El fin del Madrid
Tras la marcha de Ronaldo a la Juve, el debate entre mis amigos cul¨¦s se centra ahora en si nos gusta m¨¢s Neymar o Mbapp¨¦ como sustituto del Villano 'Number One'
A los cinco minutos de ver a Cristiano Ronaldo enfundado en la el¨¢stica blanca sab¨ªamos que era el fin del Madrid. A los cinco de confirmarse su marcha, tras verlo marcar casi medio centenar de goles por temporada y muescar cuatro Ligas de Campeones en la culata, seguimos pensando lo mismo. ?Es posible que, sin pretenderlo, deje tras de s¨ª el portugu¨¦s la mejor definici¨®n que jam¨¢s se haya hecho del barcelonismo? Sinceramente --y tras escuchar al vicepresidente Jordi Cardoner-- me parece que s¨ª, al menos de esa facci¨®n oficialista capaz de aplaudir, con id¨¦ntico entusiasmo, el inesperado fichaje de Paulinho y su venta inmediata: todo nos parece bien si en el horizonte podemos intuir un atisbo de decadencia blanca... Y no hay mejor ¨¦poca que el verano para disfrutar del ocaso.
Hablamos de un hincha que vive el f¨²tbol por comparaci¨®n, seguramente de un modo inconsciente y heredado. La marcha de Cristiano Ronaldo, sin ir m¨¢s lejos, ha eclipsado definitivamente el adi¨®s de Andr¨¦s Iniesta y la aut¨¦ntica problem¨¢tica cul¨¦ parece residir en los nombres que sustituir¨¢n al de Madeira, no al manchego. Me recuerda a ciertas vacaciones que pasamos en el piso de unos amigos malague?os. Una tarde, haciendo el indio, le arranqu¨¦ la cabeza a un gato de cer¨¢mica con el que entrenaba para ganarme la armadura de Caballero del Zodiaco. El caso es que se trataba de la t¨ªpica baratija que uno pod¨ªa encontrar en cualquier bazar por poco dinero, pero mi madre decidi¨® que algo m¨¢s caro y elegante llamar¨ªa menos la atenci¨®n. A mam¨¢ le import¨® m¨¢s la reputaci¨®n de los anfitriones que la nuestra, as¨ª que el siguiente verano lo pasamos en un camping de Portonovo, a escasos veinte minutos de casa.
Andamos entusiasmados con Arthur, para qu¨¦ negarlo. Podr¨ªa llamarse Eusebio, ser mec¨¢nico industrial y tener alergia al c¨¦sped natural que nos seguir¨ªa conmoviendo del mismo modo. Nuestro filtro funciona por impulsos y el calor estival nos altera el ritmo card¨ªaco hasta el punto de encontrar el amor en cada posavasos, como un coleccionista ingl¨¦s perdido en Magaluf. Nuestras luchas son siempre internas y en fichajes como los del centrocampista brasile?o importan m¨¢s las exhibiciones de plumaje que la objetividad. El cul¨¦ marca registrada tiene algo de urogallo, supongo, de ah¨ª que anteponga su instinto de territorialidad al de supervivencia. No sabemos qu¨¦ hemos ganado o perdido con la marcha de Iniesta y la llegada del brasile?o pero s¨ª que nuestro diagn¨®stico sobre el fichaje de Cristiano era acertado: tarde o temprano la iba a liar.
El debate entre mis amigos cul¨¦s se centra ahora en si nos gusta m¨¢s Neymar o Mbapp¨¦ como sustituto del Villano 'Number One'. Apostamos por el brasile?o porque fuimos capaces de venderlo y del franc¨¦s nos atrae la certeza de que no quisimos ficharlo. En cualquier caso saldremos ganando. Parece el Madrid empe?ado en ponerse trabas y no seremos nosotros los que veamos a un excelente futbolista donde cualquiera ver¨ªa un serio rompecabezas. No es nuestro problema, aunque lo parezca, y m¨¢s les valdr¨ªa a los dirigentes merengues ir tomando nota: no vamos a durar toda la vida. ?Qui¨¦n pod¨ªa asegurar que el ego de Cristiano terminar¨ªa explot¨¢ndole al Madrid en los morros, tarde o temprano? Nosotros, solo nosotros.
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