El Baskonia pierde el reloj y el partido ante el Maccabi
Un error absurdo en la ¨²ltima jugada le priva de una inmerecida victoria en Tel Aviv
No es la primera vez que el Baskonia se gu¨ªa por un reloj de arena. Se pone a mirar como caen los granos y se le va el tiempo. As¨ª lega a la paradoja, es decir, a perder un partido que pudo ganar y que debi¨® perder. Un punto abajo en el marcador, nueve segundos por jugar, bal¨®n en su poder, el Maccabi frot¨¢ndose los ojos como un ni?o al que le han perdido su regalo. Tiempo para pensar, tiempo para decidir, incluso tiempo para corregir. Todo se f¨ªa a Larkin, el puntillero, y sus compa?eros que se convierten en estatuas de sal, en la santa compa?a. Larkin yerra la penetraci¨®n, le frenan y tiene que pasar, mal, como mal menor, y nadie lo espera. Y Hanga que no sabe qu¨¦ hacer con el bal¨®n y lo pasa hacia atr¨¢s, atribulado, y el otro que no sabe qu¨¦ hacer con el bal¨®n... Y el reloj de arena que se queda sin granos y suena el bocinazo que le despierta de un sue?o posible en el que nunca crey¨®. Porque siempre fue consciente de que era un sue?o. Y pierde el partido (85-84). Y la vida europea, tan feliz hace tan poco, es ahora un hogar con los electrodom¨¦sticos averiados.
Maccabi, 85 - Baskonia, 84
Maccabi Fox Tel Aviv (22+24+23+16): Mekel (10), Goudelock (21), Landesberg (18), Miller (11), Iverson (4) -cinco titular-, Rudd (5), Ohayon (6), Alexander (2), Seeley (2), Devin Smith (6) y Pnini (-).
Baskonia (18+21+16+29): Larkin (15), Beaubois (16), Hanga (11), Tillie (6), Voitgmann (13) -cinco inicial-, Blazic (-), Budinger (-), Luz (2), Bargnani (17), Laprovittola (4) y Diop (-).
?rbitros: Belosevic, Ilija (Serbia), Lottermoser, Robert (Alemania) y Majkic, Mario (Eslovenia). Sin eliminados.
Partido correspondiente a la vig¨¦simo segunda jornada de la Euroliga disputado en el Menora Mivtachim Arena de Tel Aviv ante 8.250 espectadores.
El partido puede resumirse en un nombre propio: Sylven Landesberg. El neoyorquino tiene su cr¨¦dito, pero no es un anotador. En cierto modo resume la muerte y la resurrecci¨®n del Maccabi, tan vulgar para ser apalizado por el Baskonia y el Galatasaray, de forma cruenta, y tan art¨ªstico para vencer a Olympiacos y Fenerbahce. En resumen, un equipo de solistas que se comporta como si juntas a cinco guitarristas a discutir en un concierto qui¨¦n es el mejor. Pues bien, Landesberg ven¨ªa promediando tres puntos por partido en la Euroliga, ante el Baskonia anot¨® 18. No fue el m¨¢ximo anotador. Goudelock fue m¨¢s determinante, pero su progresi¨®n explicaba a la perfecci¨®n la regresi¨®n del Baskonia. Porque el Baskonia sin alma no tiene cuerpo. Las estad¨ªsticas, tan perfectas en el baloncesto, a veces se comportan como las encuestas electorales. El Maccabi solo hab¨ªa ganado 2 partidos de los ¨²ltimos 11 disputados. O sea, era un equipo en desbandada, el paseo perfecto para un Baskonia que es un valle con las riberas cada vez m¨¢s hundidas y los montes m¨¢s altos.
Pero sucede que el Maccabi lo hizo casi todo bien. Cuando un equipo anota f¨¢cil y el otro sufre para encontrar un mendrugo de pan, gana el que anota f¨¢cil porque antes quita el hambre. Unas veces Landesberg, otras Goudelock (siempre en los momentos decisivos), otras Miller, tan eficaz en sus gestos t¨¦cnicos como c¨®mico en sus gestos f¨ªsicos, otras Mekel, el base tan silencioso como estruendoso. A cambio, el Baskonia fall¨® en todo, en el rebote, en la anotaci¨®n, en el tiro exterior. Nunca fue por delante en el marcador. Prescindi¨® demasiado de Larkin, de Beaubois, de Barnagni, el sost¨¦n del equipo cuando el sufrimiento era su se?a de identidad.
Y, sin embargo, el partido le dio un billete para que cogiera el ¨²ltimo tren en el primer vag¨®n. No se sabe por qu¨¦, pero de pronto se vio posible ganador, el Maccabi tembl¨®, Larkin, que se torci¨® el tobillo, que se golpe¨® la cabeza contra una protecci¨®n, anot¨® los triples decisivos y el reloj de arena le dio nueve para que calculase su ¨¦xito y cometiera una injusticia. Fue legal y confes¨® su delito: no lleg¨® ni a tirar, enredado entre la arena el reloj como un ni?o embadurnado de crema. La fiesta de Vitoria no lleg¨® a Tel Aviv. Estaba muy lejos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.