La aventura de la antorcha ol¨ªmpica
Desde que la llama lleg¨® a Brasil, a principios de mayo, ha sido objeto de sabotajes, accidentes y mofas
La llama de la antorcha ol¨ªmpica est¨¢ dise?ada para resistir viento, lluvia, golpes y accidentes, pero el pasado mi¨¦rcoles no aguant¨® una turba de brasile?os indignados. Al pasar por Angra dos Reis, un municipio tur¨ªstico al sur del Estado de R¨ªo de Janeiro, la antorcha fue interceptada con violencia por una multitud de profesores de escuelas p¨²blicas, contrarios a que los Juegos Ol¨ªmpicos se celebren en un Estado que atrasa, por norma, el pago de sus salarios. Para cuando la polic¨ªa logr¨® disolver la manifestaci¨®n la llama ol¨ªmpica se hab¨ªa extinguido.
No fue el ¨²nico incidente que ha vivido la antorcha ol¨ªmpica desde que lleg¨® al pa¨ªs el pasado 3 de mayo. Ni siquiera fue la primera vez que se ha intentado apagar su fuego antes de que llegue a R¨ªo de Janeiro el 4 de agosto, para inaugurar los Juegos Ol¨ªmpicos. En su recorrido por 327 ciudades del pa¨ªs, pensado para infundir esp¨ªritu ol¨ªmpico, esta llama ha pasado por tantas ca¨ªdas, tantos amagos de sabotaje y tantas bromas que su papel como s¨ªmbolo ol¨ªmpico parece quedarse peque?o. Si hoy esta maltrecha antorcha representa algo es la complicada relaci¨®n ¡ªde alegr¨ªa, inseguridad, rechazo, verg¨¹enza y esperanza¡ª del pueblo brasile?o con sus Juegos.
Rousseff, apartada
La historia empez¨® a prender la semana del 21 de abril, con la tradicional ceremonia de encendido de la antorcha en Olimpia (Grecia) y la vuelta apresurada, a mitad de camino, del alcalde de R¨ªo, Eduardo de Paes, tras desplomarse un trecho de un carril bici reci¨¦n inaugurado. Dos personas hab¨ªan muerto. Quedaba en entredicho la seguridad del resto de obras de los Juegos. Cuando la llama lleg¨® a Brasil, el 3 de mayo, la presidenta Dilma Rousseff la recibi¨® en uno de sus ¨²ltimos minutos de gloria, d¨ªas antes de ser apartada del poder al iniciarse su proceso de destituci¨®n.
En esta convulsi¨®n pol¨ªtica, a a?adir a una crisis econ¨®mica, la antorcha empez¨® a recorrer el pa¨ªs. En Manaos (capital del Amazonas) fue recibida por el primer Batall¨®n de Infanter¨ªa de la Selva y su mascota, un jaguar llamado Juma. Ah¨ª tuvo su episodio m¨¢s sangriento: cuando Juma se acerc¨® demasiado a un soldado, fue abatida a tiros. El recorrido ha congregado tambi¨¦n a usuarios de Facebook que empezaron a movilizarse para apagar la antorcha en se?al de protesta. En YouTube empezaron a verse v¨ªdeos en los que los vecinos intentan apagar la llama con extintores o con cubos de agua. Otros intentan robarla. Pero los m¨¢s populares han sido aquellos que apelan a la brasile?a caracter¨ªstica de re¨ªrse antes las desgracias propias. Hay en la Red un mont¨®n de corredores portando la llama y d¨¢ndose de bruces contra el suelo. Una de las accidentadas fue Luiza Helena Trajano, due?a de los grandes almacenes Luiza (algo parecido a El Corte Ingl¨¦s). Ella respondi¨® a su batacazo con una campa?a publicitaria en sus tiendas, titulada ¡°Ahora lo que caen son los precios¡±.
Ning¨²n v¨ªdeo ha calado tanto como aquel en el que un polic¨ªa militar en moto atropella sin querer a uno de los guardias municipales que escoltaban la antorcha. Parte de la comitiva cae al suelo en una aparatosa escena y entonces, un hombre irrumpe con adem¨¢n heroico y, en otro gesto brasile?o, se hace un selfie.
Esto en s¨ª no es nuevo. Ya en Londres 2012 unos ni?os intentaron robar la antorcha ol¨ªmpica. En Pek¨ªn 2008 ya se hab¨ªa usado un extintor. Lo que diferencia a esta llama es la cantidad de accidentes y, por ende, su capacidad para sobreponerse. Tal vez esto la haga un poco brasile?a. Tal vez por eso llev¨® a los guardias municipales que custodiaban la llama en su paso por Caruaru (Pernambuco) a cantar emocionados una canci¨®n t¨ªpica del folclore brasile?o: ¡°Mi vida es andar por este pa¨ªs para ver si un d¨ªa descanso feliz guardando los recuerdos de las tierras por las que pas¨¦¡±.
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