La masacre del d¨ªa de San Valent¨ªn
Tras derrotar a LaMotta en 1951, Robinson dijo: ¡°Yo he ganado, pero Jake no ha perdido¡±
El 14 de febrero de 1929, pistoleros al servicio de Al Capone ametrallaron a sangre fr¨ªa a siete irlandeses de la banda de George Bugs Moran, el North Side Gang.
Aquel suceso pasar¨ªa a la historia como la masacre del d¨ªa de San Valent¨ªn e hizo reaccionar a las autoridades. Nunca fue aclarado del todo, ni se detuvo a culpables, pero fue la ra¨ªz de la creaci¨®n de la oficina de Elliot Ness y sus intocables, que en no mucho tiempo conseguir¨ªan encarcelar a Capone.
Entre los matones de Capone en la ¨¦poca hab¨ªa un tipo, Frankie Carbo, que luego har¨ªa leyenda en el boxeo, en los a?os dorados de Jake LaMotta y Sugar Ray Robinson.
A Frankie Carbo dedica Fernando Vadillo buenas p¨¢ginas en su libro Boxeo y Mafia, en el que desvela que ten¨ªa origen espa?ol. Su padre fue un catal¨¢n llamado Josep Carb¨®, emigrado a Nueva York, donde se cas¨® con una italiana. Frankie naci¨® en el Bronx y fue bautizado como Paolo Giovanni. Los a?os y las compa?¨ªas le llevaron al hampa, con el apodo de Frankie y el apellido italianizado en Carbo.
Listo y con don de gentes, supo dejar la metralleta para dedicarse al boxing business. El boxeo era un negocio lucrativo. Por el mero taquillaje, por la condici¨®n socialmente vulnerable de los boxeadores y porque se pod¨ªan ama?ar apuestas. Frankie era persuasivo. En v¨ªsperas de tal o cual combate, el favorito pod¨ªa recibir un ramo de crisantemos con una tarjeta sin firma que pon¨ªa: "M¨¢s vale perder un combate que perder la vida".
Carbo encontr¨® una mina de oro en los enfrentamientos entre LaMotta y Sugar Ray Robinson, tan distintos. Motta era una mala bestia, para entendernos. Pegaba con odio y las paraba con la cara. Ray Robinson ten¨ªa un boxeo tan dulce que le apodaron Sugar.
No eran del mismo peso, LaMotta era medio y Robinson, welter, pero la diferencia de calidad compensaba los kilos. El c¨®ctel era irresistible. El blanco bruto contra el negro bailar¨ªn. Carbo retras¨® el asalto de Robinson al Mundial de los welters porque as¨ª le obligaba, si quer¨ªa grandes bolsas, a enfrentarse con LaMotta. Este comentar¨ªa al cabo del tiempo: "Pele¨¦ tantas veces con Sugar Ray Robinson, que no s¨¦ c¨®mo no tengo diabetes".
En total fueron seis peleas, entre 1942 y 1951. S¨®lo la segunda la gan¨® LaMotta. Esa fue la primera derrota en la carrera de Robinson y la primera vez que cay¨®. LaMotta le mand¨® a la lona algunas veces m¨¢s. En una ocasi¨®n, hasta le sac¨® del ring. Robinson nunca consigui¨® tirar a LaMotta al suelo. LaMotta siempre blason¨® de eso.
La sexta y ¨²ltima pelea entre ambos, primera con t¨ªtulo en juego (el Mundial del peso medio) pasar¨ªa a la historia. Se disput¨® tambi¨¦n un 14 de febrero, el de 1951, en Chicago. Robinson no hab¨ªa vuelto a perder.
La pelea fue terrible e igualada en los nueve primeros asaltos. A partir de ah¨ª, un LaMotta exhausto encaj¨® "un castigo que ning¨²n ser humano podr¨ªa soportar", escribi¨® alguien. Pero se mantuvo en pie. Su orgullo era que Ray no le derribara: "Pega m¨¢s fuerte, Ray, as¨ª no me tirar¨¢s", le retaba. Y Robinson, nada de az¨²car esa noche, le sacud¨ªa por todos lados, con sus manos r¨¢pidas y doloridas. Adem¨¢s de ser un esgrimista excelso, pegaba duro. Hasta 108 de sus victorias llegaron antes del l¨ªmite.
En el asalto decimotercero (la pelea iba a quince), el ¨¢rbitro, Frank Sokira, par¨® aquello. Mientras levantaba el brazo de Robinson, ganador por K.O.T., LaMotta les miraba, recostado contra las cuerdas, o colgado de ellas, con los brazos abiertos y el rostro tumefacto, pura estampa de un crucificado. Y espetaba: "No me tiraste, Ray, no pudiste". Sus cuidadores se lo llevaron de all¨ª como un triunfador. Luego pas¨® una hora entre curas y ox¨ªgeno, hasta que abri¨® el vestuario a la prensa.
Tambi¨¦n Robinson acab¨® agotado. Habl¨® con respeto de su rival: "Yo he ganado, pero Jake no ha perdido".
Espont¨¢neamente, aquel combate fue conocido como "La masacre de San Valent¨ªn". Veintid¨®s a?os hab¨ªan pasado, Capone ya hab¨ªa muerto, consumido por la s¨ªfilis, pero el recuerdo de aquel horror del 29 a¨²n perviv¨ªa en el imaginario colectivo.
Nadie puede afirmar ni negar que Frankie Carbo estuviera en la masacre del 29. Ya queda dicho que nunca fue del todo aclarado. Pero aquel combate le tuvo que traer tantos recuerdos...
Ser¨ªa uno de sus ¨²ltimos d¨ªas de gloria. Pronto pagar¨ªa todo su pasado en forma de 25 a?os de c¨¢rcel. Sali¨®, desahuciado por un c¨¢ncer, para morir en su casa de Miami, en 1976.
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