Caer o no caer, esa es la cuesti¨®n
El esloveno Roglic gana en Bilbao en un accidentado final de etapa
Que si un cono, que si un bolardo, que si una curva de 90?, que si... al suelo. No tiene suerte Bilbao con las carreras ciclistas, siempre alteradas por los accidentes, las circunstancias, por su pasi¨®n por los descensos prologados desde el alto de Ganguren y su llegada a la Gran V¨ªa, la vena aorta de la ciudad. Y no una vez sino dos veces en la etapa, como si el ciclista tuviese activo el disco duro cuando llega el final de a carrera. Y se fueron cayendo, que si un cono separando la carretera, que si un bolardo, que si una curva de 90?... Y la lista de retirados que se incrementa porque el asfalto no tiene piedad con mu?ecas, hombros, brazos, clav¨ªculas.
En la ¨²ltima, en la curva de 90? que daba acceso a la recta final tras un prolongado descenso, se cayeron unos cuantos y en el revoltijo de ciclistas y bicicletas se encontraba Alberto Contador, que ya hab¨ªa sufrido un pinchazo -cambio de bici incluido- y una ca¨ªda. Contador contando uno a uno los riesgos que le acechan y le quieren y le persiguen. En los l¨ªos que se llevaron al m¨¦dico a varios ciclistas, entre ellos Luis Le¨®n S¨¢nchez, en camilla.
Demasiadas sorpresas para la la cotidiana rutina. Demasiado riesgo para una c¨¢bala que le dio el triunfo al esloveno Primoz Roglic, que entr¨® en la meta de Bilbao con los brazos apoyados en el manillar, la cabeza entre los codos, buscando solo esa l¨ªnea blanca que te anuncia el ¨¦xito sin importarle una higa que el pelot¨®n a dos segundos apretara los dientes hasta tragarse el esmalte en una persecuci¨®n in¨²til. Se hab¨ªa escapado bajando en lo que que parec¨ªa una escaramuza m¨¢s de esas que alegran los finales previsibles.
El australiano Matthews se mojaba los labios saboreando la segunda victoria porque su sprint es el m¨¢s poderoso de la carrera. Pero Roglic manten¨ªa su ventajilla, algo as¨ª como la distancia que separaba un sem¨¢foro de otro en las largas avenidas, como si los pasara en ¨¢mbar jugueteando con el pelot¨®n. Le cogen, seguro que le cogen, se escuchaba decir en las aceras. Le cogen... pero no le cogieron y le falt¨® un segundo, solo un segundo para haberse puesto l¨ªder de la carrera, ¨¦l, con sus brazos recostados en el manillar, la mirada hacia el suelo y rechinando los dientes.
Solo cuando gan¨® los levant¨® al cielo, alz¨® la vista y mir¨® hacia atr¨¢s para medir su victoria. Y por detr¨¢s estaba un exiguo pelot¨®n. El resto se hab¨ªa quedado atascado en la curva de 90?, unos en el suelo, bordeando tubulares y manillares. Entre ellos Alberto Contador que lleg¨® a m¨¢s de un minuto, aunque la ca¨ªda sucedi¨® en el ¨²ltimo kil¨®metro lo que invalida el tiempo perdido y le mantiene atento a la etapa reina de ma?ana, con final en Arrate y la contrarreloj, seguramente decisiva del s¨¢bado en Eibar.
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