Las carreras
Se dice que todos los espa?oles llevan un seleccionador dentro. Ahora mismo nadie lo lleva fuera
Espa?a lleva sobreviviendo seis meses sin presidente del Gobierno (es probable que haya pasado as¨ª los ¨²ltimos cinco a?os) y eso ha supuesto una serie de contratiempos m¨¢s o menos llevaderos, como la repetici¨®n de elecciones generales (que finalmente solo fueron un ojo de halc¨®n) o la aparici¨®n, aprovechando el vac¨ªo de poder, de un hit de Leticia Sabater. Todas las incomodidades han sido respetuosamente asumidas como parte del juego democr¨¢tico, un sintagma euf¨®rico que nadie sabe qu¨¦ significa. Esto no tiene que ver con otro vac¨ªo de poder, m¨¢s alarmante, que atenta gravemente contra la sociedad: el del banquillo del seleccionador nacional. Se dice que todos los espa?oles llevan un seleccionador dentro. Ahora mismo nadie lo lleva fuera.
A la marcha de Del Bosque, derrotado por el delbosquismo con un canto del cisne tan lleno de justicia po¨¦tica que casi hay que llamar a Xavi para limar asperezas con el objetivo de que el conflicto con Casillas no arruinase la convivencia en la selecci¨®n, le ha sucedido una quiniela abrasante de futuribles. En la que est¨¢ Jos¨¦ Antonio Camacho, inclusi¨®n que obedece a que Villar ve los partidos en el estadio y no por la televisi¨®n.
Espa?a ha enviado el mensaje de qui¨¦n debe de ser su pr¨®ximo entrenador con las Eurocopas y el Mundial; juegan as¨ª, ganan as¨ª
Dec¨ªa Azcona que un escritor en Espa?a jam¨¢s debe ir en taxi, que tiene que viajar en metro para mezclarse con la calle y escuchar el rumor del pa¨ªs; del mismo modo un presidente de la Federaci¨®n nunca puede ver los partidos en el campo, sino que debe sentarse en un sof¨¢ a escucharlo retransmitido por Camacho. As¨ª, con todos los elementos de juicio, puede libremente elegir entre ¨¦l o Juan el Golosina. Pero que los comentarios de Camacho en la tele deban verse plasmados en el campo es pensar antes en la audiencia que en la afici¨®n; una cesi¨®n, como la de los horarios de los partidos de Liga, a las televisiones. Si la liebre de Camacho evidencia que los partidos de la selecci¨®n Villar los ve en el campo, la de Caparr¨®s demuestra que los ve dormido.
No porque Caparr¨®s ni Camacho no est¨¦n a la altura, al fin y al cabo ya fueron seleccionadores en su momento (Caparr¨®s de una naci¨®n m¨¢s exigente que Espa?a, el Athletic de Bilbao) sino porque ha sido el propio equipo el que ha enviado el mensaje de qui¨¦n debe de ser su pr¨®ximo entrenador con las Eurocopas y el Mundial; juegan as¨ª, ganan as¨ª. Que se puede volver a vencer con otro estilo y otros jugadores, y por tanto otro entrenador, pero una cosa es cambiar de caballo en mitad de la carrera y otra, diferente, cambiar de carrera. En concreto aquella en la que perd¨ªamos siempre.
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