?lvaro Mart¨ªn y Diego Garc¨ªa, cuando la marcha es m¨¢s que la vida
El campe¨®n y el subcampe¨®n de Europa se entrenaron juntos durante a?os, pero hace unos meses sus caminos se bifurcaron
La marcha, proclam¨® su dios, Robert Korzeniowski, no es la vida, pero es m¨¢s importante, y es m¨¢s importante que la carrera tambi¨¦n, sigui¨® el campe¨®n polaco, m¨¢s profunda, porque el marchador siempre tiene un pie en contacto con la tierra, y de la tierra brota todo, y de los marchadores del pasado que han transmitido el credo, y su pasi¨®n.
?lvaro Mart¨ªn y Diego Garc¨ªa Carrera, y le gusta marchar con su segundo apellido en el dorsal, como a su admirado Chuso Garc¨ªa Bragado, padre de todos, y un poco obispo del culto, profesan la religi¨®n de la marcha desde ni?os, y creen en ella, y su vida est¨¢ marcada por la marcha. Eran casi dos ni?os, Diego Garc¨ªa a¨²n no hab¨ªa cumplido los 20 a?os, cuando debutaron juntos en un Mundial absoluto. Fue en Pek¨ªn 2015. Miguel ?ngel L¨®pez era la figura, y ellos eran dos que llegaban con los ojos bien abiertos para aprender, e inseparables pasaban el d¨ªa y jugaban a los dardos en el hotel y paseaban, y hasta se compraron el mismo traje chino dorado para celebrar el Mundial que gana Miguel ?ngel L¨®pez. Su entrenador, Jos¨¦ Antonio Quintana, que mantiene encendida la llama de la escuela de Madrid, no se separa de ellos. Un t¨¦cnico joven. Unos chavales j¨®venes y sanos. El futuro.
Dos a?os y pico despu¨¦s, ?lvaro Mart¨ªn, de 24 a?os, y Diego Garc¨ªa, de 22, ya no son inseparables. No est¨¢n a gusto entrenando juntos. No pueden ya compartir habitaci¨®n en las competiciones ni en el Hotel Pasadoiro, donde se alojan cuando se concentran en Navacerrada. Sus caminos se bifurcan. Se han vuelto a juntar en la ¨²ltima vuelta del circuito de Berl¨ªn. Siempre so?aron con ese momento: uno y otro, delante de todos.
Diego Garc¨ªa Carrera sigue en Madrid con Quintana, con quien empez¨® casi de ni?o y decidi¨® centrarse en la marcha, olvidando sus saltos de altura con botas de futbolista. Termina sus estudios de trompa en el conservatorio, y Mahler en los o¨ªdos, y de ADE en la universidad. Y se entrena sereno para convertirse en campe¨®n.
?lvaro Mart¨ªn, graduado en Ciencias Pol¨ªticas, empez¨® a entrenarse con Quintana en 2011, cuando lleg¨® de Llerena (Badajoz )¨C¡°?que si espero un gran recibimiento en Llerena?¡±, dice, ¡°ser¨¢ al rev¨¦s, ser¨¦ yo el que reciba a Llerena. Nunca podr¨¦ agradecer a mi pueblo todo lo que ha hecho por m¨ª¡±¡ªcomo el joven prodigio de la marcha, y era el protagonista, a los 17 a?os, de los reportajes m¨¢s halagadores. ¡°Hace un a?o, no sab¨ªa lo que ser¨ªa de m¨ª¡±, dice el marchador, que empieza a entrenarse solo en las pistas del CAR de Madrid, ayudado por Juan del Campo. Y la memoria le rescata. Pasa a entrenarse con el grupo de Jos¨¦ Antonio Carrillo, el mentor de Miguel ?ngel L¨®pez, el marchador a quien siempre quiso parecerse por su t¨¦cnica, por su forma de llevar su carrera, por sus t¨ªtulos. Es su redentor. Concentrados en Navacerrada, uno ayuda al otro. L¨®pez, campe¨®n de Europa y campe¨®n del mundo, no ha vuelto a ganar desde que se derrumb¨® en los Juegos de R¨ªo. Es una relaci¨®n con un punto de crueldad, como la marcha misma: L¨®pez, para volver a ser grande, debe derrotar al joven al que todos los d¨ªas ayuda a entrenarse mejor, a ser mejor; Mart¨ªn, para ser como L¨®pez, su sue?o, debe acabar con las aspiraciones del atleta al que m¨¢s admira y que todos los d¨ªas tira delante de ¨¦l unos entrenamientos a unos ritmos incre¨ªbles.
En Berl¨ªn, gana el joven, que homenajea a L¨®pez y dice que tiene a¨²n todo por delante.
Carrillo, el entrenador, celebra que ha ganado dos Europeos con dos marchadores diferentes. Pero contempla la ¨²ltima vuelta sereno, con un poco de pena, incluso. ¡°No, no necesito ya tomarme orfidales como en Z¨²rich hace cuatro a?os¡±, dice. ¡°Ya he madurado un poco. Soy abuelo¡±.
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