Leyendas del City, de una mujer fundadora a un paracaidista alem¨¢n
Las ra¨ªces del equipo de Manchester nada tienen que ver con la opulencia de los d¨ªas actuales
Una mujer altruista nacida en 1855 y un paracaidista del ej¨¦rcito nazi figuran con letras de oro en la singular historia del Manchester City, cuyas ra¨ªces nada tienen que ver con la opulencia de estos d¨ªas bajo el infinito colch¨®n financiero de la familia real de los Emiratos ?rabes, propietaria desde 2008 de un club en el que ha invertido unos mil millones de euros. Hasta el man¨¢ petrol¨ªfero, el City fue m¨¢s bien una entidad sin gran relevancia deportiva, acorde a sus humildes or¨ªgenes y a una trayectoria a rebufo del vecino United.
El club brot¨® hace 134 a?os gracias al impulso de Anna Connell, hija de un pastor de la iglesia de Saint Marks, situada en el deprimido barrio de West Gorton, en Manchester, azotado por graves conflictos religiosos y raciales. La vocaci¨®n filantr¨®pica de Anna no solo consisti¨® en el apoyo alimenticio y espiritual de los m¨¢s necesitados. Con apenas 25 a?os, la joven Connell decidi¨® constituir varios equipos deportivos que fomentaran el orgullo del barrio y alejaran a los j¨®venes de las malas tentaciones. As¨ª surgi¨® el Saint Marks en 1880, embri¨®n de lo que ser¨ªa el Manchester City trece a?os despu¨¦s, uno de los fundadores de la segunda divisi¨®n inglesa. No tard¨® en ascender a la m¨¢xima categor¨ªa y en 1904 se convirti¨® en el primer equipo de la ciudad en ganar un t¨ªtulo oficial, la Copa. Un espejismo, nada que ver con lo suceder¨ªa despu¨¦s, con el United como exitoso catalizador del f¨²tbol local.
No fueron pocas las calamidades del City, que tard¨® 30 a?os en levantar su segundo trofeo. Por el camino, fue sancionado por irregularidades financieras y hasta se le quem¨® una tribuna de Hyde Road en 1920, por lo que se traslad¨® a Maine Road, donde lleg¨® a batir r¨¦cords de aforo con 85.000 espectadores. Con tanto abrigo popular gan¨® su primera Liga en 1937, pero al curso siguiente descendi¨®. No volvi¨® a florecer hasta mediados de los a?os 50, cuando disput¨® dos finales de Copa consecutivas, periodo en el que forj¨® su mayor leyenda: la vida de pel¨ªcula de Bert Trautmann, fallecido en julio de 2013 en Almenara (Castell¨®n), donde pas¨® sus ¨²ltimos veinte a?os. Seg¨²n la asociaci¨®n inglesa de f¨²tbol, ning¨²n portero dej¨® mayor huella en el m¨ªtico Wembley que este fascinante personaje.
Nacido en Bremen el 22 de octubre de 1923, Bert pas¨® su infancia como mendigo, seg¨²n confesaba ¨¦l mismo hace unos a?os en Canal +. "No ten¨ªamos nada, mi padre estaba en el paro y ped¨ªamos por las calles... As¨ª que las juventudes hitlerianas eran una gran aventura para quien nada ten¨ªa". Tras suspender como traductor de morse, con 17 a?os se enrol¨® como paracaidista de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. "No te alistas para matar gente, sino para defender tu tierra y a los tuyos. En la guerra ves sombras y te defiendes...", sosten¨ªa. ?Lleg¨® a matar a alguien? "No, los muertos no se ven", dijo a EL PA?S en 2005 desde su retiro en la costa levantina. Trautmann, que hab¨ªa logrado escapar de dos capturas, en Rusia y en Francia -"de forma tan agotadora que caminaba y dorm¨ªa a la vez"-, fue finalmente apresado el 25 de marzo de 1945, en Alemania, cinco semanas antes de concluir el conflicto. Primero fue enviado a B¨¦lgica y m¨¢s tarde a Inglaterra, donde trabaj¨® en una granja y fue conductor de un comandante. Ah¨ª cambi¨® su vida para siempre. Hab¨ªa sido condecorado por la Cruz de Hierro del Reich, pero como prisionero en un campo de Lancashire rechaz¨® una oferta para ser repatriado a su pa¨ªs. ?Motivo? "Yo no estuve con una mujer hasta los 23 a?os... S¨ª, las mujeres fueron la gran causa de que me quedara en Inglaterra". En el campamento 50, entre Liverpool y Manchester, Trautmann dio con un general escoc¨¦s "un poco loco" que organizaba partidos de f¨²tbol entre miembros del ej¨¦rcito y arrestados. Jam¨¢s hab¨ªa jugado como portero, pero se lesion¨® y no vio otro remedio. Le cogi¨® el gusto al puesto y sus habilidades como guardameta le llevaron despu¨¦s al Saint Helens Town, un equipo cercano de regional. Su fama se propag¨® y en 1949 el City le convenci¨® para que se hiciera profesional.
