¡°Surfeaba a escondidas¡±
Aitor Francesena, campe¨®n del mundo de surf adaptado, no renunci¨® al mar pese a saber que alg¨²n d¨ªa lo dejar¨ªa ciego
Aitor Francesena (Zarautz, 1970) se acaba de proclamar campe¨®n del mundo de surf en La Jolla, San Diego (California). Es ciego, no cree en el talento y ha corrido mucho para verlo todo.
- P. ?Surfea desde muy ni?o?
- R. Empec¨¦ con el skate. El surf era para gente de dinero y mis padres no se gastaban el dinero en tablas.
- P. ?A qu¨¦ se dedicaban?
- R. Mi padre era tornero y mi madre trabajaba en una f¨¢brica de conservas. No conceb¨ªan el hecho de que hiciese surf porque era un deporte de riesgo. Yo de ni?o ya hab¨ªa perdido un ojo. As¨ª que hac¨ªa surf a escondidas.
- P. Al final no pudieron con usted.
- R. Porque me puse a hacer tablas. Las primeras parec¨ªan submarinos de lo que pesaban. Pas¨¦ de tener prohibido a hacer surf a convertirse en algo fundamental en mi familia: com¨ªamos seg¨²n las mareas y mis abuelos del caser¨ªo me llevaban y tra¨ªan las tablas. Y aquellos aldeanos que nunca bajaban a la playa, que le ten¨ªan pavor al mar, conoc¨ªan y trataban la tabla con un mimo de la leche, mejor que cualquiera.
- P. Usted tiene talento.
- R. No, qu¨¦ voy a tener.
- P. ?Qu¨¦ tiene entonces?
- R. No creo en el talento. El talento es producto del trabajo. Un ejemplo: dos ni?os bajan a hacer surf y uno, con menos horas, lo hace mejor que el otro. Podr¨ªa decirse que tiene m¨¢s talento, ?verdad? Pero el verano anterior los dos estuvieron en la playa, y uno de ellos jugaba con la arena y el otro miraba el mar. ?Qui¨¦n tiene el don?
- P. ?Por qu¨¦ le llaman Gallo?
- R. Hace 40 a?os Zarautz se divid¨ªa en dos: la parte de la playa, en donde viv¨ªa la gente rica, y la de atr¨¢s. Para ir al cole cruzaba Zarautz por esa zona obrera hasta llegar a una calle en la que hab¨ªa punkis y malotes. Iba a buscar a un amigo y al llegar a su casa le gritaba por el patio interior: ¡°Mateeeeeeo¡±. Y bajaban a toda hostia los punketas de cresta con unos cuchillos enormes, me pon¨ªan uno en el cuello y me dec¨ªan: ¡°Haz la gallina¡±. As¨ª que yo me pon¨ªa a imitar a la gallina: ¡°Clo-clo-clo-cloooo¡±. Y nada, pues gallo.
- P. Usted nace con un glaucoma.
- R. Cada tres meses ten¨ªa que ir al m¨¦dico. Para ver si ten¨ªa presi¨®n en los ojos me apoyaban una aguja en la c¨®rnea. No pod¨ªa con eso, me pon¨ªan la anestesia general. Cuando tocaba m¨¦dico, me escond¨ªa entre la paja del caser¨ªo, me sub¨ªa a un ¨¢rbol... Montaba unos cristos que se pon¨ªa todo el pueblo a buscarme.
- P. ?Cu¨¢ndo sabe que se va a quedar ciego?
- R. A los trece a?os perd¨ª el primer ojo y pens¨¦: ¡°Al loro, que queda uno¡±. Pero eres un cr¨ªo, pasas de todo. A los 25 me empez¨® a fallar el otro y ah¨ª s¨ª ya piensas que va en serio.
- P. ?Y qu¨¦ hace?
- R. Correr. Me niego a tener novia, viajo por todo el mundo, compito en todos los continentes. Quiero verlo todo antes de no poder ver nada. Guardar las im¨¢genes. Ver puestas de sol, monta?as, el mar, la gente.
- P. ?Por qu¨¦ no iba a tener novia?
- R. No pod¨ªa tener nada serio: s¨®lo quer¨ªa correr. Hace a?os me encontr¨¦ con una de las chicas que m¨¢s he querido en el polideportivo de Zarautz, los dos en la bici est¨¢tica. Ya estaba ciego, empezamos a hablar y le dije: ¡°?Te acuerdas de aquel d¨ªa que te dije que ten¨ªa que correr?¡±. Y ella respondi¨® que ahora lo entend¨ªa.
- P. Vio nacer y crecer a su hija.
- R. Lo hice. No hacerlo era uno de mis miedos, pero llegu¨¦, lo vi.
- P. ?C¨®mo hace surf?
- R. Escucho el mar antes de entrar y cuando entro voy sabiendo c¨®mo est¨¢. El sonido informa de la fuerza que tiene, la altura de las olas y su dureza. Despu¨¦s pregunto si tira para la izquierda o la derecha. Cuando viene la espuma ya s¨¦ a qu¨¦ distancia est¨¢ y seg¨²n la distancia me meto por debajo y paso la ola remando perfectamente.
- P. ?Y en la tabla?
- R. Un compa?ero avisa: ?viene una ola! Empiezo a remarla y el compa?ero me dice: ¡°3, 2, 1...¡± para darme la distancia que queda para tenerla encima. En cuanto noto la curva me pongo de pie y surfeo. Voy subiendo y bajando a pared, y en relaci¨®n a la subida o bajada, y la verticalidad, ya empiezo a meter maniobras.
- P. ?C¨®mo perdi¨® el segundo ojo?
- R. Tuve dos intentos de trasplante de c¨®rnea que no funcionaron. Cuando ya quedaba poco para el tercero, me ca¨ª de una ola con el ojo abierto e impact¨® contra el mar. Revent¨® todo, se abri¨® la c¨®rnea y sali¨® el ojo para fuera. Un ojo es un reloj: si lo rompes saltan todos los muelles. Fue aqu¨ª, en Zarautz.
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