El Manchester City se impone al United y acaricia la Premier antes de Navidad
El equipo celeste se impone con claridad (1-2) en Old Trafford y ya supera en 11 puntos a un adversario al que Mourinho no supo darle dimensi¨®n ofensiva
¡°Los dioses del f¨²tbol est¨¢n con el City¡±, musit¨® Mourinho. El t¨¦cnico del United se resign¨® con este fatalismo trascendental ante la pregunta del periodista de la BBC, tras el derbi de Manchester que acababa de perder: ¡°?Est¨¢ la Premier ya decidida?¡±.
El Manchester City puso la piqueta en el t¨ªtulo. Sin hacer un partido deslumbrante, atenazado por los nervios por momentos, precipit¨¢ndose, lejos de su mejor versi¨®n, fue capaz de doblegar a un United menor. No hubo grandeza en el derbi de Manchester, el partido m¨¢s grande que puede ofrecer hoy el f¨²tbol ingl¨¦s, resuelto con tres goles de rebote. No hubo apenas lujos ni emociones fuertes, pero qued¨® patente que el equipo m¨¢s perfecto del campeonato es el que dirige Guardiola, autor de pleno derecho de una obra que lo afirma en la peana del mejor entrenador que existe. El catal¨¢n celebr¨® el 1-2 abrazado a sus compa?eros de cuerpo t¨¦cnico y a sus jugadores en la hierba de Old Trafford. Bajo una nevada persistente, los ganadores se felicitaron con la gestualidad aliviada de quien sabe que la diferencia lograda es insalvable. Once puntos separan al City, el l¨ªder, del segundo de la clasificaci¨®n, el deste?ido United de Mourinho. Ning¨²n equipo ha remontado jam¨¢s semejante distancia en la historia de la Premier.
Hay quienes aprecian en la inhibici¨®n una especie de ¨¦pica. Durante mucho tiempo, hacia las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado, prosperaron los equipos que hicieron un arte de la resistencia sin el bal¨®n. Ese periodo, cuya culminaci¨®n fue el Mundial de 1998, qued¨® definitivamente superado con el Bar?a de Guardiola. El cambio ha trascendido las escuelas de entrenadores. Es una nueva cultura. Los ni?os que empezaron a jugar al f¨²tbol hace diez a?os no se esforzaron hasta el profesionalismo para renunciar al bal¨®n. Esta no es la juventud sufrida de la posguerra. Esta es una generaci¨®n hedonista, educada en la Play Station, y es a sus representantes a quienes dirige Jos¨¦ Mourinho en el United bajo la premisa de que la primera virtud es la lealtad y la segunda la renuncia a la pelota. Por m¨¢s que lo intentan, Lingard, Martial, Herrera o Rashford, no lo sienten. Ese sentimiento, combustible del entusiasmo, suele ser la diferencia entre el ganador y el perdedor. El United tuvo el aire de los equipos entregados desde el minuto uno.
Las acciones iniciales de un partido suelen definir el destino. Lo primero que hizo el United nada m¨¢s salir a jugar, con las instrucciones del t¨¦cnico frescas en la mente de los futbolistas, fue estructurar su plan elemental. Todos detr¨¢s de la l¨ªnea del bal¨®n a cerrar espacios y, a la m¨ªnima, balones largos a Lukaku. La consecuencia fue inmediata. El City invadi¨® el campo de su rival ante la perplejidad general del p¨²blico local, que tampoco acaba de comprender lo que ocurre. Durante media hora, Silva y sus compa?eros desaprovecharon la oportunidad de aplastar a su adversario. Por precipitaci¨®n, acabaron las jugadas sin mover la pelota al ritmo que habr¨ªa descolocado definitivamente a la defensa que gobern¨® con un oficio admirable Ander Herrera. Las situaciones de gol se desma?aron en los pies de Gabriel Jes¨²s, muy nervioso, o acabaron rif¨¢ndose en tiros desde media distancia.
