Antes de que comience la carrera, los tres tenores del Movistar cantan a coro
Nairo, Valverde y Landa, la fuerza de choque del mejor equipo espa?ol contra el acorazado Sky
Este a?o toca, le dicen a Eusebio Unzue, que responde, la voz de tanta experiencia, que todos los a?os toca. Pero no todos los a?os llega al Tour con tres tenores, y todos entonados, consonantes y afinados, y con ganas de dar el do de pecho y que solo el suyo resuene, le insisten, para agobiarle. No le conocen. ¡°Tranquilos, tranquilos, ya llegar¨¢ el momento¡±, se desembaraza del apuro, Unzue, que pasa a relatar lo que puede ser el Tour para ¨¦l, que dirige al Movistar, el mejor equipo espa?ol, como en su momento dirigi¨® el Reynolds de Perico Delgado y el Banesto de Miguel Indurain, y hasta el Caisse d'?pargne de ?scar Pereiro y el Tour m¨¢s afortunado de la historia, el de 2006. Lo hace con paciencia, la madre de la sabidur¨ªa y la fortuna. ¡°El Tour es una m¨¢quina de devorar ilusiones¡±, dice. ¡°La mayor¨ªa de las veces no te da aquello por lo que luchas, pero en otras te da lo que no esperas, como cuando en 2013 llegamos con Valverde de l¨ªder y Nairo estuvo a punto de ganar¡ Y desde entonces, Nairo y Froome, que gan¨® all¨ª su primer Tour, han sido los m¨¢s regulares¡±.
A su derecha, en una mesa larga como de restaurante de bodas, bajo una carpa de enlaces en el jard¨ªn que empieza a secarse de un hotel atl¨¢ntico, Nairo Quintana, Alejandro Valverde y Mikel Landa, por este orden sentados, miran al vac¨ªo. Enfrente, la prensa.
Landa en realidad mira abajo, al tel¨¦fono que guarda en el regazo. ¡°Estoy aburrido de que desde enero en todas las ruedas de prensa solo se hable de lo mismo¡±, confiesa el ciclista alav¨¦s, que corre su primer Tour en el equipo de Unzue despu¨¦s de dos a?os al servicio de Froome en el Sky. Valverde mira al frente y sonr¨ªe, due?o de la situaci¨®n y el discurso, y Nairo permanece serio, en el dif¨ªcil equilibrio de quien se siente el elegido pero no quiere que se note demasiado.
Antes de que comience el Tour, los tres tenores cantan a coro. Son, despu¨¦s de Froome, los favoritos por su fuerza de choque. Tambi¨¦n se habla en la Vend¨¦e, y sus nubes grises y su neblina casi gallegas, de Vincenzo Nibali y de Richie Porte, y de no mucho m¨¢s, de los de siempre, de Romain Bardet, y, s¨ª, quiz¨¢s tambi¨¦n un poco, de Egan Bernal, el colombiano de oro que correr¨¢ con Froome con el objetivo de desestabilizar a Nairo: el ciclista joven que llega para destronar al establecido.
¡°Lo importante es que un Movistar est¨¦ de amarillo en Par¨ªs¡±, dice Nairo y repite Valverde, quien quiere confiar que su oportunidad ya ha pasado, y lo dice, pero se arrepiente y recalca que aunque los otros dos tienen m¨¢s opciones, ¨¦l est¨¢ muy, muy bien. ¡°Por orden, dir¨¦ que Nairo va primero, Landa segundo y despu¨¦s yo¡±.
Landa y Nairo corrieron el Giro antes del Tour en 2017. Es la causa, para el colombiano, de su mal Tour; para Landa, confiesa, correr el Giro antes le supuso luchar en junio para mantener la forma y rezar en julio para que aguantaran las fuerzas hasta el final. Este a?o, ambos llegan frescos. Al menos a la primera semana, la que pondr¨¢ a prueba su consonancia y su coro.
Del recorrido, apenas se habl¨®. Como si la monta?a, que se concentra en los segundos diez d¨ªas, fueran a¨²n presencias muy lejanas, entre brumas, borrosas. Todos piensan en los primeros nueve d¨ªas. En las etapas llanas de viento y nervios y costas mar¨ªtimas de Breta?a, y una contrarreloj por equipos que puede ofrecer ya al Sky el maillot y definir su estrategia defensiva. Y, sobre todo, en el pav¨¦s de Roubaix, el domingo 15, donde seguramente, llegar¨¢n los nervios, las ca¨ªdas que los separen, los pinchazos, las asonancias. Donde, en realidad, comenzar¨¢ el Tour de verdad. ¡°Y hablar de nada hasta entonces es bobada¡±, sentencia Unzue, que cruza los dedos, tan sabio.
Cuando se levantan de la mesa todos, los fot¨®grafos piden a los tenores que posen chocando sus pu?os. Vi¨¦ndose as¨ª los tres, con la mano cerrada por delante, uno de ellos dice, ?nos los jugamos a los chinos? ?O a piedra, tijera, papel...? Se produce entonces un momento de indecisi¨®n. E, inmediatamente, una risotada coro que todo lo cierra.
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