La Real tumba a un Betis inoperante
Un gol de Carlos Vela le basta para solventar un partido desigual
Real Sociedad y Betis, m¨¢s que un partido se plantearon una prueba de esfuerzo: la Real, por atacar como fuera, el Betis, por defender como se pudiese. Los argumentos ten¨ªan m¨¢s que ver con el coraz¨®n que con la cabeza y el coraz¨®n era blanquiazul. Solo sonaba el suyo. El del Betis solo aparec¨ªa cuando se escuchaba el p¨¢lpito de su portero Ad¨¢n, al borde de la taquicardia cada vez que la Real sub¨ªa el colesterol del ¨¢rea. Porque era un mon¨®logo, un tic tac persistente de la Real, de principio a fin, que dominaba el bal¨®n, los espacios, la combinaciones y los remates.
El Betis parec¨ªa asumir su condici¨®n de sparring, con la ¨²nica aspiraci¨®n de parar los golpes. Y pasar de sparring a protagonista nunca es tarea f¨¢cil. Menos a¨²n, cuando Carlos Vela caz¨® con la suela un centro fant¨¢stico de Oyarzabal en la segunda mitad para batir a Ad¨¢n. El gol fue como la aplicaci¨®n de la ley de la gravedad en Anoeta: ten¨ªa que caer. Y cay¨®.
Y ah¨ª se le apag¨® el quinqu¨¦ al Betis, poco iluminado desde el principio, sin interruptor en el ¨¢rea rival, desconectado en el centro del campo e intermitente en defensa. Ni Petros ni Felipe Guti¨¦rrez eran rivales para Illarramendi y Zurutuza. Demasiado f¨ªsicos y volc¨¢nicos para rivales, que aplican la inteligencia sin rehuir el esfuerzo. El partido de ambos fue soberbio. Zurutuza llega a donde la Real no llega; Illarra est¨¢ donde la Real necesita siempre que est¨¦.
Si, adem¨¢s, por las bandas la superioridad es manifiesta, el Betis estaba condenado a sobrevivir a un incendio permanente. En la primera mitad le salv¨® Ad¨¢n cuando repeli¨® dos cabezazos de Willian Jos¨¦, en actos reflejos de mucho m¨¦rito. Rub¨¦n Castro pudo responder en un contragolpe que ataj¨® Rulli, m¨¢s r¨¢pido que el grancanario. Alex Alegr¨ªa dej¨® su sello en un remate a la media vuelta que demuestra su t¨¦cnica. Pero fue su ¨²nica muestra, un detalle, una foto. Nada m¨¢s. Porque al Betis le falta mucho para ser lo que quiz¨¢s quiera Poyet.
Y la Real se parece mucho a lo que quiere Eusebio. Sin aspavientos, pero con intensidad, la Real es profunda, no siempre acertada, pero persistente como el sirimiri. El gol cay¨® porque ten¨ªa que caer, construidos por dos jugadores que hacen de la t¨¦cnica su argumento prioritario. Cuando se juntaron, lleg¨® el gol. Demasiada monta?a para el Betis por m¨¢s que Poyet fuera modificando su equipo, su dibujo, su expectativa: en toda la segunda mitad no dispar¨® ni una sola a vez a puerta, como si solo confiara en un autogol de la Real.
La Real mantuvo su insistencia, aunque las ocasiones se guardaron en el ba¨²l de las alhajas. La Real no las quer¨ªa gastar, por m¨¢s que insistiera en sus centros H¨¦ctor Hernandez, un activista de la banda, y Zurutuza pusiera raciocinio en cada jugada. La Real gan¨® la prueba de esfuerzo en el minuto 60. El resto fue gimnasia de mantenimiento.
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