Usain Bolt se lesiona en su posta y no finaliza el 4x100 del Mundial de Atletismo de Londres
El gigante jamaicano se lesiona a 50 metros de la l¨ªnea de meta en su carrera final. Gran Breta?a consigue el oro, Estados Unidos, la plata y Jap¨®n, el bronce
En caso de duda, imprime la leyenda, dice el periodista que se inventa que James Stewart mat¨® a Liberty Valence. En caso de duda, escribe que Usain Bolt cay¨® como un h¨¦roe abatido en su ¨²ltima batalla, a 50 metros de la meta, con el testigo en la mano. Ser¨ªa un epitafio ¨¦pico para el deportista que convirti¨® al atletismo en un show, que ¨¦l, Usain Bolt, el competidor que odia perder, nunca escribir¨ªa. Una pel¨ªcula en la que nunca actuar¨ªa. Fulminado como un rayo por el dolor que desgarra su pierna izquierda,? el hombre m¨¢s r¨¢pido del mundo trastabilla, avanza unos pasos, y cae al suelo. Arroja el testigo con rabia. Como los soldados a los que se extrae una bala sin anestesia, muerde la cadena de oro que cuelga de su cuello y aguanta como puede el dolor, sin gritar. Roto.
Estaba en terreno desconocido. Eran su final de curva e inicio de recta, sus pasos para lanzarse y tomar el palo de su amigo Yohan Blake, como tantas triunfantes veces hab¨ªa ocurrido. Pero ah¨ª se acababa su parecido con la realidad dorada en la que ha vivido su d¨¦cada como el atleta m¨¢s grande, m¨¢s r¨¢pido, m¨¢s triunfador. Pelea como nunca y pierde como el s¨¢bado pasado. Persigue a dos chavales 10 a?os m¨¢s j¨®venes que ¨¦l, que corren bastante m¨¢s r¨¢pido. Uno es un norteamericano muy menudo que ya le hab¨ªa derrotado dos veces en Londres, Christian Coleman, y el otro, un ingl¨¦s nacido en Londres y crecido y hecho atleta en la tierra de sus padres, Jamaica, por supuesto, Nethaneel Mitchell Blake. Desde el suelo no lo puede ver, aunque le habr¨ªa gustado, y habr¨ªa sonre¨ªdo amargamente incluso. Tiene la cara pegada al tart¨¢n, a la pista de 100m que cuando volaba, hace nada, hace un a?o solo, era capaz de atravesar en menos de 10s pisando el suelo, casi despectivo, 2s solo. No ve el final. El intento desesperado de Coleman, el subcampe¨®n del mundo, por superar a Mitchell Blake, un especialista en 200m al que el rugido de la masa alimenta. El norteamericano no puede. El Reino Unido gana el relevo (37,47s), el segundo pa¨ªs europeo tras Francia que lo consigue en la historia de los Mundiales. Estados Unidos vuelve a caer, como en los anteriores cuatro Mundiales y tres Juegos Ol¨ªmpicos intercalados de la llamada era Bolt del atletismo. Su rival, como hab¨ªa anticipado Coleman, l¨²cido, no era Jamaica.
Los brit¨¢nicos ya festejan y dejan sonar a los Clash y su London Calling por los altavoces, y los japoneses, de nuevo terceros, como en R¨ªo, tambi¨¦n dan la vuelta de honor. Alrededor del ca¨ªdo, en el que todas las miradas est¨¢n clavadas, se han juntado sus tres compa?eros, Omar McLeod, el campe¨®n de 110m vallas, su arma secreta, Julian Forte y Blake. Llegan asistencias con una silla de ruedas. Bolt la mira y se indigna. Se levanta y se levanta la pernera larga de su body para mostrar todo el muslo izquierdo. Cojea. Da saltos. Tiene la meta a 10 metros. Llega y la atraviesa solo, digno, sin ayuda. Despu¨¦s, se apoya en su compa?ero y, la cara hecha una m¨¢scara que quiere ser inexpresiva pero no puede esconder su desolaci¨®n, abandona por la puerta falsa la pista. "Solo sufre un calambre en el isquio de la pierna izquierda", dijo el m¨¦dico del equipo de Jamaica, Kevin Jones. "Es doloroso, pero lo que m¨¢s le duele es haber perdido la carrera".
La madrugada del 1 de junio de 2008 sonaron en Europa los tel¨¦fonos de muchos especialistas de atletismo que dorm¨ªan. Despierta, dec¨ªa el amigo que llamaba, tienes que saber esto: Usain Bolt ha batido en Nueva York el r¨¦cord del mundo de 100m. Pasada la sorpresa deslumbrante, todos se dieron cuenta del valor de ese hecho, que un gigante jamaicano de casi dos metros corriera los 100m en 9,72s, de que en la historia del atletismo se abr¨ªa una nueva ¨¦poca. Con la misma claridad, esos especialistas, y el mundo en general, supo al anochecer de una tarde de agosto gris en Londres que una ¨¦poca se cerraba para siempre.
Bolt crey¨® siempre en su leyenda, en su capacidad para crearla, que nunca le hab¨ªa fallado, hasta que el ¨²ltimo d¨ªa sucumbi¨® a la vida real, a las leyes de la fisiolog¨ªa y de la tensi¨®n de los m¨²sculos y del equilibrio roto entre su gl¨²teo m¨¢ximo y sus semitendinosos y semimembranosos de la parte trasera del muslo. Por eso, porque su imaginaci¨®n siempre se hab¨ªa convertido en realidad, decidi¨® que para su despedida, para correr sus ¨²ltimas carreras en Londres no necesitar¨ªa entrenar m¨¢s que unas semanas. El resto lo har¨ªa su clase, su talento ¨²nico. En su ¨²ltima entrevista como atleta en activo, publicada en L¡¯?quipe, Bolt confiesa que lo que m¨¢s ha odiado toda su vida era entrenarse, y que solo cuando vio todo lo que pod¨ªa conseguir con un poco de sacrificio decidi¨® entregarse al gimnasio. En 2017, en su despedida, no se entren¨® lo suficiente.
El tiempo le atrap¨® e intent¨® devorarle, pero nunca podr¨¢ hacer olvidar que ¨¦l, Bolt, es el m¨¢s grande, y que fue capaz de levantarse y terminar de pie sus ¨²ltimos 100 metros.
We are speechless, @usainbolt! ??You are still a Legend & Champion of our ?! ?@London2017 #IAAFWorlds #BeTheNext pic.twitter.com/BEnfqj33eI
— Olympic Channel (@olympicchannel) August 12, 2017
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