Un rey nunca se quiere jubilar
Francesco Totti, legendario capit¨¢n de la Roma, se despide a los 40 a?os del club de su vida, que le ha mostrado la puerta de salida tras un a?o crepuscular
Algunas personas aman tanto su trabajo, a sus compa?eros, pasar tiempo en la oficina... que cuando llega el d¨ªa de la jubilaci¨®n hacen como si la cosa no fuera con ellos. Son gente de gustos sencillos, ninguna extravagancia, capaces de convertir la rutina en una obra de arte. En parte por eso, Francesco Totti,?41 a?os, diez tornillos en el tobillo y una placa de acero en la pierna, leyenda de la Roma y ¨²ltima expresi¨®n de un f¨²tbol que se extingue a partir de hoy, ha consentido durante tanto no jugar ni un minuto y consumir su genio en el banquillo de la Roma. Ha sido triste para los aficionados e inc¨®modo para los entrenadores, que como dijo y pudo comprobar ayer Luciano Spalletti, solo aspiraban a gestionar al atleta porque sab¨ªan que, tarde o temprano, se los zampar¨ªa el mito. A ¨¦l le apetec¨ªa tan poco marcharse, que ni siquiera sabe qu¨¦ va a hacer hoy por la tarde.
Sus entrenadores solo aspiraban a gestionar al atleta porque sab¨ªan que, tarde o temprano, se los zampar¨ªa el mito
En el Ol¨ªmpico estaba todo vendido desde que se supo que era su ¨²ltimo partido. Muchos tifosi de pie. Ah¨ª estaba Pietro, un enjuto y hosco panadero del Testaccio, el barrio m¨¢s romanista de Roma, que lleva 25 a?os viendo jugar al mito. Hace tanto tiempo que debut¨® el Capitano, que ni siquiera hab¨ªan nacido la mitad de jugadores que esta temporada se han enfrentado a ¨¦l en la Serie A. Muchos de los espectadores que le aplaudieron ayer han crecido con ¨¦l y no saben lo que es un Roma sin su capit¨¢n. Por eso, no hab¨ªa ni un solo motivo de alegr¨ªa en la grada, que al final del partido termin¨® llorando desconsoladamente con su capit¨¢n hasta que se apagaron las luces del estadio horas despu¨¦s. ¡°Esperaba que este momento no llegase nunca. Tengo miedo¡±, dijo en su despedida, en ese romanesco cerrado que ni sus compa?eros de selecci¨®n entend¨ªan.
Era un mal d¨ªa para las emociones, porque la Roma se jugaba la segunda posici¨®n, la entrada directa en Champions y muchos millones de euros. Totti no sali¨® de inicio, como en el resto de partidos de la temporada. Se le esperaba para el final. Marc¨® primero el G¨¦nova, 16? clasificado, en el minuto 3, y empat¨® pocos despu¨¦s Dzeko empujando con la cadera un rebote propio. Hab¨ªa que matar r¨¢pido el partido para que saliese lo antes posible el hombre del d¨ªa. Fue en el minuto 54, cuando el partido transcurr¨ªa fall¨®n, tosco y algo aburrido. Un clima muy habitual ¨²ltimamente en el estadio de la Roma. Y en esas se puso el brazalete por ¨²ltima vez. Corr¨ªan ya 786 partidos y 307 goles. Un pase largo perfecto y una croqueta. Puede que viejo, pero un genio. Y el estadio -y tambi¨¦n el partido- se volvi¨® loco cuando marc¨® De Rossi, el otro capit¨¢n. A partir de aqu¨ª hubo de todo. La tuvo Totti en el 54 y termin¨® marcando Perotti en el 90.
El ¨²ltimo bal¨®n que pate¨® Totti con la Roma fue en el c¨®rner de la curva sur, con cierta desgana, confundi¨¦ndose con el resto y liquidando el partido a la vez que su carrera. Pero ingresa hoy en un Olimpo donde no hay tantos como ¨¦l. Puede que encuentre esper¨¢ndole Ryan Giggs y a Paolo Maldini, con qui¨¦n nunca tuvo gran sinton¨ªa. Tambi¨¦n, pr¨®ximamente, a Pirlo y a Gigi Buffon. Pero no conviene enga?arse, es mucho m¨¢s f¨¢cil ser fiel a un equipo cuando se ganan ligas y Champions. Su caso es ¨²nico en muchos aspectos. Nadie ha levantado tan poco en 25 a?os -una Serie A, dos Copas de Italia, dos Supercopas de Italia y, eso s¨ª, un Mundial- y ha sido tan admirado. De modo que no hagan escoger a un romanista entre su equipo, especialmente en los ¨²ltimos tiempos, y el Capitano. Se quedar¨ªan sorprendidos.
La devoci¨®n por ¨¦l no tiene l¨ªmites. Ayer centenares de aficionados que viven fuera de Italia se subieron a un avi¨®n y cruzaron Europa para verle trotar por ¨²tlima vez. Marco, ingeniero que trabaja en Malm?, lleg¨® el viernes con toda su familia, uniformada con el 10 a la espalda. Su odisea tiene que ver con esa ins¨®lita fidelidad del jugador. A Totti le quisieron el Real Madrid y el Mi¨¢n, donde podr¨ªa haber ganado todos los t¨ªtulos individuales y colectivos y cubrir de oro a toda su familia. Pero su amor por la Roma -y por Roma- le convirtieron en uno de esos deseos que siempre ser¨¢n inalcanzables.
La leyenda de Totti en el equipo de su vida acaba de forma extra?a. Es dif¨ªcil de entender, pero ¨¦l quer¨ªa seguir.
La leyenda de Totti en el equipo de su vida acaba de forma extra?a. Es dif¨ªcil de entender, pero ¨¦l quer¨ªa seguir. ?l mismo lo ha dicho estos d¨ªas. No le importaba que en septiembre fuera a cumplir 41 a?os ni que el banquillo se hubiera convertido en su segunda casa. De hecho esper¨® hasta el ¨²ltimo minuto novedades y fue Monchi, el nuevo director deportivo -dicen que con el ¨²nico que se lleva bien ahora- el primero en ser claro con ¨¦l. La oferta era seguir como t¨¦cnico a su lado, o buscarse la vida fuera. Tras meses de hip¨®critas y complacientes comentarios de Spalletti, tah¨²r y entrenador a partes iguales, se hab¨ªa acabado.
Totti es el ¨²ltimo rey de Roma. Se lo dijo Maradona el otro d¨ªa. Pero lo saben incluso en la Lazio, donde la s¨ªntesis del odio m¨¢s visceral hacia el rival no impidi¨® que sus ultras le reverenciasen, a su manera, con una pancarta en la curva norte [¡°Los enemigos de una vida despiden a Totti] y un comunicado. ¡°Has logrado el respeto. Un apret¨®n de manos a un adversario que, despu¨¦s de tantos a?os, deja el terreno de juego. De parte de tus mejores enemigos¡±. Totti lleg¨® a tener un despacho en el club y a decirle a los distintos alcaldes de la ciudad lo que deb¨ªan hacer en las celebraciones de la Roma o con el nuevo estadio. Pero los "americanos", como llaman aqu¨ª a los due?os del club desde 2011, le pidieron que se dedicar¨¢ solo a ser futbolista. Totti, sin embargo, siegue pensando que un rey nunca se jubila.
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