Guardiola y los papistas
Cay¨® el City en la Champions y los devotos del t¨¦cnico dijeron que la culpa fue de los jugadores. Pues claro que fue de ellos. Como lo fue en aquellos tiempos de triunfos
Habiendo recibido noticias de que el individuo que calienta las bolas en los sorteos de la UEFA ha sido despedido de manera fulminante, despido sin duda procedente dado que lleg¨® tarde a la que es su ¨²nica tarea en la vida, la de conseguir mediante sencillos artificios cal¨®ricos que el kinder que se le adjudique al Real Madrid sea el del peor equipo de cuantos hay en liza, pasemos a hablar de cosas serias.
Y pocas cosas hay m¨¢s serias que todo lo que ata?e a Pep Guardiola, descubridor del f¨²tbol moderno seg¨²n sus m¨¢s acreditados hagi¨®grafos, magn¨ªfico y condecorado entrenador seg¨²n la panda de ateos de la que este opinador forma parte. El t¨¦cnico ha vivido su particular (una m¨¢s) semana de pasi¨®n. Pero nada mejor para ilustrar el tema que comenzar con una frase que desliz¨® hace poco Diego Pablo Simeone. Fue preguntado el entrenador del Atl¨¦tico por su partido 100 de Liga en el Calder¨®n y as¨ª respondi¨®: ¡°Nosotros, los entrenadores, tenemos un mont¨®n de ideas y no hay muchas diferencias entre un entrenador y otro. Hay pocas, matices, maneras de contagiar¡ Pero lo importante son los futbolistas¡±. Acab¨¢ramos. Lo importante son los futbolistas. Pero esto no cuadra con cuanto le¨ªmos y escuchamos cuando Guardiola apareci¨® en Inglaterra para hacerse cargo del Manchester City. Lleg¨® all¨ª el t¨¦cnico a evangelizar a aquellos b¨¢rbaros. Eso se dec¨ªa, al menos, desde el guardiolismo m¨¢s devoto, que tanto da?o ha hecho y hace a Guardiola. Lo mismo dio que ¨¦l mismo negara con insistencia su condici¨®n de catequista: ¡°No he venido aqu¨ª a cambiar nada ni a ense?ar nada¡±. Palabras. Los papistas no hicieron ni pu?etero caso al Papa. Guardiola iba a poner del rev¨¦s el f¨²tbol brit¨¢nico. Y punto. El jeque que gobierna y paga en el City accedi¨® a la mayor¨ªa de sus pretensiones y se dej¨® en la ventanilla de fichajes m¨¢s que nadie en el mundo, 213 millones, am¨¦n de convertir al t¨¦cnico en el mejor pagado del planeta. Poco a poco las cosas se torcieron en la Premier. Esto no era el Bayern, que en la pretemporada ya celebra el siguiente t¨ªtulo de Liga. El City empez¨® a descolgarse, a acumular desastres, y los periodistas ingleses, p¨¦rfidos como son, comenzaron a cuestionar no a los jugadores sino a Guardiola. Este se defendi¨® con alguna que otra mala cara, demostrando su condici¨®n humana. E insisti¨® en que ¨¦l no hab¨ªa acudido a las islas a cambiar nada. Dijo, incluso, que todav¨ªa ten¨ªa que aprender c¨®mo era el f¨²tbol ingl¨¦s.
Quedaba, sin embargo, la Champions. Y en el horizonte apareci¨® el M¨®naco. ¡°Nos matar¨¢n si no ganamos¡±, declar¨® el t¨¦cnico. No ganaron. Entre el mill¨®n de formas de entender el f¨²tbol, Guardiola ha elegido una. Con ella va a morir y eso le honra. Fue la que le encumbr¨® en aquel inolvidable Bar?a repleto de extraordinarios jugadores y con uno de leyenda. En el City no tiene ni a esos extraordinarios jugadores ni al de leyenda, que sigue llevando el 10 en el Bar?a. Tras su eliminaci¨®n en Europa nos despertamos con las brutales cr¨ªticas de la prensa inglesa, ¡°el plan de la derrota¡± llamaron al sistema de Guardiola, y con la inmediata respuesta de quienes a este lado del continente lavan, cosen y planchan el vestido del santo, a quien ya buscan un lugar de honor en el martirologio del f¨²tbol mundial. La culpa, dijeron, fue de los jugadores. Pues claro que fue de los jugadores. Como lo fue en aquellos lejanos triunfos. Porque en el f¨²tbol, y en el de Guardiola tambi¨¦n, lo importante son los futbolistas, como sostiene el ¨²nico t¨¦cnico en el mundo capaz de arrebatar en los ¨²ltimos tres a?os un t¨ªtulo de los grandes al Madrid y al Bar?a. Simeone se llama.
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