Pronto para amputar
Los aficionados del Atl¨¦tico no saben si tener esperanzas en la Champions o prepararse para una tristeza insulsa
Four Rooms (1995) transcurre en un hotel de Los ?ngeles durante una Nochevieja. En la ¨²ltima de sus cuatro historias, dirigida por Quentin Tarantino, un famoso actor de Hollywood llamado Chester apuesta su Cadillac a que su amigo Norman no es capaz de encender un zippo 10 veces consecutivas sin que falle. Si lo consigue, Norman se quedar¨¢ con el coche de Chester. Pero si no, el botones del hotel, que empu?a un afilado y brillante machete, le amputar¨¢ un me?ique. En ese instante, cuando todos aceptan el desaf¨ªo, la mente del espectador se prepara para soportar la m¨¢xima emoci¨®n e imagina que el mechero se encender¨¢ nueve veces antes de que al final, y solo al final, no lo haga. Pero Tarantino desordena la expectativa del relato, y el zippo falla a la primera, con gran sorpresa, y antes de que Norman sea consciente de que ha perdido, el botones baja el machete con determinaci¨®n.
Me vino esta secuencia a la cabeza con el empate del Atl¨¦tico de Madrid ante el Qarabag, en Champions. Definitivamente vi el machete en el aire cuando, unas horas despu¨¦s, adem¨¢s la Roma cosechaba un valioso empate en el campo del Chelsea. Despu¨¦s de tres partidos, y con solo dos puntos, el equipo de Simeone se sit¨²a al filo del abismo. Todo ha sido tan r¨¢pido y confuso, desconcertante, que los aficionados a¨²n no saben si tienen que albergar esperanzas o irse preparando para una tristeza insulsa, distinta a la de perder una final.
Nadie en el Atl¨¦tico so?aba hace un mes con machetes y me?iques cortados. Acostumbrados a que en Champions el equipo se clasificase con solvencia para octavos, en realidad los sue?os inclu¨ªan cadillacs, para ser sinceros. La aventura europea desbordaba ilusi¨®n con solo pensar que a partir de enero, cuando la competici¨®n entrase en su fase decisiva, el equipo se reforzar¨ªa con las incorporaciones de Vitolo y Diego Costa. Pero de un modo inesperado, en enero el equipo podr¨ªa estar eliminado.
?C¨®mo imaginar algo as¨ª? Tanto hablar de abismos a prop¨®sito de Espa?a, que el Atl¨¦tico se ha apresurado a situarse ante el suyo propio. ?Y en la tercera jornada, casi en fr¨ªo! Nadie podr¨¢ afirmar, como si nada, que madrugar es bueno. Las tristezas y las amputaciones siempre deber¨ªan dejarse para el final. En mi pueblo lo tuvimos claro el d¨ªa que enterramos a Maldonado. Era un vecino apuesto, generoso y alt¨ªsimo. Pero muri¨®. Camino del cementerio, los de la funeraria empezaron a cuchichear y menear la cabeza. Algo iba mal. El ata¨²d era demasiado grande. ¡°?Y qu¨¦ hacemos ahora?¡±, pregunt¨® el sacerdote al constatar que sobresal¨ªa del nicho. La familia estaba tan compungida que no pod¨ªa ni pensar. Entonces, alguien tuvo una idea genial. El cura dio el funeral por acabado y desaloj¨® el cementerio. Cuando el sacrist¨¢n se qued¨® a solas con el f¨¦retro, sac¨® un hacha. Primero acort¨® el ata¨²d, y a continuaci¨®n las piernas de Maldonado. Pero, como digo, esto fue al final de todo. El Atl¨¦tico tiene tres partidos para evitar un machetazo prematuro.
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