Uno de los principales cabecillas de los ultras rusos amenaza: ¡°Los gais deben tener cuidado¡±
Aleksandr Shprygin, antiguo l¨ªder de la Asociaci¨®n de Hinchas de la selecci¨®n de f¨²tbol de Rusia, actualmente suspendida, fue expulsado dos veces de Francia durante la Eurocopa de 2016
Hace dos a?os, al margen del partido Inglaterra-Rusia de la Eurocopa, las dos hinchadas convirtieron Marsella en un campo de batalla. El mundo entero lo presenci¨® con horror. Sin embargo, en Rusia, los ultras que lograron derrotar a sus "padres espirituales" fueron recibidos como h¨¦roes. "Bien hecho, chicos", tuite¨® el diputado Igor Lebedev, mientras Vlad¨ªmir Putin liquidaba el episodio con un comentario ir¨®nico: ?c¨®mo ha podido ser que 200 rusos venciesen a m¨¢s de 2.000 hooligans ingleses? "Fue una simple pelea", restaba importancia Aleksandr Shprygin, un hombret¨®n de 40 a?os que todos tratan con respeto en el bar deportivo de Mosc¨² en el que nos encontramos. En 2016, el l¨ªder de la hinchada del Dinamo de Mosc¨² y luego de la Asociaci¨®n de Hinchas de la selecci¨®n de f¨²tbol de Rusia, actualmente suspendida, fue expulsado de Francia no una vez, sino dos.
"Quienes temen que los sucesos de Marsella se repitan en el Mundial se equivocan. El nivel de seguridad en Rusia no tiene precedentes", asegura Shprygin, a?adiendo a continuaci¨®n: "Es verdad que el f¨²tbol es pura emoci¨®n. A lo mejor se produce alg¨²n enfrentamiento menor, pero nada de batallas. Son los medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos los que vaticinan un 'festival de violencia'. Como se han quedado sin Mundial, no se resignan, pero con eso se hacen da?o a s¨ª mismos. Puede que alg¨²n adolescente de Volvogrado se pregunte c¨®mo es posible que su abuelo defendiese a los brit¨¢nicos de los nazis y ahora estos nos declaren la guerra, y decida que hay que darles una lecci¨®n". No obstante, se apresura a puntualizar: "Nadie se est¨¢ preparando para pegar a los extranjeros. Todo el mundo sabe que ir¨ªa derecho a la c¨¢rcel".
Los ¨²ltimos a?os, las autoridades han apretado las tuercas a los ultras por todos los medios a su alcance: detenciones preventivas, amenazas, e incluso promesas firmadas de "buena conducta". "Los que se lo pueden permitir se marchar¨¢n al extranjero", explica el exl¨ªder. "As¨ª, si pasa algo, podr¨¢n ense?ar el billete y el sello en el pasaporte". A los 467 ultras de la lista negra de los violentos se les ha negado el fan id, el "pasaporte del hincha" necesario para asistir a los partidos. Shprygin no figura en ella, pero ha sido desterrado de las gradas sin recibir explicaci¨®n. El a?o pasado, cuando estaba a tan solo un centenar de metros del estadio, se enter¨® de que no pod¨ªa asistir a la Copa de Confederaciones, y ma?ana no se le permitir¨¢ estar en el partido inaugural. "Su solicitud ha sido rechazada", lee pasando la pantalla del m¨®vil. "En estos casos no hay nada que hacer".
El punto de no retorno fue la Eurocopa de 2016. Entonces acab¨® la marcha triunfal que hab¨ªa llevado a los ultras rusos a sentarse a la derecha del poder. La asociaci¨®n fue suspendida, y el propio Shprygin, que hab¨ªa llegado a ser asistente de Lebedev y que en 2010 hab¨ªa acompa?ado al entonces primer ministro de Putin a depositar flores a la tumba de un hincha del Spartak, fue repudiado. "Me pintan como el jefe de un supuesto 'ej¨¦rcito de Putin' enviado a Francia a crear el caos en la 'guerra h¨ªbrida' contra Occidente. Todo fantas¨ªas. Solamente hemos tenido relaciones de trabajo".
En todo caso, la edad de oro de la complicidad con el Kremlin ha llegado a su fin. Comienza ahora la de la tolerancia cero. A¨²n queda el temor a los episodios xen¨®fobos como el lanzamiento de pl¨¢tanos o los c¨¢nticos racistas contra los jugadores de color registrados en demasiadas ocasiones en los estadios rusos. Shprygin niega con la cabeza. "Son casos aislados que la gente muchas veces se inventa 'chup¨¢ndose un dedo", expresi¨®n rusa equivalente a "sacarse algo de la manga". Cuando se le recuerda que en el pasado se auguraba una selecci¨®n nacional "de eslavos" responde que lo que quer¨ªan decir era que saldr¨ªa "de la cantera rusa". De su saludo nazi inmortalizado en una foto asegura que "era joven y estaba borracho". No obstante, da un consejo a los homosexuales: "No habr¨¢ persecuciones, que quede claro, pero estamos en un pa¨ªs conservador, as¨ª que mejor evitar las caranto?as en la plaza Roja".
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