"S¨ª, las mujeres fueron la gran causa de que me quedara en Inglaterra"
El fichaje de Trautmann, que ten¨ªa 26 a?os, fue tan atronador que deriv¨® en una manifestaci¨®n de unas 50.000 personas por las calles de Manchester. ?C¨®mo demonios se pod¨ªa contratar a un paracaidista nazi! En la ciudad ten¨ªa arraigo una importante comunidad jud¨ªa y uno de sus rabinos sali¨® en su defensa: "No podemos culpar a una sola persona de toda una guerra". Acostumbrado a las grandes barreras, Trautmann resisti¨®, el club no dio su brazo a torcer y 15 a?os despu¨¦s de nuevo se juntaron 50.000 personas, esta vez para homenajear a quien se hab¨ªa convertido en el gran ¨ªdolo de la instituci¨®n tras 15 a?os en el mismo. No faltaron Bobby Charlton ¨C"Bert fue el mejor portero que jam¨¢s hab¨ªa visto"-, Bobby Moore, Stanley Matthews... Honores de toda la ¨¦lite del f¨²tbol ingl¨¦s.
En su extraordinaria carrera en el City, un d¨ªa qued¨® para siempre en los archivos del tesoro del f¨²tbol brit¨¢nico. Trautmann, seg¨²n la leyenda uno de los metas pioneros en sacar de porter¨ªa con intenci¨®n de dar hilo al juego, hab¨ªa perdido la final de Copa de 1955, pero un curso despu¨¦s, ya elegido como jugador del a?o en Inglaterra, alcanz¨® una cumbre que pudo ser tr¨¢gica. En Wembley, ante el Birmingham City, su equipo ganaba 3-1 cuando en el minuto 75 el alem¨¢n sufri¨® un brutal encontronazo con Peter Murphy. La normativa de entonces no contemplaba cambios as¨ª que Trautmann, aturdido, sigui¨® en el c¨¦sped. "Jugu¨¦ con niebla, no ve¨ªa nada, solo sombras, yo solo jugaba por instinto". Las im¨¢genes revelan de forma conmovedora c¨®mo aun en su estado hizo notables paradas antes del final. En la celebraci¨®n posterior sinti¨® que no pod¨ªa mover el cuello, le dijeron que no era nada. Los dolores no remitieron y d¨ªas despu¨¦s, por insistencia de unos amigos, de nuevo pas¨® consulta. Diagn¨®stico: se hab¨ªa dislocado cinco v¨¦rtebras y la segunda se hab¨ªa partido en dos; la tercera se hab¨ªa acostado sobre la segunda, lo que, seg¨²n los doctores, le salv¨® de la muerte. "Estuve tres semanas tumbado en una mesa de madera y tard¨¦ siete meses en recuperarme... Me he preguntado muchas veces c¨®mo sigo vivo tras una guerra y aquella lesi¨®n". Ya nunca fue el mismo bajo palos, pero nunca m¨¢s nadie le volver¨ªa a repudiar "por nazi". Hasta recibi¨® la Orden del Imperio brit¨¢nico. En 1990, tras una visita tur¨ªstica con unos amigos alemanes a la costa de Castell¨®n, decidi¨®, junto a su tercera mujer, Marlis, comprar un bungal¨® en Almenara. All¨ª falleci¨®, con 89 a?os, el 19 de julio de 2013.
Entre Anna Connell y Bert Trautmann, apenas hay rastro de glorias en este City que hoy vuela alto a golpe de talonario. Solo un par de jugarretas a su vecino United, al que arrebat¨® su segunda Liga en la ¨²ltima jornada de 1968 y al que envi¨® a segunda en 1974 con un taconazo de Denis Law, que hab¨ªa regresado al City tras su fabulosa etapa en el otro Manchester. La decadencia toc¨® fondo con un descenso a tercera en la 97-98. Llegaron los d¨®lares a chorro y hoy se distingue por lo que casi nunca fue, un club con mucho eco en la gran pasarela internacional, donde solo luce con una Recopa de 1970, pero cuyos fieles m¨¢s veteranos no olvidar¨¢n jam¨¢s a aquella pionera y visionaria fundadora y a aquel alem¨¢n tozudo dispuesto a echar ra¨ªces donde cay¨® del cielo como un apestado. En el modesto City hasta hace un suspiro el dinero nunca lo ser¨¢ todo. El f¨²tbol tiene memoria.
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