Barcelona-Real Madrid: un cl¨¢sico a bal¨®n parado
Dos goles de estrategia, de Su¨¢rez y Ramos, en el ¨²ltimo minuto, igualan un cl¨¢sico que los de Zidane jugaron muy c¨®modos hasta que apareci¨® Iniesta
No hay porter¨ªa que se resista a la cabeza de Sergio Ramos, tampoco la del Gol Sur del Camp Nou. El central expresa al Madrid irreductible y campe¨®n, ahora mismo un equipo m¨¢s optimista y seguro que el Bar?a. Los azulgrana van de empate en empate, quiz¨¢ porque no son ni una cosa ni otra, a veces mal y en ocasiones bien, atrincherados o desatados, sin la autoridad, regularidad ni la contundencia que se le supone al tridente, necesarias para cerrar partidos tan cambiantes como el del Camp Nou. La soberbia actuaci¨®n de Iniesta anunciaba un triunfo azulgrana que neg¨® el coraje de Sergio Ramos en un cl¨¢sico que de salida pintaba blanco por la sonrisa de Zidane.
Al Madrid le perdi¨® la comodidad, expresada en Benzema, y le redimi¨® la furia, personalizada en Ramos, y la fe de jugadores como Mariano. Hubo un momento en que tuvo el partido tan a su favor que pareci¨® darle igual ganar que perder, sabedor de que saldr¨ªa igualmente l¨ªder del Camp Nou. Ha aprendido a defender tan bien a Messi que no se entiende su vulnerabilidad en las faltas, el recurso que ha encontrado el Bar?a para decantar los ¨²ltimos cl¨¢sicos jugados en Barcelona. A favor de marcador, y animados por la carga ambiental, los barcelonistas jugaron media hora espl¨¦ndida que no supieron rematar Neymar ni Messi, igual de ausente en el partido que Cristiano Ronaldo.
Ning¨²n jugador simboliza mejor la indefinici¨®n del Bar?a que Andr¨¦ Gomes, de la misma manera que nadie afirma m¨¢s el estilo que Iniesta. Insisti¨® el t¨¦cnico con el volante portugu¨¦s en un momento en que le cuesta cuadrar la alineaci¨®n por las lesiones sangrantes (Iniesta), los esfuerzos hom¨¦ricos (Rakitic), las dudas estructurales (Sergi Roberto) y existenciales (Busquets), y tambi¨¦n las circunstanciales como el desfonde de Luis Su¨¢rez. La apuesta por un futbolista tan t¨ªmido como Andr¨¦ Gomes result¨® sorprendente para enfrentar a un rival que se columpiaba por la Liga sin reparar entre suplentes y titulares, implacable en cancha ajena, inaccesible sin Iniesta y en cambio abatido con Iniesta.
La serenidad del Madrid, muy aseado con Modric de mediocentro en una medular que se estiraba (4-3-3) y replegaba (4-4-2) para no quedar en inferioridad en 4-3-3 y 4-4-2, contrastaba con el arrebato del Bar?a. Jugaban los azulgrana muy destemplados y acelerados, tan impetuosos que no med¨ªan sus entradas en el ¨¢rea propia ¨Cel ¨¢rbitro muy bien pudo pitar un par de penaltis- ni tampoco sus entradas en la de Navas. Ter Stegen se mostraba tan inestable en la cancha como Neymar. El atropello barcelonista, sin embargo, descentr¨® al Madrid y el partido se convirti¨® en un disparate por las imprecisiones y la desorientaci¨®n de los dos equipos, turbados por el rugir del Camp Nou.
Nadie atend¨ªa al punto de calma que demandaban Modric y Busquets. Azulgrana y blancos se precipitaban, las p¨¦rdidas eran continuas, las faltas se suced¨ªan, la intensidad primaba sobre la paciencia y, sin profundidad, se impon¨ªan las salidas del Madrid por su costado izquierdo, mal defendido por los diestros azulgrana y bien atacado por Marcelo, y las escaramuzas de Neymar y alguna aceleraci¨®n de Messi, alejado de Navas. Mejor puesto, el Madrid avanz¨® progresivamente mientras reculaba el Bar?a, desequilibrado y sin tempo de juego, f¨¢cil de resumir en el desquiciado Neymar. Los azulgrana llegaban tarde y mal a la pelota jugada por Modric.
La agitaci¨®n de Neymar era tan notoria como la quietud de Messi. No sab¨ªa qu¨¦ hacer con el bal¨®n el Barcelona, penalizado por la ausencia de sus dos interiores, incapaz de dar con el 10. A excepci¨®n de Busquets, los mejores jugadores del partido eran del Madrid, sobre todo Lucas V¨¢quez y Modric. Alcanzado el descanso, Zidane pod¨ªa haber jugado sin portero porque no se recordaba ni una parada de Keylor Navas. Aunque no mediaron cambios, los azulgrana despabilaron en la reanudaci¨®n mientras calentaba Iniesta y desequilibraron el partido con el ¨²nico recurso que le funciona en sus citas con el Madrid: a bal¨®n parado marc¨® en su d¨ªa Mathieu y despu¨¦s Piqu¨¦ y ahora Luis Su¨¢rez.
Neymar forz¨® una falta de Varane y su centro fue cabeceado por el uruguayo en el primer tiro entre los palos del Bar?a. El partido gir¨® entonces decididamente a favor de los azulgrana, mejor organizados y dispuestos alrededor de Iniesta. El toque se impuso a la carrera y el pase a la conducci¨®n para suerte del Bar?a, m¨¢s a gusto con los ataques largos, la posesi¨®n y el control del juego, la pausa antes que el v¨¦rtigo, un terreno m¨¢s inc¨®modo para el Madrid. El gol atont¨® al Madrid, que si no tom¨® el 2-0 de inmediato fue porque a Neymar le fall¨® la punter¨ªa y Messi cruz¨® en exceso un tiro f¨¢cil para su zurda ante Navas. El Bar?a reencontr¨® su identidad futbol¨ªstica con Iniesta.
El manchego hizo jugar bien al Bar?a. Empeque?eci¨® Modric y aparecieron los centrocampistas azulgrana, los futbolistas que le dan personalidad y juego, santo y se?a del f¨²tbol del Barcelona. El Madrid, sin embargo, no se rindi¨® porque siempre fue consciente de la fragilidad defensiva del Bar?a en los c¨®rners y los libres directos e indirectos, por ejemplo en la falta tontamente concedida por Arda. Modric tom¨® el cuero y Sergio Ramos cabece¨® a la red en una reedici¨®n de la famosa jugada de Lisboa que entroniz¨® al Madrid. Aunque Casemiro sac¨® un bal¨®n bajo los palos, ya no hubo m¨¢s goles y el Madrid de Zidane sum¨® su partido 33 invicto y reforz¨® su liderato: +6
Muy fuerte en las ¨¢reas, el Madrid se fue muy contento y el Barcelona se recogi¨® con resignaci¨®n, convencido de que con Iniesta y Busquets en forma est¨¢ a tiempo de sobra todav¨ªa para disputar la Liga.
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