Helenio Herrera va a Mestalla con Canito de 9
El Bar?a visit¨® al Valencia en la Recopa y el jugador marc¨® dos goles, lo que no evit¨® la victoria local (4-3) y la eliminaci¨®n azulgrana
El Bar?a gan¨® en Basilea la Recopa de 1979, ante el Fortuna de D¨¹sseldorf. Jos¨¦ Luis N¨²?ez hab¨ªa llegado a la presidencia un a?o antes prometiendo un Bar?a triomfant. Y, en efecto, aquello pareci¨® el albor de una nueva gran ¨¦poca.
Para la temporada 79-80 incorpor¨® un brillante fichaje, Alan Simonsen, dan¨¦s del Borussia Moenchengladbach, Bal¨®n de Oro en 1977. Tambi¨¦n a Canito, excelente l¨ªbero del Espa?ol, y al cerebral interior Land¨¢buru, entre otros.
Pero el hombre propone y Dios dispone. El curso empez¨® mal. Rif¨¦, el entrenador de la Recopa, choc¨® con Heredia y forz¨® su salida. En noviembre fue traspasado al River Plate. Pero nada mejor¨®. Al final de la primera vuelta, el Bar?a era noveno y Rif¨¦ se?al¨® a Krankl, h¨¦roe del curso anterior. En febrero se march¨® al First de Viena. No traspasado, s¨®lo cedido. N¨²?ez no quer¨ªa perderle definitivamente. Para compensar tanta baja en ataque, el Bar?a fich¨® a un imponente delantero del Vasco de Gama, Roberto Dinamita, cuya llegada caus¨® un gran revuelo. Pero dar¨ªa el petardazo.
Mientras, se perdi¨® la Supercopa de Europa ante el Nottingham, otra decepci¨®n. En la Recopa pas¨® dos eliminatorias f¨¢ciles y en la tercera le toc¨® el Valencia. Un gran Valencia, con Kempes y Bonhof como estrellas extranjeras y Di St¨¦fano en el banquillo.
El 5 de marzo, el Valencia gana 0-1 la ida en Barcelona y desencadena la crisis. Cae Rif¨¦, sorprendido por la difusi¨®n de una charla telef¨®nica con Alex Botines, de Radio Barcelona, en la que pone a caldo a N¨²?ez. Rif¨¦ no sab¨ªa que le grababan. N¨²?ez prohibi¨® a Botines la entrada en las instalaciones del Bar?a, con el consiguiente revuelo.
N¨²?ez hurg¨® entonces en la historia del Bar?a y fich¨® a Helenio Herrera, entrenador del club en las temporadas 58-59 y 59-60, con dos t¨ªtulos de Liga, uno de Copa y una Copa de Ferias. Dos grandes a?os. Luego triunf¨® en el Inter. Pero hab¨ªa pasado el tiempo y ya no le iba tan bien. Del Inter hab¨ªa pasado al Roma y de ah¨ª al humilde R¨ªmini. Su llegada fue vista con escepticismo salvo por algunos antiguos devotos. Al tiempo, N¨²?ez hizo gestiones para recuperar a Krankl, pero el First se agarr¨® al contrato.
Helenio Herrera trata de animar el ambiente con buenas palabras. Se defiende de las pegas que le ponen por la edad (la Federaci¨®n dud¨® si expenderle la licencia por un infarto reciente): ¡°A mis 63 a?os no soy viejo. Ah¨ª tienen a Tito, y tambi¨¦n a Sandro Pertini, quien hac¨ªa el servicio militar cuando yo llevaba chupete y ahora es el presidente de la Rep¨²blica Italiana¡±. Alg¨²n a?o se quitaba. En un cambio de papeles se hizo nacer cuatro a?os m¨¢s tarde de lo que de verdad naci¨®. Carrasco lo recuerda como un gran motivador, pero algo desgastado por los a?os: ¡°Los jugadores notamos que a partir de treinta metros no ve¨ªa¡±.
Tras comprobar que Krankl no volv¨ªa y que Roberto Dinamita no pitaba, tom¨® una decisi¨®n sorprendente: colocar al l¨ªbero Canito como delantero centro. Algunos lo vieron como la chaladura de un gag¨¢. Otros, como una de las genialidades que le eran propias.
Canito, natural del pueblo ilerdense de Llavors¨ª, fue un jugador singular con una biograf¨ªa tormentosa. Abandonado por la madre, se cri¨® en un hospicio del que se escap¨® a los 14 a?os. Se form¨® en la calle. El f¨²tbol le salv¨®¡ por un tiempo. El Espa?ol lo fich¨® del Lloret, lo cedi¨® al Lleida y por fin lo incorpor¨®. La mili le llev¨® a jugar una temporada en el C¨¢diz, hasta que regres¨® al Espa?ol, que siempre fue su amor. Enorme jugador, como medio, l¨ªbero o central. Con estatura, empaque, control, desplazamiento largo¡ Fue internacional con Kubala.
