El inamovible Spieth sufre su primer mal d¨ªa en Augusta
Rory McIlroy se acerca a un golpe al campe¨®n norteamericano, quien termin¨® con +2 su peor jornada en el Masters. Sergio Garc¨ªa sigue a cuatro golpes
Como el sol se estaba ya poniendo en la isla, de espaldas al furioso mar del Norte, la despedida de Tom Watson del Open tom¨® un aire inevitablemente crepuscular el a?o pasado en la catedral de Saint Andrews. Cumplidos ya los 66 a?os, el apodado el brit¨¢nico por sus cinco triunfos en su Open, crey¨® tambi¨¦n llegada la hora de su jubilaci¨®n de Augusta y su Masters, el torneo que ha jugado ya 43 veces y ganado dos. Como en la sure?a ciudad de Georgia el sol apenas hab¨ªa comenzado su declinar, al ¨²ltimo y largo y sentimental paseo de Watson por la interminable calle del 18 el aire de western oto?al que necesitaba el jugador de Kansas City se lo prestaron los ¨¢rboles altos de largas sombras agitados incesantemente por el viento, sus hojas corriendo por la hierba como si en vez de en abril soplara en noviembre.
Watson, su rostro de fin¨ªsimas arrugas, sus ojos claros, pasar¨¢ pronto a reunirse con sus antiguos rivales Jack Nicklaus, 10 a?os mayor, y Gary Player, de 80 a?os, en las hamacas de la casa club y en el tee del uno los jueves de torneo a las ocho de la ma?ana para hacer el saque de honor observados de cerca por el patriarca Arnold Palmer, de 86 a?os, al que apenas le queda vida para dar dos pasos. Ver¨¢n los cuatro por la tele jugar a sus nietos y aplaudir¨¢n con agrado, vi¨¦ndose reflejados ellos mismos en ¨¦l, a Bryson DeChambeau, quien dentro de 40 a?os seguramente tambi¨¦n haga llorar a los aficionados cuando se despida, pues su destino es grande.
Sopl¨® el viento racheado que todos temen, y no solo extendi¨® la alfombra de hojas ca¨ªdas al paso de Watson, tambi¨¦n sopl¨® con fuerza suficiente para desaparejar el juego de los mejores, tambi¨¦n el de Jordan Spieth, que parec¨ªa una roca inamovible y sin sentimientos, y no lo era (acab¨® con 74 golpes, +2, su primera ronda por encima del par en sus tres a?os en Augusta, aunque sigue l¨ªder, con -4) dej¨¢ndoles sin jarcias, palos y velas, y tambi¨¦n empujando hacia arriba a los que mejor supieron domarlos, al norirland¨¦s Rory McIlroy, que ha mamado el viento desde que naci¨®, y al californiano DeChambeau, que a¨²n es amateur pero bajo la gorra de Ben Hogan que viste con el estilo de un chulapo madrile?o y que esconde una frente adolescente a¨²n llena de espinillas, esconde toda la ciencia del golf conocido y por conocer, y su historia. Ambos, el europeo al que solo le falta el Masters para ganar los cuatro grandes y el norteamericano que hasta ahora era m¨¢s que nada conocido porque juega con todos los hierros cortados a la misma longitud para no tener que cambiar de swing con cada n¨²mero, llegaron al hoyo 18? a un solo golpe de Spieth. McIlroy salv¨® el ¨²ltimo par, pero DeChambeau, en su ¨²nico error del d¨ªa, perdi¨® la bola desde el tee, lo que le cost¨® un triple bogey y acabar a cero.
En un ambiente de dureza incontrolable m¨¢s propio del US Open (media de golpes en el campo, 75,1, m¨¢s de tres sobre el par), y de tensi¨®n, solo ocho jugadores terminaron el viernes por debajo del par del campo. Entre ellos no estaba ninguno de los dos espa?oles. Sergio Garc¨ªa form¨® parte s¨®lida durante 16 hoyos del grupo en n¨²meros rojos, pero dos bogeys en los dos ¨²ltimos hoyos le condenaron e irritaron. ¡°Hice una vuelta de 68 y he terminado con 74¡±, dijo el de Castell¨®n, quien, al par del campo, no entend¨ªa nada: en sus casi 20 a?os jug¨¢ndolo nunca ha encontrado placer en Augusta. M¨¢s contento termin¨® el debutante Rafael Cabrera-Bello, quien hizo 73 golpes y marcha con +3. Pas¨® el corte con suficiencia, su primer objetivo.
Los d¨ªas de viento, que siempre sopla en rachas en el tan arbolado Augusta National Golf Club, el admirado Ben Hogan, un cient¨ªfico paciente y uno de los m¨¢s grandes jugadores de la historia, se colocaba ante la bola y esperaba con paciencia: no golpeaba hasta que no notara el viento en su mejilla. Sab¨ªa que entonces se mantendr¨ªa consistente un buen tiempo y que su elecci¨®n de palo era la justa. Con una paciencia construida sobre su solid¨ªsimo putt as¨ª jug¨® Spieth los primeros hoyos del viernes, con dos r¨¢pidos birdies, hasta que el viento en el quinto que no le hab¨ªa perturbado en la calle le destroz¨® en el green, donde malicioso desvi¨® su bola a ras de suelo, oblig¨¢ndole a cuatro putts para embocar, y un doble bogey. Desaparecidos los estupendos cimientos del putt, desapareci¨® la paciencia y el resto del juego del ¨²ltimo ganador, quien por un solo golpe mantuvo el liderato. Se lo jugar¨¢ el s¨¢bado cara a cara con McIlroy, quien sobrevivi¨® espectacular con una vuelta bajo el par (solo otros dos bajaron del par: ninguno baj¨® de 71), pero su rival podr¨ªa haber sido el sorprendente DeChambeau, quien tiene la misma edad que Spieth, 22 a?os, pero nula experiencia profesional. Aparte de la gorra de Hogan, en sus homenajes al golf cl¨¢sico tambi¨¦n suele vestir de vez en cuando pantalones bombachos, con Bobby Jones, el padre fundador de Augusta, y como el desaparecido Payne Stewart. El campe¨®n del US amateur y tambi¨¦n del campeonato universitario de EE UU, rival habitual del espa?ol Jon Rahm, seguramente los vista hoy, en su primer s¨¢bado en Augusta, donde podr¨¢ demostrar realmente su temple, puesto en duda por dos horribles golpe en el 18?.
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