El pozo
Viendo los pitos a Ramos y la poca paciencia con Demb¨¦l¨¦, el aficionado tambi¨¦n forma parte de ese pozo en el que cada poco tiempo vemos sumergirse a uno de nuestros h¨¦roes
El deporte profesional, como la vida misma, est¨¢ llena de pozos en los que uno mete el pie y enseguida se encuentra con el agua al cuello, luchando por sobrevivir. El camino hacia la gloria suele ser desigual y traicionero, de ah¨ª que ni los grandes nombres est¨¢n exentos del peligro, m¨¢s bien al contrario. Las grandes expectativas, el nivel de autoexigencia, las prisas o simplemente el peso de una camiseta -incluso el importe de un jugoso contrato- son capaces de causar estragos entre los miembros m¨¢s distinguidos de las ¨¦lites, esos que solo contemplan la derrota como una dolorosa antesala de la retirada.
En un pozo de lesiones, problemas personales y desconfianza se encontraba Tiger Woods hace apenas unos meses, ¨¦l que hab¨ªa sido considerado el novio de Am¨¦rica. Tambi¨¦n Messi parece ahogado cuando cambia el azulgrana por la albiceleste, principal diana sobre la que descargar la frustraci¨®n de un pa¨ªs entero mientras Maradona, un dios clausurado de por vida en su propio agujero, lo escruta, se?ala y degrada al grado de simple mortal con cada tropiezo. El pozo son tambi¨¦n las rodillas de Rafa Nadal, el car¨¢cter indomable de Serena Williams y Jordan Spieth, la soledad de Bojan Krkic, la dispersi¨®n de Garbi?e Muguruza e incluso la aparente sencillez con la que Simon Biles ejecuta lo imposible pues no existe, se sabe, carga m¨¢s pesada que la excepcionalidad. Tambi¨¦n la edad es un pozo; algunas veces por falta de madurez, otras por exceso de canas.
¡°Creamos un monstruo, Ren¨¦¡±, escribi¨® el periodista brasile?o Leandro Pereira para referirse al comportamiento infantil de Neymar Jr. durante el pasado Mundial de Rusia. En su columna del peri¨®dico Lance hac¨ªa referencia a Ren¨¦ Simoes, aquel t¨¦cnico del Atl¨¦tico Clube Goianiense que, ya en 2010, alertaba al f¨²tbol brasile?o de la tragedia que supon¨ªa el comportamiento infantil de su nueva estrella. En la otra cara de la moneda encontramos al boxeador que empieza a parecer mayor cuando sube al ring y descubrimos en su cabeza una lustrosa coronilla. ¡°Es duro estar interesado por tu propia sombra durante m¨¢s de veinte a?os¡±, anticipaba A.J. Liebling de Joe Louis d¨ªas antes de verlo caer derrotado, destruido por un joven boxeador de origen italiano que respond¨ªa al nombre de Rocky Marciano. Los pozos pueden ocultarse tras una monta?a de hojas muertas pero tambi¨¦n encerrar ra¨ªces que jam¨¢s remontar¨¢n.
El aficionado, como devorador de mitos, tambi¨¦n forma parte de ese pozo en el que cada poco tiempo vemos sumergirse a uno de nuestros h¨¦roes. Lo pensaba el otro d¨ªa viendo los pitos del Santiago Bernab¨¦u a Sergio Ramos y la poca paciencia de mi padre con Ousmane Demb¨¦l¨¦. A uno parecen reclamarle que se convierta en el nuevo Dorian Grey mientras al otro le exigimos que se comporte como un veterano de guerra. Me acord¨¦, entonces, de cierta escena en la que un ni?o sue?a con su madre, muerta durante la guerra, que regresa a su lado para ense?arle que tambi¨¦n en los pozos m¨¢s profundos puede verse siempre una estrella. En el caso concreto de los deportistas profesionales, convendr¨ªa hacer algo m¨¢s que mirar.
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