Orlando Ortega, bronce en los 110m vallas
"Va por ti, abuela", fue la dedicatoria del espa?ol (1334s) despu¨¦s de una carrera con un final muy igualado que se llev¨® el franc¨¦s Martinot-Lagarde
Berl¨ªn se enfri¨® ayer, presagio de que todo se pone serio, y el Estado Ol¨ªmpico se ti?¨® de una p¨¢tina gris. Las nubes, que lo envolv¨ªan en un halo m¨ªstico, anticipaban un trueno. Y son¨® el disparo. Empez¨® su exhibici¨®n Shubenkov. Este a?o hab¨ªan sido todos y ¨¦l. Ellos detr¨¢s, en comparsa. ?l, l¨ªder solitario mirando el horizonte de los 12 segundos sin nadie a derecha ni izquierda, pero ayer se encontr¨® en la meta con la sombra del franc¨¦s Pascal Martinot-Lagarde, que le quit¨® el triunfo.
Tras su vuelta en 2017 despu¨¦s de que fuera readmitido por la IAAF para competir como atleta neutral, Shubenkov quer¨ªa recuperar todo lo que se hab¨ªa perdido, los Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo. Ni siquiera ve¨ªa a Orlando como rival, que acab¨® tercero, tan solo miraba de reojo a la bestia jamaicana, Omar McLeod. Llegaron los Mundiales de Londres y Orlando, lastrado por una rotura muscular y su lesi¨®n mal curada en la rodilla, era s¨¦ptimo, mientras Shubenkov segu¨ªa recuperando los sue?os perdidos. Plata mundial, recibido como un h¨¦roe en Rusia. Le robaba el oro despu¨¦s a Orlando en la final de la Diamond League.
Este viernes, el deseo del espa?ol era mayor. Despu¨¦s de un a?o marcado por las dudas, presionado por su propio anhelo de dominar las vallas, por batir su propio r¨¦cord, los 12,94s de Par¨ªs en 2015, de acercarse al r¨¦cord mundial. ¡°Busco respuestas pero no las encuentro¡±, dec¨ªa al ver que los 13 segundos se le hab¨ªan convertido en un muro imposible de reventar. Decidi¨® aislarse, reflexionar. ¡°Llegu¨¦ a apagar el tel¨¦fono, necesitaba reflexionar en soledad sobre por qu¨¦ estoy aqu¨ª¡±, confesaba redimido en el hotel de Berl¨ªn, antes de irse con su padre al Estadio Ol¨ªmpico a realizar los ¨²ltimos entrenamientos. ¡°Record¨¦ por qu¨¦ sal¨ª de Cuba. Estoy aqu¨ª porque me gusta lo que hago y lo disfruto. Los entrenamientos son lo que me ha acabado de dar tranquilidad¡±, sonre¨ªa.
Orlando record¨® cu¨¢l era su prop¨®sito. Lo dec¨ªan sus gestos ya en semifinales, Orlando, como un toro, casi se pasa la mitad de las vallas, la adrenalina le mov¨ªa sola el cuerpo, no se pod¨ªa contener. Se golpeaba el pecho y su se?al, el gesto de OK que siempre hace con los dedos cuando est¨¢ bien, indicaba que todo estaba en paz en su interior. ¡°Va por ti¡±, le dijo a su abuela, la velocista de la que hered¨® sus genes. ¡°S¨¦ que me est¨¢ mirando all¨¢ donde est¨¦¡±. Gan¨® su serie en 13,21s, por delante del brit¨¢nico Andrew Pozzi, qu¨¦ caray¡ Que se enteren de qui¨¦n ha venido hoy aqu¨ª.
Shubenkov gan¨® la suya, en 13,24, unas d¨¦cimas m¨¢s que Ortega, controlando no gastar de m¨¢s mientras al segundo, un alem¨¢n, se le sal¨ªan los ojos y se dejaba las tripas para conseguir la clasificaci¨®n a la final. A Shubenkov que este a?o baj¨® tres veces de 13 segundos en menos de un mes, se le ve¨ªa tranquilo pero no arrogante como semanas atr¨¢s, cuando bromeaba contando que su entrenador, al enterarse de que hab¨ªa corrido en 12,99s en Montreuil, le dijo: ¡°Pues pod¨ªas haber ido m¨¢s r¨¢pido¡¡±. Ayer se lo ve¨ªa consciente de que tendr¨ªa que sacar al tart¨¢n azul todo su perfeccionismo, su elegante pasaje de bravura, los fin¨ªsimos movimientos con los que se desliza sobre las vallas.
En la final se enfrentaban el sonido de la potencia contra la fuerza desbocada de la motivaci¨®n. En ese duelo cre¨ªan todos en el estadio. Pero, como recordaba Orlando antes de este campeonato europeo, cada atleta tiene su mundo y despu¨¦s se encuentran en la pista. Orlando tuvo un tropiezo en la segunda valla y se desequilibr¨®. En el 110 metros vallas, un roce es suficiente para perder el equilibrio, y la carrera. Se qued¨® atr¨¢s pero luch¨® hasta el final y en un final muy ajustado entr¨® tercero, con 13,34s. El franc¨¦s Pascal Martinot-Lagarde, quien menos esperaba proclamarse campe¨®n de Europa en el estadio de Owens y Bolt, meti¨® la cabeza, el cuello y las ganas mil¨ªmetros imperceptibles por delante del trueno Shubenkov. Y llor¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.