Iago Aspas libera la tensi¨®n
El gol de tac¨®n del gallego redime a la selecci¨®n tras muchas dudas en defensa
¡°Nuestra gente estar¨¢¡±, dijo Fernando Hierro el domingo. El lunes, sin embargo, apenas un par de miles de aficionados espa?oles se dejaron ver con sus monteras y sus capotes entre la multitud magreb¨ª que acudi¨® al centro de la vieja K?nigsberg. La inmensa mayor¨ªa de los aficionados que acudieron hasta la nueva Kaliningrado fueron del bando marroqu¨ª. La lluvia y el fr¨ªo del B¨¢ltico no fren¨® la romer¨ªa en un d¨ªa oscuro. Las gradas del estadio en la isla del Pregel se ti?eron de rojo alau¨ª. Cuando los jugadores de La Roja salieron a formarse descubrieron que la familiaridad crom¨¢tica era solo la confirmaci¨®n del antagonismo. La muchedumbre los recibi¨® se?alando al nuevo villano: Sergio Ramos.
Un estallido de abucheos y pitos salud¨® al rostro de Ramos cuando apareci¨® reflejado en las pantallas gigantes. La hinchada marroqu¨ª se?al¨® al capit¨¢n espa?ol cuando la organizaci¨®n anunci¨® las alineaciones. El Magreb no olvida la luxaci¨®n del egipcio Salah a manos del defensa madridista, durante la ¨²ltima final de la Champions.
Los jugadores de Marruecos pasaron los ¨²ltimos d¨ªas relajadamente. Se los vio pasear hasta la madrugada por los salones del hotel Mercure, a orillas del estanque Verkhiy, mezcl¨¢ndose con hinchas y familiares. El entrenador, el bronc¨ªneo Herv¨¦ Renad, hizo vida social. Eliminado el cuadro africano en la segunda jornada, nada hac¨ªa presumir el estado de ebullici¨®n que alcanzar¨ªa el partido unas horas despu¨¦s. Para empezar, Ramos entr¨® con mal pie.
Noureddine Amrabat le rasc¨® un tobillo en la primera acci¨®n que los cruz¨®. En la segunda, le pis¨® el tal¨®n derecho y le descalz¨®. Frente a frente, Ramos y el atacante marroqu¨ª escenificaron la clase de fricci¨®n que parec¨ªan pedir los asistentes. Hubo una montonera, empujones, se?alamientos y amenazas. El partido se reanud¨® pero algo en la cabeza de Ramos no engran¨®.
En el minuto 15 sucedi¨® algo inaudito. Iniesta hizo un control defectuoso en su campo, de espaldas a De Gea, y dud¨®. No supo si ir a proteger la pelota o dejar que la cuidara Ramos que ven¨ªa de frente. Ramos tambi¨¦n dud¨®. De la mezcla de fallos y vacilaciones surgi¨® el 13 marroqu¨ª como una mala sombra. Boutaib, se llama, y se llev¨® el bal¨®n como un tiro. Cuando De Gea se le puso por delante lo midi¨® y le meti¨® el tiro entre las piernas. El 0-1 expuso los nervios de Espa?a y carg¨® un peso sobre la espalda de dos de los jugadores m¨¢s fiables: Iniesta y el capit¨¢n.
El partido declinaba con el 1-1 cuando las cosas fueron a peor. El joven Youssef en Nesyri, malaguista, largo, de 1,88 de estatura, hizo algo que no se ve todos los d¨ªas. Super¨® a Ramos en el salto vertical y cabece¨® un c¨®rner a gol. El 1-2 gener¨® un estado de ansiedad general en el estadio y oblig¨® a la selecci¨®n a atacar una trinchera de tres l¨ªneas apretadas en el ¨¢rea rival.
No estaba Diego Costa para cabecear centros y nadie le ech¨® en falta. Ante las dificultades que padec¨ªa para ofrecerse ah¨ª donde lo encimaban y no le dejaban correr, Hierro le sustituy¨® por Iago Aspas. Maestro de los espacios reducidos, el gallego se ingeni¨® un desmarque que nadie en la defensa marroqu¨ª pareci¨® detectar. El hombre bail¨® en un cent¨ªmetro. Hizo falta en VAR para verificar que no estaba en fuera de juego. Meti¨® un golazo. De tac¨®n. A lo grande. El primero que fue a felicitarlo fue el aliviado Sergio Ramos.
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