?Por qu¨¦ miente Bartomeu?
El precio real de Neymar o la firma invisible de la renovaci¨®n de Messi demuestran que la verdad no es m¨¢s que una divertida forma de bromear
A veces me pregunto qu¨¦ ser¨ªa de nosotros, los cul¨¦s, si la mentira no se hubiese convertido en el pilar de nuestra existencia y la actualidad se ci?era, p¨¢lida y aburrida, a los estrictos l¨ªmites que define la verdad. Dejarse mecer por la ficci¨®n, rechazar cualquier certeza y rellenar el vac¨ªo con fantas¨ªa se me antoja la principal virtud de cualquier barcelonista ajustado a derecho, una hermosa peculiaridad de la que comenc¨¦ a tomar conciencia cuando no era m¨¢s que un retaco lastimero y f¨¢cilmente impresionable que insist¨ªa en coquetear con la chispeante propaganda del madridismo. Discurr¨ªan, recuerdo, los halos gloriosos de la Quinta del Buitre y en el bar de mi abuelo luc¨ªa una peque?a tablilla con una inscripci¨®n sobre la que se forj¨® mi quebrantable lealtad a los colores azul y grana: ¡°Silencio, estamos saboreando los triunfos del Bar?a¡±.
Era una mentira inici¨¢tica y maravillosa que con el tiempo fui cumplimentando con otras de mayor calado, algunas tan prosaicas que en el colegio acostumbraba a ensalzar la gesti¨®n econ¨®mica del presidente N¨²?ez cuando alg¨²n compa?ero de pupitre me arrojaba los t¨ªtulos conquistados por su equipo. Y es desde esta perspectiva ut¨®pica y edulcorada que no me atrevo a condenar la ¨²ltima falacia de Bartomeu, esa insistencia suya en hacernos creer que Messi dej¨® firmada su renovaci¨®n antes de volar a Argentina, el pasado mes de junio, convencido como estoy de que el aficionado cul¨¦ no necesita certidumbre sino comedia, divertidos enredos y, tal vez, un poco de esperanza. El mundo es un lugar mejor cuando uno imagina al argentino atado y bien atado. ?A qui¨¦n importa la dichosa realidad?
Qu¨¦ magn¨ªfico sucesor hemos encontrado en el delf¨ªn de Sandro Rosell, el ¨²nico capaz de competir en grandeza y altas miras con el autor de la afirmaci¨®n m¨¢s legendaria de nuestra centenaria y falsificada historia: ¡°Neymar ha costado 57 millones y punto¡±. Pocas veces hemos sido m¨¢s felices que durante aquellas semanas que precedieron a su dimisi¨®n, convencidos de haberle arrebatado su gran capricho al madridismo a cambio de unos cupones de descuento, la promesa de una ciudad con playa y varias toneladas de amor. El precio real de Neymar o la firma invisible de Messi deber¨ªan bastar como demostraci¨®n de que la verdad no es m¨¢s que una divertida forma de bromear, como sostiene Woody Allen.
?Por qu¨¦ nos miente Bartomeu sobre tan delicados asuntos? Se podr¨ªa aventurar que la inseguridad contagiosa del entorno ha terminado por devorar el discurso habitual del mandatario pero lo cierto es que somos nosotros, aficionados y prensa, quienes necesitamos de embuste oficial para resistir. La realidad actual del Bar?a se adivina tan cruel y desangelada que hasta el m¨¢s espartano de sus hinchas necesita recrear una dimensi¨®n paralela en la que el bal¨®n siga siendo el centro de su universo, el cruyffismo un legado imborrable y Xavi un muchacho africano con toda la carrera por delante al que, por razones de copyright, rebautizaremos como Seri: todo va bien en Can Bar?a aunque parezca lo contrario.
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