El amuleto de Vinicius
Siempre encontramos el nombre de un jugador para hacerse cargo de la suerte. La mala suerte, en cambio, tiene nombre de entrenador: Lopetegui, sin ir m¨¢s lejos
El mejor jugador
La suerte es el jugador m¨¢s desequilibrante que tiene el f¨²tbol y provoca equ¨ªvocos disparatados. Hay jugadores que ganan la loter¨ªa y creen que es por m¨¦ritos propios. Vinicius, por ejemplo, enganch¨® un tiro frente al Valladolid que iba directamente a la torre Europa, que est¨¢ cruzando la Castellana, pero despu¨¦s de pegar en un defensor, el tiro al aire dio en la diana. ?Gol! Lo grit¨® como si fuera un prodigio suyo y no de la casualidad, y contagi¨® a la afici¨®n, que tiene muchas ganas de creer en algo. A esas alturas, Vinicius era un amuleto, esa fuerza espiritual que llega donde no llega el juego. Siempre encontramos el nombre de un jugador para hacerse cargo de la suerte. La mala suerte, en cambio, tiene nombre de entrenador: Lopetegui, sin ir m¨¢s lejos.
Fichaje anormal
El m¨¦rito est¨¢ en el juego, no en el resultado. La Juve pas¨® por encima del Manchester y, sin embargo, perdi¨®. La Juve, que gobierna el Scudetto desde hace siete temporadas con mano de hierro, tiene una idea fija: Europa. No se ficha a un general como Cristiano para conquistar tierra conquistada. Un esfuerzo econ¨®mico de esa magnitud por un jugador de 33 a?os declara la intenci¨®n de apuntar los ca?ones a la Champions de inmediato. Cristiano no tiene tiempo para tom¨¢rselo con calma y nunca se caracteriz¨® por su paciencia. Lo suyo no solo es gol, se trata de un jugador que tiene en su poder el alma de la gente. Su sola presencia genera un clima de ambici¨®n que pone al club entero en otra dimensi¨®n. Toda esa demanda cae sobre sus hombros, lo que a cualquier tipo normal le producir¨ªa espanto. ?Pero a qui¨¦n se le ocurrir¨ªa pensar, a estas alturas, que Cristiano es normal?
?Qui¨¦n perder¨¢?
Argentina es un pa¨ªs colapsado por un Boca-River sin precedentes. Por primera vez juegan una final de Copa Libertadores y, hasta que se defina, todo lo dem¨¢s puede esperar. Parafraseando a Marechal en Meg¨¢fono y la guerra, "Habr¨¢ en las tribunas una tensi¨®n indefinible, como la de la atm¨®sfera un minuto antes del hurac¨¢n". Un mill¨®n de personas pagar¨ªan la entrada si fuera posible. Las palabras se terminaron. No se pueden decir cosas m¨¢s exageradas. En cuanto a las emociones, si pudiesen medirse romper¨ªan cualquier sism¨®grafo. Los psic¨®logos intentan aliviar la tensi¨®n de los futbolistas, los hinchas no duermen, los cardi¨®logos dan consejos¡ Lo deprimente es que esa descomunal energ¨ªa tiene poca entidad ¨¦tica. Se trata de no perder antes que de ganar porque, desde hace tiempo, en el f¨²tbol argentino la humillaci¨®n del rival es m¨¢s importante que la satisfacci¨®n propia. Dicho lo cual, no veo la hora de que empiece... A ver si pierden los dos, que yo soy del Racing.
??F¨²tbol o equipo?
Ya que estamos, ?usted a qui¨¦n quiere m¨¢s, al f¨²tbol o a su equipo? No es lo mismo. Es como la diferencia entre amar a la humanidad o amar a la patria. Hay m¨¢s patriotas que fil¨¢ntropos, porque necesitamos acotar para identificarnos y porque las emociones cada vez mandan m¨¢s. En Argentina, el amor a los equipos ha puesto al juego en un lugar secundario. Los jugadores duran poco, los directivos no tienen credibilidad, los estadios son decadentes¡ Quedan las hinchadas, que defienden la identidad de los clubes con amor y violencia. Ellos le piden a los jugadores muestras de lealtad que pasan m¨¢s por el coraje que por el talento, y eso ha condicionado al f¨²tbol formativo y al profesional. Para hacerlo m¨¢s gr¨¢fico: ?pelota o escudo? La pelota quiere jugar, el escudo solo quiere ganar.
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