Agitado en la banda, Guardiola ped¨ªa m¨¢s movilidad, m¨¢s juego a un toque, m¨¢s maniobras de distracci¨®n. Pero no hab¨ªa caso. Hasta Silva parec¨ªa ansioso. Tal vez incluso desconcertado ante la repentina retirada de sus adversarios, que renunciaron a la pelota y al terreno para protegerse atr¨¢s. El 0-1 lleg¨® del modo m¨¢s inesperado. Fue un c¨®rner desde la derecha, lanzado por San¨¦ y mal despejado por Lukaku, incapaz de imponerse en el salto a Silva, que ni siquiera salt¨®. El canario se limit¨® a esperar el rebote y enganchar el remate. Si De Gea hubiera dado un paso adelante habr¨ªa tenido m¨¢s posibilidades. Bajo los palos como estaba, no pudo sino dar un manotazo al aire.
A falta de unos minutos para el descanso la situaci¨®n era dram¨¢tica para el equipo local: ni un remate a puerta por cuatro en contra, y a cambio de nada. Lejos de servirle para defender mejor, la renuncia a elaborar m¨ªnimamente despoj¨® al United de su blindaje tambi¨¦n. El City tuvo m¨¢s del 70% de la posesi¨®n en ese tramo, m¨¢s de la media. Solo la casualidad permiti¨® equilibrar el partido antes del intervalo: un centro mal despejado por Otamendi dej¨® a Rashford solo ante Ederson y revel¨® varios problemas en el equipo de Guardiola.
El City vive en una contradicci¨®n que solo ha sorteado con el tacto y el trabajo de relojero de su entrenador. Es un equipo sin futbolistas naturalmente preparados para jugar en campo propio y demasiado veteranos, o demasiado atrevidos, para resistir el desgaste de hacerlo en campo contrario. Da la impresi¨®n de que Fernandinho, Silva y De Bruyne deben administrar su ox¨ªgeno con cuentagotas para llegar al final de los partidos. Esto les obliga a retrasar la presi¨®n en determinadas fases. Cuando lo hacen, son capaces de lanzar contragolpes temibles con la ayuda del portentoso San¨¦, pero al mismo tiempo exponen a su equipo defensivamente. El United, que vislumbr¨® el fil¨®n en el 1-1, no lo explot¨® en la segunda mitad. Fernandinho, erigido en interventor general, fren¨® los impulsos destructivos de los rojos. Fernandinho fue, probablemente, el mejor jugador de la noche.
Solo la entrada de Mata brind¨® un poco de lucidez al equipo anfitri¨®n. No fue suficiente, aunque gracias a una jugada suya Lukaku tuvo un remate a bocajarro que par¨® Ederson con el pecho y el cuello. Esto sucedi¨® en los minutos finales, justamente cuando el United perdi¨® todo el sentido de la t¨¢ctica que le ha caracterizado y sus futbolistas hicieron un poco lo que les dict¨® su instinto. Cuando no hab¨ªa m¨¢s remedio que atreverse. Despu¨¦s del gol de la victoria, el 1-2, otra jugada a bal¨®n parado que despej¨® mal Lukaku, rebot¨® en el culo de Smalling, y qued¨® servido para que Otamendi fusilara ante De Gea, nuevamente parado bajo el travesa?o. Ni en la pelota detenida, all¨ª donde puede imponer la presumible ventaja f¨ªsica de su plantilla, fue capaz de actuar con competencia el United.
"Los goles a bal¨®n parado son la ¨²ltima clase de goles que puedo esperar que nos meta cualquier equipo, ?y mucho menos el City!", admiti¨® Mourinho en los micr¨®fonos de la BBC.
Hac¨ªa m¨¢s de un a?o que el United no perd¨ªa en Old Trafford. Fue durante el ¨²ltimo derbi: 1-2. El tiempo no pasa para Mourinho. Sus rivales, y en particular el City, viven en un futuro lejano. No es Navidad y est¨¢n a punto de ganar la Premier.
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