Justicia ol¨ªmpica, dopaje y pasteleo
El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) ha resuelto la crisis rusa con una resoluci¨®n inveros¨ªmil que no ha contentado ni a unos ni a otros
M¨¢s all¨¢ de consideraciones morales o legales, las mejores soluciones son las que funcionan. As¨ª piensan los pragm¨¢ticos y as¨ª deben de pensar en el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), que ha resuelto la crisis rusa con una resoluci¨®n inveros¨ªmil que no ha contentado, por razones contrarias, ni a los rusos ni a las fuerzas diversas del frente antidopaje unidas ni tampoco a juristas y especialistas vigilantes que reclaman el imperio de la ley en todo momento. Y, sin embargo, la decisi¨®n tan criticada ha permitido desbloquear el conflicto, una barrera m¨¢s en el tortuoso camino al 5 de agosto, d¨ªa en que la llama ol¨ªmpica se encender¨¢ en el pebetero del estadio de Maracan¨¢, orgullo de Brasil.
Entre la l¨ªnea dura, la suspensi¨®n total de Rusia, reclamada por diferentes agencias nacionales antidopaje (incluida la espa?ola) y, de boquilla, por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), y la inacci¨®n, o el rapapolvo simb¨®lico, solicitada por Rusia, el pa¨ªs acusado de dopaje de Estado en varios informes de investigadores independientes, Thomas Bach, presidente del COI, ha optado por el pasteleo mediante la declaraci¨®n de un excepcional estado de excepci¨®n que le ha permitido interpretar, tergiversar, doblar y olvidar a conveniencia el C¨®digo Mundial Antidopaje, una ley universal con diversas aplicaciones locales a la que, de paso, ha declarado obsoleta al anular, solo para los rusos, el principio de presunci¨®n de inocencia o sancionarles dos veces por un solo pecado.
El COI, dicen tambi¨¦n los pragm¨¢ticos, los que van a la base de los problemas y no se dejan enga?ar por el perifollo, es el organizador de un evento deportivo sobre el que tiene la exclusividad y que cada cuatro a?os le reporta ganancias de miles de millones de euros gracias a su explotaci¨®n publicitaria exclusiva y la venta de los derechos televisivos. Sus peores recuerdos como tal son los tiempos de los boicots por bloques de guerra fr¨ªa de Mosc¨² 80 y Los Angeles 84, los tiempos a¨²n en los que el olimpismo manten¨ªa la regla del amateurismo que dejaba fuera a los profesionales, los deportistas m¨¢s atractivos, de su juego. La exclusi¨®n de una gran potencia y un mercado en expansi¨®n, como Rusia, en ning¨²n momento ser¨ªa buena para el negocio.
En sus largos mandatos como presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, y su magn¨ªfico olfato para saber por donde soplaban los vientos, puso en marcha la AMA y el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), los dos organismos de los que se vale el COI para dirigir la lucha contra el dopaje y monopolizar justicia deportiva. Samaranch ya intuy¨® que el dopaje, que asom¨® por primera vez con fuerza en Se¨²l 88 con Ben Johnson, generar¨ªa los mayores problemas de imagen para el desarrollo del negocio. El monopolio de la justicia era necesario para cerrar el c¨ªrculo de autonom¨ªa frente al mundo y sus miserias que reclama el olimpismo. Ambos organismos est¨¢n financiados en parte por el movimiento ol¨ªmpico y presididos por sendos vicepresidentes del COI, John Coates (TAS) y Craig Reedie (AMA). De ambos se ha valido Bach para la crisis rusa. El show contin¨²a.
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