Nadal es inmenso: derriba a Anderson y gana el US Open
El n¨²mero uno desborda al gigante sudafricano en la final de Nueva York (6-3, 6-3 y 6-4, en 2h 27m) y rubrica su tercer triunfo en Flushing Meadows, el segundo grande del a?o y su 16? Grand Slam
Aunque Espa?a dorm¨ªa, el ¨²ltimo fotograma ya lo conocen. No es novedoso ver a Rafael Nadal?brazos abiertos en direcci¨®n al cielo ya oscuro de Nueva York, emocionado y agasajado por el p¨²blico de Flushing Meadows porque acababa de rubricar su tercer triunfo en el US Open, el primero que obten¨ªa desde 2013. No es nueva la imagen, pero el espa?ol dobleg¨® al sudafricano Kevin Anderson en la gran final (6-3, 6-3 y 6-4, en 2h 27m) y, entonces s¨ª, lleg¨® el ¨²ltimo mordisco a la historia, todav¨ªa m¨¢s ¨¦pica, m¨¢s gloria, mayor leyenda.
Ocurri¨® lo que se preve¨ªa, es decir, la alegr¨ªa del mallorqu¨ªn y la pena del rival, 32 del mundo. En consecuencia, el tercer laurel en Queens, los mismos que Ivan Lendl, segundo Grand Slam de la temporada para Nadal y el advenimiento del decimosexto major. Se mantendr¨¢, pues, la diferencia a final de curso entre ¨¦l y Federer (19), los dos deportistas grandiosos. Se qued¨® el aficionado con las ganas de un choque entre ambos porque el suizo se qued¨® en el camino, pero no as¨ª Nadal, el gran Nadal del presente.
Agradable tarde en Nueva York, la pista del US Open a rebosar ¨Ccasi 24.000 asientos, m¨¢s que bastantes estadios de f¨²tbol¨C y un nutrido grupo de celebrities dispersadas por los palcos de personalidades. Ah¨ª estaban actores y deportistas, desde Hilary Swank a John Turturro, ninguno tan aclamado como Bill Gates, que repet¨ªa presencia. Tambi¨¦n asisti¨® por segundo d¨ªa el golfista Tiger Woods, en el box de Nadal, con el que guarda una buena amistad. Todos ellos presenciaron la ¨²ltima gran obra del balear, que apret¨® y mordi¨® desde el principio, sin un solo instante de aliento para el gigant¨®n sudafricano.
Le achuch¨® Nadal sin piedad, desde el primer segundo, oblig¨¢ndole y forz¨¢ndole, exigi¨¦ndole un sobresfuerzo para el que no est¨¢ preparado su cuerpo. Una vez m¨¢s, funcion¨® la t¨¢ctica de la erosi¨®n y el derribo. El n¨²mero uno fue madurando el primer parcial, proponiendo juego y enredo, sin¨®nimo de sufrimiento para Anderson. Este, tenista de propuesta ¨²nica, cortocircuitaba cada vez que ten¨ªa que pensar. Est¨¢ dise?ado para otros menesteres, pero no para los de correr, esprintar y pelotear, de modo que termin¨® cediendo.
Abierta la primera grieta, se desplom¨® el muro
El acoso de Nadal, corrosivo, se plasm¨® en las seis bolas de break que se procur¨® el espa?ol en esa primera manga. Se dilat¨®, pero la agresividad tuvo premio. Quebr¨® al s¨¦ptimo juego (4-3) y el panorama adopt¨® el mejor color posible. Anderson ya titubeante, desbordado una y otra vez cuando se asomaba a la red, de forma temeraria, y poco a poco desfondado y perdido. Compiti¨® de forma muy digna, pero su cr¨¦dito se agot¨® en cuanto Nadal a?adi¨® la primera muesca a la final, a los 58 minutos. El resto, coser y cantar. Abierta la grieta, se fue desplomando el muro.
La resistencia del sudafricano fue perdiendo intensidad y Nadal continu¨® retroaliment¨¢ndose punto a punto. Probablemente, no hay mejor int¨¦rprete del juego que el mallorqu¨ªn, todo clarividencia, est¨¦ al otro lado un pegador, un estilista o un rival correoso. Existen tenistas de perfil rudimentario cuyo juego tiene origen y final en la raqueta, sin procesamiento previo, pero su caso es muy diferente. Rumia y descifra, y sus recursos hacen el resto. La teor¨ªa de aquellos que dec¨ªan que Nadal es por encima de todo un jugador f¨ªsico se ha quedado profundamente obsoleta. Es un privilegiado, s¨ª, pero pocos tienen su inteligencia y tal amalgama de soluciones t¨¦cnicas.
Alt¨ªsimo nivel con el servicio
Desgaj¨® de forma progresiva a Anderson, muy bajo de ¨¢nimos cuando Nadal traz¨® un abismo insalvable en el segundo set, rotura y 4-2 por encima; otra monta?a de arena encima del sudafricano, que definitivamente qued¨® enterrado cuando encaj¨® otro break (de inicio) en el tercero y sus posibilidades se hicieron mil trizas. A falta de apuntillar y poner la r¨²brica, se acab¨® la historia. En su l¨ªnea, Nadal no se relaj¨® ni una mil¨¦sima; estuvo extraordinario con el servicio ¨C83% de puntos con primeros saques¨C y no hubo una sola opci¨®n de break para la torre.
Obra terminada. O, m¨¢s bien no, de ning¨²n modo, porque al n¨²mero uno le queda cuerda y tenis para seguir masticando metal en Nueva York, Par¨ªs y todo el globo terr¨¢queo. Es grande Nadal, gigante. Inmenso aqu¨ª y all¨¢.
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