Eusebio Unzue clama contra las etapas de pav¨¦s en el Tour
El director del Movistar lamenta la peligrosidad de las cl¨¢sicas de adoquines y lucha para que la 'grande boucle' no vuelva a introducirlo despu¨¦s de este a?o
Los corredores del Tour del Movistar disfrutaban ayer del sol ins¨®lito del norte de Francia en un hotel de Cambrai, la gris. En un hospital no muy lejano, le hab¨ªan hecho las primeras curas a su compa?ero Nelson Oliveira, que se cay¨® el domingo en el pav¨¦s de la Par¨ªs-Roubaix y se rompi¨®, bien rota, la clav¨ªcula. Y tambi¨¦n la mirada casi se le rompe porque le atendieron tan tarde, ya ca¨ªda la noche, que hasta fue espectador de las maniobras desesperadas e in¨²tiles de los m¨¦dicos urgentistas para intentar salvar la vida al joven ciclista belga Michael Goolaerts, a quien se le hab¨ªa parado el coraz¨®n en un tramo de adoquines del llamado infierno del norte. Con ellos pasaron tambi¨¦n por el hospital otras v¨ªctimas del pav¨¦s, ciclistas buenos y duros, como el suizo Stefan K¨¹ng, que se rompi¨® la mand¨ªbula, o el r¨¢pido italiano Matteo Trentin, con la caja tor¨¢cica fracturada. Y sobre las mismas piedras duras e inmisericordes Valverde, Landa, Nairo, Marc Soler y todos los que lo corran se jugar¨¢n el Tour y el cuerpo el 15 de julio, en la etapa que Eusebio Unzue, su director, maldice.
En abril, tres meses antes, est¨¢n por ah¨ª para recorrer en bicicleta los 15 tramos (21,7 kil¨®metros: m¨¢s que nunca, casi el doble que lo habitual) de pav¨¦s de la etapa del Tour, que acabar¨¢, como la cl¨¢sica decimon¨®nica, en Roubaix. Al menos no les llueve, lo que tampoco les consuela, porque, fatalistas como tienen que ser, saben que sol en abril suele corresponderse con lluvia y peligro multiplicado sobre el granito resbaladizo y el barro en julio, y que uno de ellos caer¨¢ y no podr¨¢ levantarse. ¡°Si llueve en esta etapa en el Tour, habr¨¢ que considerarlo un castigo divino, un acto de crueldad¡±, dice, apocal¨ªptico, Eusebio Unzue, el responsable m¨¢ximo del Movistar. ¡°As¨ª podr¨¢ el mundo contemplar la miserable grandeza de nuestra miseria. ?Qu¨¦ pinta una etapa as¨ª en el Tour?¡±.
Unzue no teme llevar la contraria a la corriente mayoritaria que considera al pav¨¦s la sublimaci¨®n m¨¢xima del ciclismo, y a los ciclistas que se enfrentan a ¨¦l y lo sufren y lo derrotan los h¨¦roes del siglo. ¡°Hay que hacer un recuento de las bajas que producen las cl¨¢sicas del norte y hacerlo valer¡±, dice el director navarro, para quien todo el a?o ciclista pasa por el Tour, quien piensa que el organizador de la grande boucle (y tambi¨¦n organizador de la Par¨ªs-Roubaix) mide m¨¢s las audiencias que la seguridad de los ciclistas, que valora m¨¢s el drama y su posibilidad que la proeza deportiva. ¡°Soy el m¨¢s interesado en generar espect¨¢culo, pero tambi¨¦n quiero evitar lo m¨¢ximo posible el riesgo para los corredores. Y el pav¨¦s lo multiplica¡±.
Unzue env¨ªa al Movistar a la guerra del pav¨¦s por obligaci¨®n: el equipo es del WorldTour y tiene por narices que participar en unas carreras determinadas, y cada una de ellas le cuesta un ciclista herido, al menos. ¡°?Ojal¨¢ nos dieran permiso para no ir!¡±, proclama Unzue, quien a sus corredores no les dice las v¨ªsperas de Roubaix o Flandes que tienen que ganar como sea, sino todo lo contrario: corre con cuidado, s¨¦ precavido, no te caigas, por favor, volver entero es el ¨¦xito. Y a su joven joya, Marc Soler, que ten¨ªa curiosidad por la Roubaix, solo le dijo: ¡°M¨¦tete en la fuga y hasta que aguantes, as¨ª ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que te caigas¡±. Y Soler le obedeci¨® y, adem¨¢s, recibi¨® clases particulares a rueda del checo Stybar, uno de los mejores maestros.
Tambi¨¦n tuvo Unzue ciclistas como Flecha, o tiene a Erviti, corredores como Pedro Horrillo o, ahora, Iv¨¢n Garc¨ªa Cortina, para quienes la raz¨®n ¨²ltima de su pedaleo, son las cl¨¢sicas del pav¨¦s, la pasi¨®n que les levanta de la cama, la mayor gloria con la que pueden so?ar. Y aficionados que no entender¨ªan el ciclismo sin Flandes o Roubaix, sus ra¨ªces hist¨®ricas, las que le unen al sudor y el dolor, su esencia de deporte proletario, ¨¦pico. ¡°Pero esas carreras son otra cultura, no la nuestra, son la cultura centroeuropea y alemana¡±, dice Unzue. ¡°Y los nuestros son ciclistas sobrepasados por la leyenda del pav¨¦s. Se ha dado tal dimensi¨®n a la Par¨ªs-Roubaix, por ejemplo, al morbo del a ver qu¨¦ pasa, que hay ciclistas que se lo juegan todo por ella¡±.
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