Glorias ajenas
Alguna vez nadie recordar¨¢ el gol de Maradona a los ingleses, alguna vez nadie sabr¨¢ que Argentina fue potencia mundial; ya nos pas¨®, nos pasa
Parece que estamos siendo buenos estrategas. Parece que el partido resulta interesante. Parece que el equipo muestra tendencia a quebrarse. Parece que tenemos problemas con los laterales. Parece que nos acaban de hacer un gol por culpa del arquero. Parece que esto es inconcebible. Parece que somos un fracaso. Parece que hay un tiro libre para la Argentina. Parece que el equipo empieza a jugar con el alma y con el coraz¨®n. Parece que podemos empatar. Parece que apareci¨® Messi. Parece que a la Argentina le cuestan las llegadas. Parece que nos hicieron otro gol y que estas son las consecuencias de formar un equipo sin ensayo, sin estrategia y sin funcionamiento colectivo. Parece que la selecci¨®n es un desastre, un desperdicio, que no resiste el menor an¨¢lisis, que Argentina es la nada misma.
Buenos Aires, jueves 21 de junio. El partido entre Argentina y Croacia en el Mundial de Rusia acaba de terminar y estoy confundida. Suelo tener opini¨®n acerca de cosas: opino, por ejemplo, que es una verg¨¹enza de proporciones ¨¦picas que las portadas de todos los diarios no est¨¦n repletas de noticias acerca de lo que est¨¢ pasando en Nicaragua. En el caso del f¨²tbol (que para m¨ª tiene caracter¨ªsticas de submarino: s¨®lo emerge cuando la selecci¨®n de mi pa¨ªs juega en el Mundial; el resto del tiempo permanece sumergido y no lo veo), soy una mendiga de criterio ajeno. Y como no puedo buscarlo en mi c¨ªrculo ¨ªntimo (el hombre con quien vivo me respondi¨® ¡°Quince d¨ªas¡± cuando le pregunt¨¦ ¡°?Cu¨¢nto dura el Mundial?¡±), s¨®lo me queda confiar en quienes saben. Como los relatores de f¨²tbol. Pero Croacia le hizo tres goles a la Argentina en un partido que el relator empez¨® describiendo, ufano, como un gran despliegue de estrategia, y termin¨® lapidando con la frase ¡°Argentina es la nada misma¡±. Lo que comenz¨® bien vir¨® en desastre, y no tengo idea de c¨®mo sucedi¨®. Al final del encuentro, los titulares se llenaron de palabras como ¡°Cat¨¢strofe¡±, ¡°Verg¨¹enza¡±, ¡°Debacle¡±, hubo hinchas argentinos diciendo que ¡°Messi no le llega a Maradona a los talones¡± y periodistas (tambi¨¦n argentinos) asegurando que ¡°hace rato que la selecci¨®n perdi¨® el rumbo¡± para, inmediatamente despu¨¦s, recordar que este pa¨ªs fue dos veces campe¨®n del mundo pero que ahora es, en efecto, la nada misma.
No s¨¦ qu¨¦ fue lo que nos trajo hasta ac¨¢, pero se parece peligrosamente a un destino: empezar bien para terminar mal, y vivir del recuerdo de un pasado de gloria. Alguna vez el campeonato de 1986 quedar¨¢ demasiado lejos. Alguna vez nadie recordar¨¢ el gol de Maradona a los ingleses. Alguna vez nadie sabr¨¢ que Argentina fue potencia mundial. Ya nos pas¨®, nos pasa: fuimos el sitio al que ven¨ªan muchos huyendo del hambre y las guerras. D¨¢bamos trabajo y d¨¢bamos de comer. Nos gusta repetir, acerca de esos a?os, que este pa¨ªs era el granero del mundo, que ten¨ªamos un PIB m¨¢s alto que el de Alemania. Pero ahora tenemos veinticinco por ciento de pobres y quiz¨¢s, a fin de a?o, logremos un treinta por ciento de inflaci¨®n. En el f¨²tbol y en la vida hay glorias que, de tan pasadas, ya son ajenas.
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