El cl¨¢sico se pierde a Iniesta
El capit¨¢n azulgrana se mide por ¨²ltima vez al Madrid y recibe otra ovaci¨®n cerrada del Camp Nou al ser relevado
Aunque hubiera poco o nada en juego ¡ªacaso la honra en el Madrid y la posibilidad de continuar con un campeonato invicto para el Bar?a¡ª, los nervios se palpaban sobre el c¨¦sped al inicio del duelo. Imprecisiones, m¨¢s esfuerzos de los exigidos, alguna entrada m¨¢s dura de lo permitido... En el minuto cinco, la pelota iba de lado a lado, un partido de tenis en toda regla, un cabezazo seguido de otro que amenazaba con tort¨ªcolis a los espectadores. Pelotazo de Busquets, despeje de Ramos, resto a¨¦reo de Umtiti¡ Hasta que apareci¨® Iniesta y? puso el pecho para dormir la pelota, para dar un pase a Rakitic y bajar el esf¨¦rico al piso. Esencia de Andr¨¦s.
Condicionado por su f¨ªsico y poca altura, tambi¨¦n por su pie de genio, el 8 siempre entendi¨® el f¨²tbol como un juego que circula por abajo. Y as¨ª lo aclar¨® en el cl¨¢sico de buenas a primeras como siempre lo ha hecho con la camiseta azulgrana, futbolista acostumbrado de ni?o a entregar el cuero r¨¢pido y preciso para evitar las tarascadas rivales, las p¨¦rdidas ingenuas. Anoche, en el Camp Nou, en su ¨²ltimo enfrentamiento con el Madrid, jug¨® a lo suyo. Y, aunque no fue decisivo, s¨ª que ayud¨® a fraguar un empate hom¨¦rico porque el Bar?a jug¨® con 10 toda la segunda parte.
Antes de salir al campo, los jugadores del Madrid se acercaron a Iniesta para darle palmadas, alg¨²n que otro abrazo como el de Sergio Ramos y mucha suerte para su aventura futura, ahora que ya se sabe que en la pr¨®xima temporada vestir¨¢ con otros colores, seguramente con el rojo del Chongqing Dangdai chino. ¡°Es un jugador que admiramos¡±, reconoci¨® el d¨ªa anterior Zidane. El Madrid y el mundo en general porque no hay campo ¡ªa excepci¨®n de San Mam¨¦s¡ª donde no se le aplauda. Incluso Riazor se levant¨® para darle una c¨¢lida ovaci¨®n por m¨¢s que su equipo estuviera en el pozo, descabalgado de la Primera. ¡°Se lo merece¡±, advierte Valverde; ¡°por sus valores y su f¨²tbol¡±.
Jugador que nunca ha sido expulsado durante su carrera, en rara ocasi¨®n se le ve protestando al trencilla o en rifirrafes con los rivales. Ejemplo de ello fue cuando Bale le entr¨® a destiempo y le hizo una llave de yudo. Uno cualquiera se hubiera revuelto o, m¨¢s posiblemente, solicitado el castigo (la tarjeta) al colegiado. Iniesta, sin embargo, se levant¨® y hasta pareci¨® pedirle disculpas al extremo gal¨¦s, que tambi¨¦n se interes¨® por su estado. La deportividad hecha persona.
Sab¨ªa lo que hab¨ªa en juego Andr¨¦s, que con el de anoche cierra el c¨ªrculo de cl¨¢sicos en 38 encuentros ¡ª16 triunfos, diez empates y 12 derrotas¡ª, desde 2004 hasta 2018, solo cuatro menos que los tres jugadores con m¨¢s cl¨¢sicos en sus botas: Gento, Sanch¨ªs y Xavi. Y ley¨® las necesidades del duelo como siempre, poniendo la pausa ante los arrebatos del Madrid; agitando en los metros finales. Emparejado con Nacho, trat¨® de sacarle de sitio con las diagonales (con y sin bal¨®n) para entregar el carril a Alba. Como en esa ocasi¨®n que se llev¨® a su marca y Messi, catapulta ¨¦l, lanz¨® un bal¨®n a la espalda de la zaga para que Alba pusiera el remate, para su infortunio torcido.
El brazalete, para Messi
Tras el entreacto y ya en el t¨²nel de vestuarios, Ernesto Valverde pareci¨® acordar con Iniesta el momento de su salida del c¨¦sped como tantas otras veces han hecho porque sus m¨²sculos, rebeldes, le han jugado m¨¢s de una mala pasada. No fue distinto ante el Madrid, un partido que quiso jugar a toda costa porque se ha machacado durante la semana con la recuperaci¨®n de unas molestias en el s¨®leo. As¨ª, en el minuto 57, el t¨¦cnico azulgrana decidi¨® dar relevo al capit¨¢n, al ejemplo de La Masia, al futbolista que ha salvaguardado el estilo culeren los ¨²ltimos cursos tras la marcha de Xavi.
Andr¨¦s se sac¨® el brazalete y se lo coloc¨® a Messi al tiempo que se fundieron en un abrazo. De camino al banquillo, la grada se levant¨® y le dedic¨® una ovaci¨®n de gala a la vez que entonaban de forma repetida su apellido. Abrazo con Paulinho y m¨¢s aplausos que, ahora s¨ª, fueron rec¨ªprocos. Era el final de Andr¨¦s Iniesta en los cl¨¢sicos, el final de una ¨¦poca.
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