Muguruza apaga el fuego de Ostapenko

Garbi?e Muguruza resolvi¨® como proced¨ªa: cabeza, control, temple. Con inteligencia y saber estar. No era d¨ªa para florituras, por eso de ser un estreno, en un torneo tan pu?etero como la Copa de Maestras, y frente a una jugadora tan brava como Jelena Ostapenko. Esta se hart¨® de castigar la pelota y pegar palos, buscando un cuerpo a cuerpo que le interesaba mucho, pero que nunca lleg¨®, y termin¨® derrotada por 6-3 y 6-4 (en 1h 25m). De esta forma, la espa?ola arranc¨® con muy buen pie su tercera andadura en Singapur y ahora aguarda al segundo pulso, ma?ana contra Karolina Pliskova (doble 6-2 a Venus Williams), sin la soga al cuello que le hubiera supuesto un tropiezo.

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De alguna forma, al levantar la vista y mirar al otro lado de la red Muguruza ve¨ªa un reflejo similar al suyo hace cuatro a?os. Entonces compet¨ªa muchos d¨ªas sin el freno de mano, abordando cada pelota como si fuera la ¨²ltima, en muchas ocasiones sin control. Cada golpe ten¨ªa que ser definitivo, cuando el tenis es uno de esos deportes que requiere un extra de temple, un plus de contenci¨®n, as¨ª que suele penalizar los excesos de efusividad. Ostapenko, de sangre caliente, todo fuego, recuerda ahora a esa Garbi?e del pasado, aunque ataca la bola todav¨ªa con m¨¢s fiereza, como si no hubiera un ma?ana, sin detenerse a pensar demasiado en la situaci¨®n.

En ocasiones, cuando le acompa?an las musas, le funciona y es imparable, como ya demostr¨® hace unos meses en Roland Garros, pero cuando no tiene el d¨ªa la pelota visita con demasiada frecuencia la red y los pasillos. Es el precio del todo o nada. Del exceso. Bien lo sabe Muguruza, ya lejos de aquella chica impetuosa que solo contemplaba ese camino visceral hacia la victoria. Hoy d¨ªa, tenista mucho m¨¢s completa, sabe elaborar y rumiar el punto, acelerar y apretar cuando hace falta, y bajar el pist¨®n si el momento demanda calma, contener y pelotear hasta que la otra caiga como fruta madura.

Fue el caso de Ostapenko, sobreexcitada todo el rato, un alud constante. Cada vez que se dispon¨ªa al tiro, en el interior del Singapore Indoor Stadium se escuchaba el runr¨²n: ?Cara o cruz? ?Embestida dentro o fuera? El juego y el ¨ªmpetu de la letona, 20 a?os, engancha a la grada, pero el reverso de la moneda es la fragilidad. Si el viento va de cara, no hay quien pueda con ella; de lo contrario, es sumamente vulnerable. No entiende el t¨¦rmino medio y sus partidos acostumbran a partirse en dos, a quedar siempre descompensados en lo num¨¦rico. Esta vez, la balanza volvi¨® a constatar el desequilibrio: 21 golpes ganadores y 25 errores no forzados.

¡°He querido que la que arriesgase fuese ella¡±

Lo dicho, dos mundos, demasiada polaridad. Una dicotom¨ªa que ha ido corrigiendo Muguruza, cada vez m¨¢s equilibrada sobre la pista, cada vez m¨¢s uniforme y cada d¨ªa que pasa con un punto m¨¢s de grande jugadora. Tiene bien aprendida la lecci¨®n y ahora gestiona de otro modo los tiempos y las dificultades. Rara vez se atropella ya a s¨ª misma. Piensa m¨¢s y mejor. Y si desde el otro lado le proponen una ruleta rusa ella reh¨²ye, no entra al trapo e impone su idea. Ya no le interesa el cuerpo a cuerpo, sino que su propuesta es mucho m¨¢s meditada y moderada. En esta ocasi¨®n, 10 winners, 14 fallos.

¡°Hay veces en las que si eres inteligente sabes que va a fallar, que quiz¨¢ te puede regalar algunos puntos, as¨ª que he intentado ser s¨®lida. He querido no ser yo la que arriesgue tanto, sino que he dejado que lo hiciera ella. He tenido m¨¢s precauci¨®n, he sabido controlar¡±, apreciaba Muguruza, menos tensa que en los proleg¨®menos del torneo, con un bid¨®n prote¨ªnico a su lado mientras charlaba en un apartado con los tres periodistas espa?oles desplazados a Singapur.

Garbi?e ya no es aquella Garbi?e. No se atropella a s¨ª misma, piensa m¨¢s y mejor. Ya no entra al trapo e impone su idea

¡°Ahora, si no me sale algo, me digo: Garbi?e, no seas burra¡­¡±, continuaba la n¨²mero dos del mundo; "ella toma muchos riesgos, aunque a veces hace cosas incre¨ªbles... Lo pega absolutamente todo: bolas altas, bolas bajas, lo que sea. Es muy del este esta chica, por su forma de juego. Yo nunca he jugado tan a lo loco, de un modo tan extremo. Vengo de Espa?a, de esa escuela de meter la pelota¡­ Mi tenis ha cambiado mucho, porque ha pasado de ser m¨¢s defensivo a con el tiempo ser cada vez m¨¢s ofensivo. Ahora trato de combinar eso".

Este domingo proced¨ªa linealidad y mesura, el ir haciendo bien las cosas y conteniendo el esp¨ªritu ardiente de la letona. Esta empuj¨® y empuj¨®, e incluso le rompi¨® tres veces el servicio ¨Cla mancha estuvo ah¨ª: solo un 29% de recompensa con los segundos saques¨C, pero fue cediendo terreno en favor de los nervios y desdibuj¨¢ndose. Discontinuidad absoluta. Miraba a su banquillo como si all¨ª fuera a encontrar una explicaci¨®n y su expresividad negativa fue creciendo: cachetazo al muslo, improperio al aire, amago de raquetazo. Subida, bajada¡­ y, claro, los mareos.

El primer parcial tuvo color, relativa igualdad, pero Muguruza dosific¨® bien la distancia con la debutante. En el segundo, mientras, hubo m¨¢s vaiv¨¦n, del 4-1 al 5-4; sin embargo, en ning¨²n momento dio la sensaci¨®n de que Ostapenko pudiera cambiar el rumbo de su destino. Garbi?e, la Garbi?e centrada de este presente, ya no es aquella Garbi?e, y a su adversaria todav¨ªa le queda mucho margen de crecimiento. Como ya hiciera en Par¨ªs, la letona promete emociones fuertes, pero Muguruza estableci¨® en Singapur el principio de la jerarqu¨ªa. Venci¨® a base de cabeza, cabeza y m¨¢s cabeza.