?Y si Simeone se va?
A ojos de los nuevos colchoneros, el Atl¨¦tico es m¨²sica, baile, sexo. Pero la felicidad es inestable y d¨¦bil porque depende solo del t¨¦cnico
Existe ya una generaci¨®n de atl¨¦ticos completamente hedonista, que s¨®lo conoce el placer. Su ¨²nico problema serio empieza a ser que, llegada cierta hora, no haya bares abiertos. No tiene que esforzarse en embellecer el fracaso, como las generaciones anteriores, que a fuerza de costumbre acabaron por hallar encanto en todas las derrotas de la vida. Siempre me acuerdo de Y¨¢?ez y la primera vez que pis¨® un casino. Entr¨® a lo grande, con la corbata ligeramente floja. Llevaba 20.000 pesetas de la ¨¦poca y media cogorza, tambi¨¦n de la ¨¦poca, y al cuarto de hora hab¨ªa tenido que pedirnos prestadas otras 5.000 a los colegas. Le gusta decir que aquel d¨ªa, el de la bancarrota, fue el mejor de su vida. Es del Atl¨¦tico.
Los nuevos colchoneros, sin embargo, viven en un estado de estimulaci¨®n nerviosa permanente, en el que cada a?o promete ser inolvidable. Nunca vieron al equipo en la octava posici¨®n, con piedras en los bolsillos, preguntando bajo la lluvia a qu¨¦ hora pasa el siguiente autob¨²s; y si lo vieron, hace tan poco tiempo de ello que les resulta imposible recordarlo. A veces se necesita que transcurran muchos a?os para hacer memoria. Ahora por fin las cosas son como ellos quer¨ªan que fuesen.
En su experiencia reciente, la temporada de f¨²tbol, entre septiembre y mayo, es lo m¨¢s parecido a un largo verano. Creen factible vivir sin paraguas y pasearse todo el tiempo en manga corta, chanclas y gafas de sol. La lluvia s¨®lo existe dentro de un vaso de ginebra. A sus ojos, el actual Atl¨¦tico significa primero m¨²sica, despu¨¦s baile, luego sexo. No hay tiempo para pensar en el futuro, ni en c¨®mo habr¨¢ que apa?¨¢rselas cuando llegue. El presente es perpetuo, as¨ª que a comer, a beber y a pas¨¢rselo bien, porque ma?ana morimos.
Pero todas las historias, incluso las m¨¢s hermosas, tienen una rendija por la que cabe el desastre. Pasa tambi¨¦n con el Atl¨¦tico. La felicidad en la que est¨¢ instalado es tan s¨®lida y firme como el car¨¢cter irreductible que le transmite Simeone al equipo, y a la vez, tan inestable y d¨¦bil como el hecho de depender s¨®lo de Simeone. Nadie duda que esta plantilla nunca habr¨ªa llegado tan arriba sin su entrenador, capaz de convertir a los jugadores en mejores de lo que son. ?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando el Cholo se marche? En mitad de la noche, con la luz apagada, no hay atl¨¦tico que no sienta terror imaginando ese instante. A los hedonistas les costar¨¢ asimilar que hay ideas que se consumen en su ide¨®logo. En cambio, los sufridores no temer¨¢n deambular por el desierto hasta encontrar una idea alternativa, aunque no sea tan buena, como en esa historia que cuenta Gon?alo M. Tavares, en la que a causa de un cortocircuito inexplicable muri¨® el funcionario que bajaba la palanca en lugar del criminal que estaba en la silla el¨¦ctrica. A falta de una silla supletoria, en la siguiente ocasi¨®n fue el funcionario el que se sent¨® en la silla averiada, y el criminal el encargado de bajar la palanca mortal.
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