La Und¨¦cima estaba a 11 metros
El Madrid resiste a hombros de Casemiro. El Atl¨¦tico se aferra a las piernas afiladas de Carrasco. Decide Cristiano, de penalti
Durante gran parte de la noche, Mil¨¢n se pareci¨® a Lisboa, pero al rev¨¦s. Se adelant¨® el Madrid, empat¨® el Atl¨¦tico en el tramo final, conforme se desmoronaban f¨ªsicamente los blancos, y se lleg¨® a la pr¨®rroga; reducto de sue?os y angustias. El Madrid resisti¨® a hombros de Casemiro; el Atl¨¦tico se aferr¨® a las piernas afiladas de Carrasco, pero nadie fue capaz de deshacer el empate y la gloria se dirimi¨® desde los 11 metros. En la tanda de penaltis, Mil¨¢n se pareci¨® a Lisboa del todo. Cristiano marc¨® el penalti que cerraba la novela; el Madrid volv¨ªa a abrir el Olimpo para sumar su 11? Copa de Europa en 14 finales, la quinta Orejona en color.
Las actuaciones estilo Super Bowl de Alicia Keys y Andrea Bocelli retrasaron el comienzo de la final y convirtieron el t¨²nel de vestuarios en un div¨¢n. De la amalgama de tensi¨®n, responsabilidad, concentraci¨®n, deseos y recuerdos, salt¨® mejor al c¨¦sped el Madrid. Los de Simeone salieron tiesos y tardaron media hora en reconocerse a s¨ª mismos. A los 15 minutos del comienzo los blancos encontraron el tesoro del gol. A los seis minutos de la reanudaci¨®n, los colchoneros recibieron un palo, el penalti de Griezmann al larguero. Hubo tiempo para el empate rojiblanco, pero al Madrid le toc¨® la loter¨ªa. Su primera victoria en San Siro lleg¨® en el mejor momento.
Keylor Navas y Oblak, protagonistas epis¨®dicos. El guardameta rojiblanco protagoniz¨® la primera jugada importante de la final cuando, a los seis minutos, despej¨® con la pierna izquierda y sobre la l¨ªnea de gol el remate a bocajarro, pero algo mordido, de Benzema tras una falta colgada por Bale. Un alarde de reflejos que no pudo repetir en el tanto de Ramos, de nuevo a un palmo de la raya de gol. El costarricense no tuvo que desgastar guantes ni siquiera ante el penalti de Griezmann. Una protesta t¨¢ctica, que le vali¨® la amarilla, y su baile latino de palo a palo desataron, eso s¨ª, las dudas del franc¨¦s. A los 70 minutos, regres¨® Oblak para erigirse en un gigante. Primero, convirti¨¦ndose en el muro en el que Benzema estrell¨® el remate que era la puntilla. Despu¨¦s, atajando un remate sin p¨®lvora de Cristiano. Y, m¨¢s tarde, desbaratando una doble ocasi¨®n del portugu¨¦s y de Bale. Un minuto despu¨¦s lleg¨® el empate del Atl¨¦tico.
Ramos repite gol y t¨ªtulo. El h¨¦roe de La D¨¦cima aument¨® su leyenda adelantando los plazos. Del minuto 93 de Lisboa al 15 en Mil¨¢n; de un cabezazo milagrero, a un sutil punterazo en fuera de juego y en pleno forcejeo con Savic. Despu¨¦s del bingo le toc¨® ejercer la contenci¨®n junto a Pepe. La influencia de los centrales madridistas creci¨® conforme la carga del Atl¨¦tico se convert¨ªa en asedio. Savic y God¨ªn ve¨ªan como Benzema era sustituido, Cristiano renqueaba, y a Bale se le cristalizaban las piernas. Mientras, Ramos y Pepe achicaban agua mientras el dique blanco se resquebrajaba muscularmente. Llegaron a los penaltis. Triunfaron en la meta.
Carriles de color rojiblanco. Los laterales fueron los mejores del Atl¨¦tico en la primera mitad. Las firmes galopadas de Filipe por el carril izquierdo permitieron a los de Simeone sacudirse el dominio del Madrid y el miedo propio. La primera llegada rojiblanca con peligro fue un centro de Filipe y un remate de Juanfran. Entre ambos marcaron tendencia y su paso al frente alter¨® los biorritmos del partido pasada la media hora inicial de control blanco. Carvajal tuvo que replegarse y Marcelo apenas se permiti¨® excursiones ofensivas y Carvajal tuvo que replegarse. En el minuto 50, cojeando, roto y entre llantos, el canterano madridista se retir¨® lesionado. Se perd¨ªa el resto de la final y qui¨¦n sabe si la Eurocopa. Danilo disimul¨® su naufragio con la victoria y Juanfran se qued¨® con la desdicha del fallo decisivo.
Del gobierno de Casemiro al cuchillo de Carrasco. La presencia de Casemiro como ancla del centro del campo madridista hormigon¨® la contenci¨®n de su equipo. Imperial en la puesta en escena, consistente siempre, clave hasta el final. Rob¨®, marc¨® territorio, liber¨® a Modric y Kroos y acogot¨® la salida de bal¨®n del Atl¨¦tico y gobern¨® el primer tiempo con suficiencia. Su m¨²sculo y despliegue anularon la apuesta de cuatro mediocentros de Simeone que, a la vuelta de la caseta, recurri¨® a Carrasco y al 4-1-4-1 para lanzarse a por el Madrid. El ex del M¨®naco, sustituy¨® a Augusto, desat¨® a su equipo y se comi¨® a Danilo, m¨¢s Secretario que nunca. Su desborde sostuvo la fe rojiblanca.
Cristiano, del anonimato a la sentencia. Su grito de guerra retumb¨® en San Siro. Como en La D¨¦cima, su torso fue el p¨®ster del campe¨®n. Bale comenz¨® din¨¢mico y afilado, pero acab¨® sin plomos con el paso de los minutos. El gal¨¦s acapar¨® las primeras carreras, lanz¨® faltas con intenci¨®n y pein¨® la pelota que acab¨® embocando Ramos. Funcion¨® mejor su asociaci¨®n con Benzema, inconstante pero incisivo, que con Cristiano, destemplado, aislado y tocado f¨ªsicamente. Los penaltis le dieron al portugu¨¦s la ocasi¨®n de sumar una tercera Champions a su colecci¨®n. La Und¨¦cima estaba a 11 metros.
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