Italia intenta olvidar el Mundial con el derbi romano
La Roma vence a la Lazio (2-1) en un partido que enterr¨® la pol¨¦mica por las pegatinas de Ana Frank y permiti¨® pasar p¨¢gina en el trauma del Mundial
Italia no jugar¨¢ el Mundial, pero hasta que llegue el verano m¨¢s melanc¨®lico de los ¨²ltimos 60 a?os y sus hinchas admiren el esplendor de la hierba rusa en el televisor, intentar¨¢ olvidar la cat¨¢strofe con tardes como las de este s¨¢bado. Ya lo dijo el periodista Gianni Mura, el f¨²tbol de clubes lo sigue impregnando todo en este pa¨ªs, y un Roma-Lazio (que acab¨® 2-1), en el momento m¨¢s igualado entre ambos equipos en los ¨²ltimos tiempos ¡ªsolo un punto de diferencia y en juego la tercera plaza¡ª, era el trago perfecto para ahogar las penas futbol¨ªsticas. Al menos en la capital donde, por cierto, en mucho tiempo no vieron jugar a la Nazionale.
Era el primer derbi despu¨¦s del desastre con Suecia. Tambi¨¦n fue nuevo para Monchi, flamante director deportivo de los romanistas, y para su reci¨¦n contratado entrenador, Eusebio Di Francesco. Fue el inicio de otro tiempo en el que brillaba por vez primera la ausencia Francesco Totti, eterno capit¨¢n de la Roma, que se retir¨® el a?o pasado despu¨¦s de 20 jugando en el equipo de su vida. Este s¨¢bado vio el partido desde la grada de un Ol¨ªmpico lleno como nunca en los ¨²ltimos 10 a?os, pero en el que las dos hinchadas, cuyos ultras se repartan los dos fondos en estos partidos, siguieron como siempre enfrentadas a grito pelado. La Roma jugaba en casa, es cierto, pero es dif¨ªcil certificarlo atendiendo solo al nivel de decibelios de cada fondo.
Todo se resolvi¨® en la segunda parte. Minuto dos y Kolarov cay¨® en el ¨¢rea, el ¨¢rbitro tir¨® de VAR y pit¨® penalti. Gol de Perotti, que con 29 a?os solo ha fallado una pena m¨¢xima en toda su carrera. La tribuna de periodistas, el ¨²nico lugar del estadio donde los seguidores de ambos equipos pueden sentarse juntos, enloqueci¨® m¨¢s que la propia curva de los ultras. No ser¨ªa extra?o que un d¨ªa terminen tambi¨¦n separados. Se puso dos cero la Roma con otro gol de Nainggolan y volvi¨® a tirar de pantalla el ¨¢rbitro para darle el penalti a la Lazio, que devolvi¨® la emoci¨®n al partido con el 2-1, y coloc¨® a Ciro Immobile como pichichi europeo.
Pero fue tambi¨¦n el primer partido en el que ambas aficiones se encontraban despu¨¦s de que los Irriducibili, los ultras de la Lazio, dejasen empapelada la Curva Sur ¡ªdonde normalmente se colocan los aficionados de la Roma¡ª con las desafortunadas pegatinas de Ana Frank vistiendo la camiseta de la Roma. El esc¨¢ndalo fue may¨²sculo. Algunos piensan ahora que un tanto exagerado, teniendo en cuenta que lo mismo sucede cada fin de semana y que esas pegatinas llevaba us¨¢ndolas tiempo tambi¨¦n la afici¨®n de la Roma. Italia ha normalizado el racismo en las gradas. Pero el caso sirvi¨® como punto de inflexi¨®n en la laxa pol¨ªtica contra esta plaga que los clubes despliegan todav¨ªa en sus estadios.
Un laziale y un romanista solo comparten ciudad y estadio. A veces ni eso, como rezaba ayer la pancarta de la Curva Sur: "La ciudad somos nosotros". No les pidan m¨¢s. Pero al menos este s¨¢bado abrieron una grieta en el muro que separa los dos extremos del Ol¨ªmpico. Se cumpl¨ªan 10 a?os del homicidio de Gabriele Sandri, un tifoso de la Lazio asesinado por un polic¨ªa durante una pelea en un ¨¢rea de servicio en Arezzo. Le cantaron en las dos curvas y sus padres dieron una vuelta de honor al estadio. Los tifosi de la Lazio desplegaron una pancarta con su nombre y, algo ins¨®lito, aplaudieron a rabiar sus rivales. Lo mejor del primer derbi romano en una Italia que no jugar¨¢ el Mundial por primera vez en 60 a?os.
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