El Bar?a lo compr¨® a cambio de Fortes, Amarillo y 35 millones. Cuando lleg¨® Helenio Herrera, supo que en sus inicios hab¨ªa sido delantero centro, y de ah¨ª que le buscara como soluci¨®n. El estreno no fue bueno: el Bar?a perdi¨® en Atocha 3-0 y qued¨® eliminado de la Copa en octavos (hab¨ªa ganado 2-1 en la ida, todav¨ªa con Rif¨¦). A¨²n as¨ª, Helenio Herrera insisti¨® con Canito de nueve en Burgos, donde empat¨® 0-0.
Y con Canito como delantero centro acudi¨® al encuentro de Valencia, donde se jugaba la temporada. Repetir t¨ªtulo de Recopa hubiera compensado todo. El partido se jug¨® el d¨ªa de San Jos¨¦, en plenas Fallas, con luz diurna. Se televis¨® en simult¨¢neo con un Madrid-Celtic de Copa de Europa. Yo asist¨ª al de Valencia y lo recuerdo trepidante: 1-0, 1-1, 1-2, 2-2, 3-2, 4-2 y 4-3. Canito marc¨® dos, el primero y el tercero del Bar?a, y la leyenda elev¨® con el tiempo la cifra a tres. As¨ª creen recordarlo muchos cul¨¦s. En todo caso, con dos goles cumpli¨® y el fallo se produjo atr¨¢s. El Bar?a defendi¨® mal, en una tarde particularmente infeliz de Olmo. Muchos opinaron que el Bar?a hubiera necesitado dos Canitos: uno en su sitio natural, el otro en el que no hab¨ªan sabido defender ni Krankl ni Roberto Dinamita. Regres¨® encumbrado.
Pero el fulgor de Canito en el Bar?a acab¨® pronto. Un mes despu¨¦s jugaban en el Camp Nou el Bar?a y el Athletic. El partido estaba aburrido y el p¨²blico malhumorado. En eso, el marcador simult¨¢neo anunci¨® gol del Espa?ol en Alicante. Canito lo celebr¨® visiblemente. A la afici¨®n le sent¨® como un tiro y se le volvi¨® todo en contra. Se comentaron sus salidas, su extravagante manera de apalear el dinero. Y se dijo, y a¨²n se comenta, que jugaba con una camiseta del Espa?ol debajo de la del Bar?a. Carrasco me asegura que eso no es cierto, pero s¨ª que era espa?olista radical.
Y al Espa?ol volver¨ªa, a?o y medio m¨¢s tarde, junto a 65 millones, por Urruti. Pero choc¨® primero con Maguregui, luego con la directiva. Pas¨® al Betis, al Zaragoza... Siempre era lo mismo, chocaba con el entrenador, o con la directiva, o con ambas partes. Aquella infancia tremenda le pes¨® siempre, le hizo llevar una vida desbocada. Muri¨® a los 44 a?os, v¨ªctima de s¨ª mismo. Su hermana y los veteranos del Bar?a y el Espa?ol le estuvieron tirando cables hasta el ¨²ltimo d¨ªa.
Cese y repesca
Aquella Recopa la gan¨® el Valencia, ante el Arsenal. Helenio Herrera ces¨® a final de temporada, aunque qued¨® en el club como consejero. Hurgando de nuevo en el ba¨²l de los recuerdos, N¨²?ez dio el banquillo a Kubala, pero s¨®lo le dur¨® hasta noviembre. Una derrota ante el Colonia en Copa de la UEFA por 0-4 acab¨® con ¨¦l. Entonces, qu¨¦ l¨ªo, N¨²?ez repesc¨® a Helenio Herrera, que aparc¨® la coqueter¨ªa y se puso gafas.
Consigui¨® la Copa de ese curso, ante el Sporting en el Calder¨®n. Claro que para entonces, ya ten¨ªa resuelto el problema del nueve: ahora era Quini, fichado el verano anterior precisamente del Sporting de Gij¨®n. ?l marc¨® a los suyos dos de los tres goles del Bar?a en aquella final. Antes hab¨ªa sufrido aquel c¨¦lebre secuestro, cuando el Bar?a iba lanzado en persecuci¨®n del Atl¨¦tico hacia la cabeza de la Liga, que acabar¨ªa siendo para la Real, con aquel gol de Zamora en El Molin¨®n. Sin secuestro, qui¨¦n sabe. Quiz¨¢ Helenio Herrera hubiera conseguido un doblete oto?al.
La Copa no le alcanz¨® para seguir. N¨²?ez contrat¨® a Udo Lattek, cuyas peleas con Schuster ser¨ªan legendarias. El Bar?a de aquellos a?os era un l¨ªo incesante.
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