Atl¨¦tico: partidazo y ¡®robo¡¯

La derrota del martes en el Camp Nou result¨® para el Atl¨¦tico una de esas heridas que pican m¨¢s que duelen y que acaban por convertirse en m¨¢s molestas que las cornadas de doble trayectoria.

El 50% de las infracciones del Atl¨¦tico terminaron en tarjeta amarilla: ocho de 16

No opinar¨¢ igual Fernando Torres, desolado al final del partido, ¡ªa quien en el club y en su entorno le aconsejan que no se atormente¡ª, aunque el espa?ol sea consciente de que su exceso de entusiasmo en la presi¨®n acab¨® por condicionar negativamente el desarrollo de un partido que se hab¨ªa dibujado con el mejor de los colores para el Atl¨¦tico. Sobre todo, teniendo en cuenta que no esperaba relucir hasta el encuentro de vuelta en el Calder¨®n. Sin embargo, esa picaz¨®n resulta insoportable para una plantilla que se muestra tremendamente molesta con la actuaci¨®n del ¨¢rbitro alem¨¢n Felix Brych y lo que entienden como doble rasero a la hora de valorar las distintas acciones del partido. ¡°Vaya robo¡±, exclam¨® Juanfran cuando pasaba por la zona mixta. No entienden en el Atl¨¦tico c¨®mo si una vez expulsado Torres tras mostrarle la segunda tarjeta amarilla ¡ªgolpe¨® con contundencia la pierna de Busquets al tratar de arrebatarle la pelota en el centro del campo¡ª, en la acci¨®n siguiente no ocurri¨® lo mismo con el jugador del Barcelona cuando este derrib¨® a Griezmann con similar intensidad. Esa acci¨®n desautoriza a ojos del vestuario y del club la segunda amarilla a Torres.

El resultado final en el c¨®mputo de las tarjetas evidencia un reparto desigual: ocho cartulinas amarillas y una roja para el Atl¨¦tico por tres para el Barcelona. Mientras que los rojiblancos realizaron 16 faltas ¡ªel 50% de ellas fueron acompa?adas de una amonestaci¨®n¡ª, el conjunto de Luis Enrique realiz¨® tres m¨¢s, 19 ¡ªsolo un 15,7%¡ª. Entre las infracciones no se?alizadas con tarjeta retumba en el Atl¨¦tico una patada sin bal¨®n que protagoniz¨® Luis Su¨¢rez cuando Juanfran ya hab¨ªa despejado la pelota en la banda derecha junto a la l¨ªnea de c¨®rner. Tambi¨¦n el pu?etazo del uruguayo a Filipe Luis qued¨® sin sancionar.

El comportamiento del delantero azulgrana genera controversia en el vestuario del Atl¨¦tico porque entienden que sus acciones no reciben la sanci¨®n que merecen y lo comparan, por lo opuesto de la situaci¨®n, con lo vivido por Diego Costa durante su etapa en el Atl¨¦tico. Futbolistas de car¨¢cter y de entrega innegable, el hispanobrasile?o se gan¨® la etiqueta de violento por sus diferentes trifulcas sobre el campo. No en vano, en dos temporadas (2012-2013 y 2013-2014), acumul¨® 28 amarillas y una roja, una cifra exagerada para un delantero centro. Luis Su¨¢rez por su parte solo vio siete amarillas en la 2014-2015 y actualmente suma ocho en lo que va de temporada. ¡°Es una pena lo de Fernando, hubiera sido lindo enfrentarnos 11 contra 11 pero desde mi posici¨®n no pude ver lo que ocurri¨®¡±, asegur¨® ante los micr¨®fonos el charr¨²a.

M¨¢s all¨¢ de la pol¨¦mica expulsi¨®n, en el Atl¨¦tico se muestran orgullosos del partido realizado. En un nuevo ejercicio de solidaridad defensiva, los de Simeone evitaron primero que tras perder a Torres (minuto 35 de la primera mitad) el partido se descabalgase antes de llegar al descanso y despu¨¦s que, ante el acoso del Barcelona, Oblak solo tuviera que recoger la pelota de su porter¨ªa en dos ocasiones. Destacaron especialmente en esa labor God¨ªn y Lucas. El central uruguayo regresaba tras su lesi¨®n en el b¨ªceps femoral y demostr¨® buen tono f¨ªsico y el canterano, que entr¨® en lugar de Savic, complet¨® un partido serio e incluso demostr¨® personalidad al encararse con Neymar.

Algo m¨¢s nervioso estuvo Filipe Luis, que al terminar el partido hizo unas declaraciones que podr¨ªan haber sido motivo de expediente por parte de la UEFA. ¡°Creo que el Barcelona est¨¢ protegido. No s¨¦ qu¨¦ hay que hacer para que sus jugadores sean expulsados como los nuestros¡±, dijo el brasile?o. Sin embargo, y atendiendo a los precedentes, el m¨¢ximo organismo del f¨²tbol europeo no intervendr¨¢.