La Copa corona a Luis Enrique
Ning¨²n elogio le har¨¢ tanta mella como el abrazo que le dio Messi en Madrid
Hay una cierta tendencia a ignorar a Luis Enrique. Incluso cuesta que los foros futbol¨ªsticos premien al entrenador del Bar?a. Aunque no se le omite de forma generalizada ni deliberada, se sospecha que algunos cronistas son esclavos emocionales de Cruyff y de Guardiola y como tales le negar¨¢n el pan y la sal por no desplegar al equipo un d¨ªa de tormenta futbol¨ªstica a partir del 3-4-3. Tambi¨¦n se considera sectarios a los analistas que hablan de la empat¨ªa de Zidane, del cholismo, de los planteamientos de Emery y Marcelino, incluso de la personalidad de Paco J¨¦mez, y en cambio silencian el saber estar y hacer de Lucho, solapado por el tridente, tal que fuera un funcionario que evoluciona el estilo del Barcelona a partir de un futbolista ¨²nico como es Messi.
Y se ha extendido como la p¨®lvora la sensaci¨®n de que muchos periodistas ningunean o menosprecian al t¨¦cnico azulgrana simplemente porque les trata como merecen a juicio de la hinchada: una turba de maleducados que solo buscan el conflicto en la sala de prensa del Camp Nou. No es f¨¢cil encontrar la equidistancia necesaria para ejercer el oficio de manera digna y menos en el Bar?a.
El t¨¦cnico no quiere ni precisa referentes sino que solo es reh¨¦n del Bar?a
Hablar bien de Luis Enrique no punt¨²a, circunstancia que agrandar¨ªa un desafecto originado tambi¨¦n por la personalidad del entrenador, arisco y sin c¨®mplices en los medios, pr¨®ximo al sentir de la grada del Camp Nou. El asturiano no cambiar¨¢, as¨ª que es mejor buscar un punto de encuentro a partir de actuaciones f¨¢ciles de objetivar como la final de Copa. El partido y el resultado le dieron la raz¨®n a Luis Enrique. El encuentro gir¨® a favor de Lucho. La mayor¨ªa de sus decisiones acabaron por tener sentido en la misma medida que cuestionaron las de Emery: el Sevilla perdi¨® el hilo cuando sustituy¨® a Mariano y cambi¨® de banda a Vitolo y el Bar?a agradeci¨® que el sustituido por la expulsi¨®n de Mascherano fuera Rakitic y no Neymar despu¨¦s de la lesi¨®n de Su¨¢rez. El tridente solo se deshace por fuerza mayor del 9, del 10 o del 11.
El Barcelona gan¨® heroicamente al Sevilla sin sus dos futbolistas m¨¢s ¨¦picos, Su¨¢rez y Mascherano, un detalle que invita a reparar en Luis Enrique. El equipo se contagi¨® del car¨¢cter irreductible de su entrenador, un coloso frente a tanta adversidad como la del Calder¨®n, ¨²nico para combatir a un rival animado incluso por los aficionados neutrales, m¨¢s competitivo incluso que el propio Sevilla.
El triunfo fue tambi¨¦n un acto de fe ante los descre¨ªdos con Luis Enrique
Los azulgrana pelearon con coraje, como si les fuera la vida, igual que si jugaran la final de la Champions, pasionales y reconocibles: nadie tuvo ninguna duda de que el campe¨®n era el FC Barcelona. No fue su versi¨®n m¨¢s art¨ªstica sino la m¨¢s humana, la ¨²nica posible para rebelarse contra la derrota y poder cantar victoria en el Calder¨®n. El triunfo fue tambi¨¦n un acto de fe ante los descre¨ªdos con Luis Enrique. Aunque no se trata de personalizar, tampoco es cuesti¨®n de desmarcarse, de manera que se impone aplaudir a Lucho. Tiene un m¨¦rito enorme haber logrado este a?o cuatro t¨ªtulos sobre seis, siete de nueve en dos temporadas, y ser el tercer t¨¦cnico del club que hace el doblete dos a?os seguidos, n¨²meros que le equiparan al mejor Guardiola. Luis Enrique, en cualquier caso, no quiere ni precisa referentes sino que solo es reh¨¦n del Bar?a.
Ah¨ª est¨¢ su grandeza y el porqu¨¦ de su apego con el Camp Nou. El ciclo del Bar?a contin¨²a sin prisioneros ni m¨¢rtires con Luis Enrique. Ning¨²n elogio le har¨¢ tanta mella como el abrazo que le dio Messi en Madrid. Quien se gan¨® el aprecio del 10 le da igual si alguien le tiene man¨ªa, y menos si se trata de periodistas que cubren la informaci¨®n del Bar?a.
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