Jungels vence y Dumoulin ejerce de patr¨®n bondadoso y justo del Giro
El l¨ªder ordena frenar al pelot¨®n para esperar a Nairo, que se hab¨ªa ca¨ªdo bajando un puerto
El Giro es cosa de j¨®venes grandes y limpios del Benelux, y los peque?os sobreviven. El l¨ªder de rosa es un gigante holand¨¦s cuyas buenas maneras desmienten a sus cejas sombr¨ªas y negras, Tom Dumoulin, y en B¨¦rgamo, donde la madre de Gimondi repart¨ªa el correo en bicicleta, gan¨® Bob Jungels, luxemburgu¨¦s hermoso de blanco, como mejor joven y potente como una locomotora, que atac¨® en la ciudad alta y sus callejuelas empedradas y empinadas, y esprint¨® con m¨¢s velocidad a¨²n, y m¨¢s potencia, en la calle por donde paseaba Juan XXIII antes de ser Papa. Una avenida amplia en la que una docena (todos los buenos y algunos especialistas) le disputaron la victoria y los segundos. Termin¨® segundo, detr¨¢s de ¨¦l, Nairo Quintana, que se hab¨ªa ca¨ªdo unos kil¨®metros antes. El l¨ªder, un Shrek o as¨ª, tan grandote, bondadoso y bonach¨®n, mand¨® parar al pelot¨®n, frenar su marcha en un descenso, hasta que el colombiano regres¨®. La etapa fue una peque?a cl¨¢sica. Se corri¨® como si no hubiera ma?ana, sin aliento.
"Es un gesto que agradezco, y que es importante que se d¨¦", dijo el lac¨®nico colombiano que, con los seis segundos de bonificaci¨®n, se queda a 2m 41s de Dumoulin en la general. El lunes hay descanso, el martes, el ¨²ltimo martes del Giro, comienza la tercera semana. Lo hace con el Mortirolo por su lado llamado suave y con doble ascensi¨®n al padre Stelvio, Cima Coppi (2.758 metros), y descenso final a Bormio. En un descenso del Stelvio nevado gan¨® Nairo su Giro de 2014; en un descenso soleado de una monta?ita lombarda estuvo a punto de perder el del 17 el colombiano, que con su sprint en B¨¦rgamo en busca de la victoria, exaltado por la adrenalina del susto, quiso quiz¨¢s demostrar como un torero tras la cogida que no est¨¢ tocado para nada, y que miedo, ¨¦l, nunca.
El Miragolo es un montecito propiedad del obispo de B¨¦rgamo, y en la cima, a 940 metros, hay un pueblecito, San Salvador, donde fabrican relojes de p¨¦ndulo muy apreciados desde hace siglos. Como p¨¦ndulos regulares y muy veloces, tic-tac de taquicardia, casi como metr¨®nomos viv¨ªsimos, subi¨® el pelot¨®n del Giro a San Salvador, y lo baj¨® m¨¢s r¨¢pido todav¨ªa, y con cuidado tambi¨¦n, pues la carretera es casi tan vieja como los viejos relojes esmaltados, y llena de baches y estrecha, y con gravilla en las cunetas. A menos de 40 kil¨®metros de B¨¦rgamo, en una curva, v¨ªctima de la fuerza centr¨ªfuga y del mal piso, Nairo sali¨® despedido a la cuneta. Sin un rasgu?o, aparentemente, se levant¨® e intent¨® volver a pedalear en una bicicleta inservible. Le prest¨® la suya para continuar su compa?ero Jos¨¦ Joaqu¨ªn Rojas, varias tallas m¨¢s grande. Unos centenares de metros despu¨¦s le alcanz¨® el coche del equipo, que, tras peligrosa maniobra de su conductor, se detuvo en la cuneta para proveerle de su bici de recambio.
El pelot¨®n, respetuoso, liderado por un Dumoulin con las ideas muy claras sobre el fair play, redujo su marcha hasta que Nairo, acompa?ado de todo su equipo, volvi¨® al grupo. Si hubiera acelerado el grupo, quiz¨¢s Nairo habr¨ªa perdido definitivamente el Giro. A la etapa que comenz¨® a m¨¢s de 50 por hora y termin¨® cuando casi no hab¨ªan tenido tiempo para colocar las vallas en B¨¦rgamo, le quedaba solo la ascensi¨®n al Selvino y el peligroso descenso a Nembro por la v¨ªa de las 19 curvas de horquillas que hacen de la ladera del monte un peque?o Alpe d'Huez. Despu¨¦s, sin tiempo para respirar, llegaba la subida a la B¨¦rgamo Alta y vieja, de puertas estrechas y callejones de piedras irregulares en el piso que obligaban a los corredores a marchar botando y en fila de a uno. Una alianza del equipo del l¨ªder con el Bahr¨¦in de Nibali o el FDJ de Pinot o el Orica de Yates habr¨ªa propiciado el desastre para el l¨ªder del Movistar.
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