El guerrero Valverde ataca y hace da?o en Toscana

La vida es bella, pudo decir Alejandro Valverde, un guerrero en Arezzo, adonde lleg¨® no solo inc¨®lume sino con aires victoriosos despu¨¦s de atacar al pie del puerto de tierra y gravilla blanca, el Alpe di Poti y su 14% de pendiente a 25 kil¨®metros de la meta. Ante su ataque imperioso palideci¨® la rosa de la maglia de Tom Dumoulin, el l¨ªder, que, solo, sin nadie del equipo que le ayudara, sufri¨® la ley de los escaladores como la sufri¨® en la Vuelta de 2015. En un puerto de menos de siete kil¨®metros y segunda categor¨ªa en el coraz¨®n de la Toscana m¨¢s dulce, perdi¨® el gigante holand¨¦s todo lo poco que hab¨ªa ganado en las siete etapas anteriores, y tambi¨¦n parte de su cr¨¦dito como hombre para la victoria final. Obligado a sufrir, adelant¨® 24 horas el esfuerzo en solitario al m¨¢ximo que deber¨¢ repetir el domingo en la contrarreloj de los vinos de Chianti, de la que era favorito.

La maglia rosa no la hered¨® Valverde ni tampoco Nibali, que soport¨® las acciones aceleradas del murciano e incluso las respald¨® a veces, ni Landa, al que le cost¨® colarse en la ofensiva, ni tampoco Chaves, Ur¨¢n (el domingo ser¨¢ su d¨ªa), Majka, Pozzovivo o todos los coristas que aguantaron a rueda del l¨ªder del Movistar y sus compa?eros lanzados a la vanguardia en la fuga matinal, sino un corredor de Vicenza con uno de los nombres m¨¢s ciclistas que Italia y Francia han dado, y m¨¢s historias, Brambilla de apellido y de nombre Gianluca, quien tambi¨¦n gan¨® la etapa al culminar espl¨¦ndidamente su fuga.

¡°?Tranquilo, tranquilo, no te embales!¡±, le gritaba por el pinganillo Txente Garc¨ªa Acosta, su director, quiz¨¢s asustado por lo que estaba viendo. Qu¨¦ ingenuidad. C¨®mo pretend¨ªa frenar a un combatiente que ha olido sangre y miedo en sus rivales. Nada m¨¢s girar en la carretera estrecha de asfalto negro y encarar un muro de tierra y gravilla blanca apelmazada, Valverde, con su estilo de sprinter de monta?as, aceler¨® y abri¨® un hueco. Faltaban 25 kil¨®metros en el punto por el que el futuro ganador, Brambilla, hab¨ªa pasado 3m 20s antes. Unos 200 metros despu¨¦s, mir¨® a su espalda, contempl¨® el reguero de corredores, polvareda y sudor que trataba de seguirle, v¨ªctimas de su aceleraci¨®n, sonri¨® y esper¨®. A su rueda se sold¨® media docena. Estaban Nibali, que juega en casa, que so?aba con esta etapa tanto como Valverde, quien ya la hab¨ªa reconocido en marzo despu¨¦s de sufrir y enamorarse en le Strade Bianche y en la Tirreno, y tambi¨¦n estaban el pimpante Esteban Chaves, el escalador colombiano, y su compatriota, el s¨®lido Rigo Ur¨¢n, y otros escaladores, Kruijswijk, Zakarin, Majka. La sombra oscura del maillot negro de Landa se divisaba m¨¢s lejana, y m¨¢s lejos a¨²n, Dumoulin, a su ritmo y su pi?¨®n de 29 como una carraca.

¡°He acelerado desde abajo porque en una subida as¨ª hay que atacar lo antes posible¡±, dijo Valverde. ¡°No he dudado ni un segundo. Se trataba de sacarle tiempo a Dumoulin antes de la contrarreloj y de cansarlo, pero no esperaba que desfalleciera tanto¡±. Faltos de la fe que mov¨ªa a Valverde, o faltos de la fuerza que mov¨ªa, o de los compa?eros, Amador, que aguant¨®, Rojas y Sutherlin, que se hab¨ªan adelantado en la fuga y le ayudaron cuando les alcanz¨®, con el murciano de 36 a?os que corre como un ni?o feliz apenas colaboraron los que quieren ganar el Giro, o quedar entre los primeros, y esperan. Pese a ello, desarbolado, Dumoulin perdi¨® la maglia rosa y 1m 11s con Valverde y Nibali, el tiempo que pensaba sacarles en la contrarreloj quiz¨¢s. A Brambilla, no volvieron a verle.

En el l¨¦xico de M¨¦moire du Cyclisme, la gran enciclopedia, figuran 15 Brambillas, y ninguno es pariente del nuevo l¨ªder del Giro, quien, seguramente, no necesitar¨¢ al final de su carrera, de expectativas medidas, hacer muerto de verg¨¹enza por haber fallado a su amada lo que hizo el Brambilla m¨¢s conocido, Pierre, quien era un franc¨¦s de Par¨ªs nacido en Suiza y que enterr¨® su bicicleta en el jard¨ªn de su casa despu¨¦s de perder en el ¨²ltimo d¨ªa, v¨ªctima de un ataque artero de Jean Robic, el Tour de 1947. ¡°No te merezco¡±, le dijo a la bici. ¡°No soy digno de ti¡±. Pocas semanas despu¨¦s, enfermo de desamor, la desenterr¨® para seguir sufriendo.