Bale y el cubo de Rubik
El jugador gal¨¦s ha disfrutado de las prerrogativas como exig¨ªa, pero no ha estado a la altura de las desmesuradas expectativas de Florentino P¨¦rez
La decisi¨®n estrat¨¦gica m¨¢s importante de Florentino P¨¦rez esta temporada ha sido el traspaso de Cristiano Ronaldo ¡ªcon ficha en el Real Madrid hasta 2021¡ª y su sustituci¨®n por Gareth Bale como mascar¨®n de proa del equipo. La ceremonia del traspaso se efectu¨® simb¨®licamente minutos despu¨¦s de la final de Kiev. Cristiano Ronaldo emiti¨® una de sus habituales quejas y Bale no tard¨® un momento en amenazar al club con abandonarlo si no se le aseguraba la titularidad. Suplente en la final, acababa de marcar dos goles y se sent¨ªa con derecho a tirar al entrenador al tren. Nadie le afe¨® su conducta. Bale recibi¨® el habitual manto de protecci¨®n.
Una semana despu¨¦s, Zinedine Zidane abandonaba el club y m¨¢s tarde el Real Madrid traspasaba a Cristiano Ronaldo a la Juventus, fichaje que debilitaba al club espa?ol y fortalec¨ªa al italiano en todos los ¨¢mbitos. Con Cristiano Ronaldo, la Juve era m¨¢s y el Real Madrid, menos. Puede que en la selva empresarial, donde Florentino P¨¦rez se mueve como un pez, sean habituales esta clase de operaciones, pero no invitan a la l¨®gica. En el f¨²tbol resultan muy poco aconsejables.
Durante la mayor parte de su gesti¨®n, el presidente del Real Madrid no ha temido ni a la chequera, ni a debilitar a sus grandes rivales. A golpe de talonario, sac¨® a Figo del Bar?a, a Zidane de la Juve, a Ronaldo del Inter, a Kak¨¢ del Milan y a Cristiano del Manchester United. Aplic¨® las reglas empresariales al negocio del f¨²tbol y no le fue mal. A sus rivales, s¨ª. Todos tardaron al menos cuatro a?os en recuperarse. En algunos casos, no lo han conseguido.
El traspaso de Cristiano Ronaldo merec¨ªa una maniobra correctora que no se produjo. Se march¨® como si fuera un cualquiera. No lo era. Pasar¨¢n a?os o d¨¦cadas hasta que alguien se acerque a los registros del delantero portugu¨¦s y al liderazgo que impon¨ªa su febril y aparatosa personalidad. El Madrid consider¨® que Gareth Bale, Benzema y Mayoral se pod¨ªan ocupar de los herc¨²leos trabajos de Cristiano Ronaldo. La derrota contra el Atl¨¦tico de Madrid en la final de la Supercopa apenas alter¨® los planes. El Madrid fich¨® a Mariano, que dos a?os antes compet¨ªa con Mayoral como muy ocasional sustituto de Benzema y Morata.
La supeditaci¨®n a Bale como goleador, l¨ªder y gran figura del Real Madrid se estableci¨® a trav¨¦s de una fantas¨ªa: se dijo que durante los cuatro a?os anteriores hab¨ªa sido acorralado por la influencia de Cristiano Ronaldo. Zidane, que le dio todas las oportunidades posibles, no pensaba lo mismo. Poco a poco comenz¨® a retirarle del equipo. No vio la clase de jugador que oficia de bandera del equipo. Observ¨® la realidad de un futbolista que no logra ajustar la suma de sus cualidades. Dividido es un portento ¡ªfabuloso atleta, excepcional chutador, gran cabeceador¡ª, pero muchos futbolistas son como el cubo de Rubik, muy dif¨ªciles de encajar. Bale es uno de ellos.
El jugador gal¨¦s ha disfrutado de las prerrogativas como exig¨ªa, pero no ha estado a la altura de sus previsiones y de las desmesuradas expectativas de Florentino. Ha sido Bale, a secas, un jugador inconsistente, d¨¦bil de ¨¢nimo, de una preocupante fragilidad, tan poco integrado que en cuatro a?os no se le ha escuchado una sola declaraci¨®n en castellano y con un problema recurrente en la inmensa mayor¨ªa de los futbolistas brit¨¢nicos: no entiende las sutilezas del juego que caracterizan al f¨²tbol en Espa?a.
Lejos de progresar en la temporada que el Real Madrid le hab¨ªa confeccionado a su medida, Bale ha pasado de fantasiosa soluci¨®n a problema relevante. Ha empeorado su rendimiento. Quiz¨¢ por eso, Lopetegui se dio el gusto de cambiarle en el gran cl¨¢sico espa?ol, su ¨²ltimo partido como entrenador del Madrid.
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