Marcador
El Bernab¨¦u lleva dos jornadas consecutivas con un desfase entre el resultado real y el que los jugadores locales creen
Hay un marcador oficial, al que normalmente llaman luminoso, y hay otro marcador en las cabezas de los jugadores. Suele ser el mismo: si un equipo est¨¢ ganando 1-0, los jugadores creen que est¨¢n ganando 1-0. Pero el f¨²tbol no es una ciencia. El Bernab¨¦u lleva, por ejemplo, dos jornadas consecutivas con un desfase entre el resultado real y el que los jugadores locales creen. En el cl¨¢sico ayudaron unas 80.000 personas, con permiso de los abonados que cedieron sitio a los cul¨¦s: el resultado era de 2-2, algo que casi daba la Liga al Real Madrid. Pero el p¨²blico, en lugar de estar sentado apretando los pu?itos y no queriendo ver el final, como se hace cuando se va a ganar un t¨ªtulo, se encontraba de pie exigiendo sangre, como se hace cuando se puede salvar la categor¨ªa.
Daba igual que el Madrid jugase con uno menos, que el resultado fuese bueno, que el Barcelona tuviese a Messi, que faltasen tres minutos; en ese momento daba igual la enfermedad, los divorcios, los embargos, las drogas, el terrorismo y el desempleo. El Bernab¨¦u cre¨ªa de tal forma que si tuvi¨¦semos tres jugadores menos en el minuto 95 hab¨ªa que intentarlo. Fracasa otra vez, fracasa mejor: el descuento es el ¨²nico momento de un partido en el que las frases de mierda tienen sentido.
En aquellos arreones del Madrid hab¨ªa dos grandes noticias. La primera es que consideraba al Bar?a igual que a cualquiera. La segunda es que no lo era. Pero la atm¨®sfera del campo hab¨ªa distorsionado el resultado entre los jugadores, que atacaban como si fuesen dos goles por detr¨¢s. Y eso tiene una explicaci¨®n: se debe a un efecto reflejo producto de tanta remontada. Al Madrid le llega el minuto 80 y es como esos hombres que a las nueve de la noche entran en el bar porque ya no saben qu¨¦ hacer o porque nunca han hecho otra cosa.
Algo parecido ocurri¨® el s¨¢bado, en el Madrid-Valencia. Los blancos ganaban 1-0, fallaron un penalti y autom¨¢ticamente empezaron a jugar como si perdiesen por dos goles. Hasta la grada se calent¨® un poco, de tal manera que parec¨ªa que hab¨ªa que vengar alguna clase de afrenta. Ese derroche sin sentido del Madrid, esa euforia infantil, ese esfuerzo que no ten¨ªa ning¨²n rumbo consigui¨® encauzarse finalmente gracias al gol del Valencia. Parejo le dio sentido a la ansiedad del Madrid. Parejo puso en el marcador el mismo resultado con el que jugaban los madridistas, y de esta manera Marcelo solo tard¨® unos minutos en marcar otro gol: porque lo necesitaba. Cuando uno busca goles que no necesita tiende a fallarlos. Incluso a recibirlos.
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