Bosque iba a ser l¨ªbero y que Camacho iba a marcar a Cruyff. Le desconcert¨® que sus planes fueran conocidos y contest¨® mal, cosa inusual en ¨¦l.
El Bar?a lleg¨® el s¨¢bado y se aloj¨® en el Club N¨¢yade de Los ?ngeles de San Rafael, urbanizaci¨®n de recreo creada por Jes¨²s Gil. El lugar en el que se le hab¨ªa derrumbado un edificio con consecuencias fatales en 1969. Pero entonces eso ya estaba medio olvidado, de Jes¨²s Gil no se hablaba y Michels lo que buscaba era paz. A 70 kil¨®metros de Madrid, no tendr¨ªa visitas inoportunas. Y no hab¨ªa m¨¢s que una l¨ªnea de tel¨¦fono. Michels les puso all¨ª a sus jugadores pel¨ªculas sobre el nuevo Madrid.
El domingo, 5 de enero, el Bernab¨¦u est¨¢ de bote en bote. Hay ansias de revancha, conseguida ya en parte en la final de Copa del curso anterior, ganada por 4-0 al Bar?a. Claro que entonces la Copa no la jugaban los extranjeros, as¨ª que no estuvo Cruyff.
Salen los equipos. Vel¨¢zquez, ausentes Amancio y Pirri, es por primera vez capit¨¢n del Madrid. Cambia banderines con Cruyff, que lo fue reci¨¦n llegado al Bar?a y luc¨ªa los colores de la senyera en el brazalete. Y a jugar.
Efectivamente, Camacho se empareja con Cruyff y parece unido a ¨¦l por una cuerda invisible de no m¨¢s de un metro. Andando, parados, esprintando, saltando¡ A ratos resulta casi c¨®mico. El crack mundial y el principiante con melenilla de doncel, el uno de azulgrana, el otro de blanco, juntos, juntos, juntos¡ Dos extra?os siameses.
¡°La consigna era que no la cogiera, porque si se iba pod¨ªa inventar cualquier cosa. Era como Messi ahora, que si te hace cuatro, tres son de gol y la otra es directamente gol. As¨ª que yo, todo el rato a su lado. ?Si se llega a ir al ba?o me voy con ¨¦l!¡±.
Cruyff se iba a una banda, a la otra, arriba, atr¨¢s¡ Camacho siempre a su lado. No hab¨ªa manera. Asensi lo recuerda con admiraci¨®n: ¡°No le conoc¨ªamos, no hab¨ªamos jugado contra ¨¦l. Sab¨ªamos, claro, de ¨¦l, pero no le hab¨ªamos visto. Fue tremendo. Era rapid¨ªsimo. Si Cruyff pillaba por fin un bal¨®n y le quebraba, al momento lo ten¨ªa otra vez delante. Si ca¨ªa al suelo, rebotaba, estaba de pie al instante¡±.
Cruyff no sab¨ªa d¨®nde ponerse. Empez¨® a rega?ar a todos, a Camacho, al ¨¢rbitro, a los linieres, a sus compa?eros. Se fue echando cada vez m¨¢s para atr¨¢s, pero su sombra blanca le acompa?aba. Alguna vez se par¨®, para desentenderse visiblemente del juego a ver si Camacho se aburr¨ªa, pero este se quedaba tan pancho a su lado, siempre a un metro. Falto de Cruyff, el Bar?a se desdibuj¨®. Rexach se qued¨® casi como ¨²nico delantero v¨¢lido y jug¨® bien, con una presencia y combatividad raras en ¨¦l. El partido fue bastante trabado en el medio campo, donde poco a poco la clase de Vel¨¢zquez, Breitner y Netzer se fue imponiendo. En el minuto 42, pared Breitner-Vel¨¢zquez por la derecha, centro preciso de ¨¦ste y cabezazo de Roberto Mart¨ªnez que pega en De la Cruz y se cuela, imparable para Sadurn¨ª. 1-0.
Cruyff protestaba, el Bernab¨¦u le gritaba ¡°?Chulo, chulo¡!¡± con 120.000 gargantas. Al fin se lleva una tarjeta (entonces blanca) por sus inacabables protestas, como Camacho y Neeskens se las llevan por sus entradas. Michels saca en el 75 a Clares, un goleador oportunista. Miljanic reacciona mandando a Camacho sobre Clares y colocando a Benito (que se llev¨® otra tarjeta) sobre Cruyff, que se fue decididamente arriba. El empuj¨®n final del Bar?a fue in¨²til. Cruyff no consigui¨® coger el hilo y Clares ni la oli¨®. El Madrid estuvo cerca de cazar m¨¢s goles en contraataques.
Acab¨® 1-0. El Madrid se puso a cinco puntos, el Bar?a qued¨® tercero, ?tras el Espa?ol, que el mismo d¨ªa gan¨® al Atl¨¦tico! En Barcelona surgieron las primeras cr¨ªticas a Cruyff, eclipsado por un desconocido, y al clan holand¨¦s, que hab¨ªa borrado del equipo a Sotil.
Asensi regres¨® a Barcelona pensando que pronto se encontrar¨ªa a ese chico en la Selecci¨®n, como as¨ª ser¨ªa. El nombre de Camacho salt¨® de un d¨ªa para otro a los titulares de prensa, incluida la internacional. El d¨ªa siguiente tuvo muchas peticiones de entrevistas de enviados especiales de toda Europa venidos al partido. Se consagr¨®.
El Madrid gan¨® esa Liga, con 13 puntos de ventaja sobre el Bar?a. Y la Copa. Y la Liga siguiente.
Ese d¨ªa, Camacho acab¨® con el efecto Cruyff. Bueno, con el efecto Cruyff como jugador, enti¨¦ndase bien. El efecto Cruyff como entrenador nacer¨ªa m¨¢s tarde y llegar¨ªa para quedarse. A¨²n se detecta.
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