Messi dirige, Sampaoli administra
El seleccionador de Argentina crea un equipo de trabajo que gira alrededor del genio
El mundo es ancho y ajeno para los nacidos en los pueblos agropecuarios del centro de la pampa. En Casilda todo es remoto. Todos los cambios parecen conducir al extremo. No digamos para el hijo de un polic¨ªa, un chico introvertido y desesperado ante la idea de ser futbolista como quien sue?a con ser Superm¨¢n. Inevitablemente golpeado por la realidad, a sus 58 a?os Jorge Sampaoli habla de s¨ª mismo como si el ¨¦xito no le mereciera m¨¢s respeto que la herramienta con la que se logra la supervivencia. ¡°Yo me considero un seductor¡±, dice, ¡°yo seducir¨ªa en cualquier situaci¨®n. Yo recorr¨ª los lugares m¨¢s inh¨®spitos de Am¨¦rica agarr¨¢ndome a todo aquello que me pudiera servir. Yo sin la ayuda de los dem¨¢s nunca habr¨ªa llegado a nada¡±.
El seleccionador de Argentina no solo sabe escuchar y adaptarse, circunstancias extraordinarias en un gremio con tendencia a la egoman¨ªa. Sampaoli basa el acierto de su gesti¨®n en la formaci¨®n de grandes equipos de colaboradores a los que contrata para aprender despu¨¦s de reconocerles su cuota de ignorancia. Quiz¨¢s por eso mismo le ha resultado hasta natural intentar aprender de Lionel Messi hasta formar una especie de diarqu¨ªa. Ni P¨¦kerman, ni Maradona, ni Batista, ni Sabella, ni Bauz¨¢ se atrevieron a darle tanto poder al mejor jugador que ten¨ªan. Sampaoli no dud¨®. Seguro de su vulnerabilidad, pero m¨¢s seguro todav¨ªa de su condici¨®n de l¨ªder capaz de generar entusiasmo y v¨ªnculos s¨®lidos.
Dice uno de los t¨¦cnicos de la AFA que el hombre posee un don inefable: ¡°Sampa siempre encuentra un hueco; si entra en una organizaci¨®n como si entra en una cafeter¨ªa llena de gente, ¨¦l es capaz de encontrar un hueco para adue?arse del lugar. Termina convirti¨¦ndose en el jefe¡±
Messi nunca hab¨ªa invitado a los seleccionadores argentinos a su casa. A Sampaoli lo invit¨® a comer un asado con la condici¨®n de que se ocupara de la parrilla, porque, dijo, ¨¦l no sabe cocinar. Lo recibi¨® en chanclas y bermudas, como buen dominguero. Cuando se puso a explicarle su visi¨®n del f¨²tbol, el hu¨¦sped descubri¨® que el genio que operaba en la cancha no era la criatura introvertida a la que sus compa?eros en el juvenil bautizaron como El Mudo. Messi segu¨ªa maquinando fuera del campo con la misma precisi¨®n con la que gestionaba dentro, razonando cada detalle con claridad, analizando los conceptos del juego y los jugadores, exponiendo problemas, argumentando soluciones, y haciendo autocr¨ªtica de forma implacable. Salvo por la mirada intolerante con la que se autoexamin¨®, Sampaoli no pudo dejar de admitirlo: Messi ten¨ªa raz¨®n en todo. Incluso en cuestiones t¨¢cticas.
Sampaoli quer¨ªa jugar con un esquema de 3-5-2 porque consideraba que en Argentina no hab¨ªa laterales de nivel capaces de sostener el 4-4-2. Messi, a quien el entrenador ve¨ªa como segundo punta, se opuso con un argumento de fuerza. El jugador le dijo que si jugaban con tres en el medio y solo dos hombres de banda ¨¦l no encontrar¨ªa tantos espacios ni para bajar a recibir ni para encontrar l¨ªneas de pase. Messi explic¨® que tanto el carrilero como el interior por derecha en el 3-5-2 arrastrar¨ªan marcas a zonas en las que ¨¦l necesitaba maniobrar. Para evitarlo, sugiri¨® limpiar el medio: jugar con l¨ªnea de cuatro defensas, dos laterales que subieran para crear superioridades por afuera con los extremos, dos interiores, un mediapunta y un punta. ?l se situar¨ªa como mediapunta sobre el papel. En la pr¨¢ctica jugar¨ªa de ocho, como tercer interior, en el carril que le despejar¨ªan los extremos, los laterales y el punta.
El esquema
¡°Messi sabe los porqu¨¦s¡±, observa un miembro de la delegaci¨®n argentina, ¡°es un fan¨¢tico del f¨²tbol; alguien que se sabe hasta las alineaciones de los partidos de la Segunda Divisi¨®n¡±.
Sampaoli, que se siente observado por Messi, ha desplegado todas sus antenas para captar la m¨¢s m¨ªnima se?al que le env¨ªa el jugador. Poco a poco ha descartado la idea de jugar con tres centrales y se ha puesto a buscar laterales debajo de las piedras. Encontr¨® a Tagliafico en el Ajax y a Bustos en Independiente y as¨ª form¨® el 4-4-2 que se midi¨® a Italia, punto de partida de un experimento que no acabar¨¢ hasta que no acabe el Mundial.
No pasa un mes sin que Jorge Sampaoli se tat¨²e alguna imagen en la piel, ni sin que tome un pu?ado de ideas ajenas, las incorpore y las procese como propias. El hombre no pierde el esp¨ªritu aventurero ni las ganas de improvisar modos de supervivencia. Emplear a Messi como director y ejercer ¨¦l de t¨¦cnico es, de alguna manera, su gran creaci¨®n.
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