El arrebato de Neymar y Su¨¢rez
El uruguayo provoc¨® un penalti decisivo y junto al brasile?o contagi¨® al equipo y la grada su fe en voltear la eliminatoria
La primera pelota que toc¨® fue para sacar de centro, un pase corto a Messi para que iniciara el juego. La segunda, dos minutos y medio m¨¢s tarde y tras un barullo m¨¢s propio de nerviosismo que de f¨²tbol, fue un toque suave con la coronilla que super¨® por arriba a Trapp y su salida en falso. El bal¨®n, a c¨¢mara lenta, entr¨® en la porter¨ªa aunque Meunier la rechaz¨® a destiempo cerca de la raya y puso la duda. Dur¨® bien poco, porque la UEFA instala en la Champions la tecnolog¨ªa que a¨²n no est¨¢ vigente en la Liga. Y Luis Su¨¢rez, el Carpanta del ¨¢rea, sali¨® escopeteado al tiempo que agitaba los brazos y gritaba con fiereza su gol. Le bastaron dos toques para explicar que el Bar?a cre¨ªa en la remontada. ?l, el primero. Neymar, genial y desequilibrante, el segundo.
Apenas tres d¨ªas m¨¢s tarde del batacazo de Par¨ªs, Luis Su¨¢rez acudi¨® a un acto para dar la cara, para explicar que dol¨ªa, pero no mataba. Todav¨ªa no. ¡°Nos peg¨® fuerte¡±, reconoci¨®; ¡°pero se puede¡±. Un discurso que interioriz¨® el 9 y que transmiti¨® a sus compa?eros porque en el vestuario ya se sisea en plan de broma que mejor no ganarle ni al parch¨ªs por los rebotes que se pilla. Es la ambici¨®n de un jugador hecho a s¨ª mismo, de un futbolista que se march¨® de Uruguay para un discreto Groningen y que a base de trabajo y goles alcanz¨® el 9 del Bar?a.
Exige el Camp Nou violinistas, jugadores de buen toque y mejor asociaci¨®n que entiendan el adorno como algo natural. Pero siempre ha aceptado a futbolistas m¨¢s toscos pero desprendidos (Eto¡¯o y Puyol, sin ir m¨¢s lejos), que se resisten a dar un bal¨®n por hu¨¦rfano hasta que el rival, el colegiado o los l¨ªmites del campo dictaminen lo contrario. Y Luis Su¨¢rez se ha ganado el coraz¨®n azulgrana por su entrega, por su garra, porque tanto le da que sea el minuto uno que el 90, porque dignifica su oficio con goles y sudor. Como frente al PSG.
Aunque al equipo le costaba enlazar con ¨¦l porque hab¨ªa dos l¨ªneas pobladas por delante, Su¨¢rez batall¨® con ferocidad por su parcela con los dos centrales contrarios, que se lo repart¨ªan como buenos hermanos: Marquinhos si ca¨ªa a la derecha; Thiago Silva si lo hac¨ªa por la izquierda. Brazos, piernas y todo lo que fuera val¨ªa si se cobraba un hueco, un respiro para expresarse en el ¨¢rea. Pero como el bal¨®n no le llegaba demasiado, se subray¨® tambi¨¦n sin la pelota en los pies porque no le hac¨ªa ascos a los desplazamientos laterales para originar espacio para las rupturas de Messi. Aunque Su¨¢rez, uruguayo de garra, jug¨® tambi¨¦n otro partido; el que se celebraba a cada ocasi¨®n que la pelota se deten¨ªa y el PSG hac¨ªa de trilero. As¨ª, contaba con la mano arriba y los dedos los segundos que tardaba el portero en sacar de porter¨ªa, se encaraba con Meunier por una patada, protestaba al colegiado con su ya caracter¨ªstico gesto de mover la mano de arriba abajo y hasta se com¨ªa al juez de la l¨ªnea de fondo hasta que este corrigi¨® al ¨¢rbitro y se?al¨® penalti sobre Neymar, el otro mosquetero que tambi¨¦n agit¨® el duelo.
Su ambici¨®n, ilimitada, contagi¨® a todos e incluso al p¨²blico, que acept¨® de buen gusto desga?itarse un tanto m¨¢s la garganta cuando levant¨® los brazos pidiendo un ¨²ltimo esfuerzo. Pero Cavani apareci¨® y su chut desmont¨® las ilusiones. No las suyas, que recogi¨® el testigo de Neymar (gol de falta) para provocar un nuevo penalti y una nueva esperanza. Y vali¨® lo suyo porque Sergi Roberto la meti¨® antes de los tres pitidos finales. Neymar fue la espoleta y Luis Su¨¢rez, coraz¨®n de le¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.