Contra doce y contra la 12
El f¨²tbol sigue siendo de los futbolistas: los ¨²nicos que, por fortuna, todav¨ªa son capaces de dar ¨®rdenes al bal¨®n
"All¨¢ no me dejan entrar, ac¨¢ s¨ª", se r¨ªe Rafael Di Zeo tras fotografiarse con un aficionado que lo ha reconocido en los aleda?os del Camp Nou. En el v¨ªdeo, todav¨ªa colgado en la web del diario argentino Clar¨ªn, se le puede ver camino del estadio para asistir a la ¨²ltima edici¨®n del trofeo Joan Gamper, celebrado el pasado agosto. Lo acompa?an otros pr¨®ceres de la 12, como su hermano Fernando, Mauro Mart¨ªn, Fernando El Lana Gatica, Carlos Santacruz, Javier Godoy o Mariano Mantarro. En otro v¨ªdeo, grabado minutos despu¨¦s por un periodista de Radio AMA, observamos a los capos pasando los controles de seguridad sin mayor problema que la incre¨ªble corpulencia de alguno de ellos, afanados en organizar el siempre pomposo y jer¨¢rquico acceso de la barra a las instalaciones de cualquier estadio.
Tal y como informaba el periodista Gustavo Grabia el mismo d¨ªa del partido, Di Zeo y Mauro hab¨ªan cumplimentado el tr¨¢mite de comunicar a las autoridades argentinas su intenci¨®n de viajar a Espa?a, encausados como presuntos encubridores en un delito de secuestro y extorsi¨®n ocurrido en 2016. A esto sumaba Di Zeo otro proceso pendiente que lo se?ala como presunto instigador de dos homicidios cometidos en 2013, en plena guerra por el control de la barra contra las huestes del propio Mauro Mart¨ªn. "Nosotros avisamos a la polic¨ªa espa?ola sobre los antecedentes y prohibiciones de ingresar a los estadios que pesan sobre estas personas", declaraba el Director de Seguridad Deportiva de la Naci¨®n, Guillermo Madero, a Infobae. "Al no existir convenio alguno de reciprocidad, como s¨ª tuvimos con Rusia durante el Mundial, nos comunicaron que los iban a vigilar de cerca pero sin impedirles el ingreso al Camp Nou".
El suceso levant¨® una gran polvareda entre la opini¨®n p¨²blica argentina, indignada en su mayor¨ªa ante una nueva demostraci¨®n de connivencia entre clubes y barrabravas ¨Calgunos de ellos viajaron en el mismo avi¨®n que la plantilla xeneize- e incr¨¦dula ante la normalidad y el silencio con que la madre patria acogi¨® a tan ilustres visitantes. Semejante antecedente, sumado a las ¨²ltimas fanfarronadas de algunos grupos radicales en nuestro pa¨ªs, podr¨ªa explicar el inaudito grado de admiraci¨®n con el que no pocas voces han dado cuenta de toda la parafernalia ultra que rode¨® al ¨²ltimo Supercl¨¢sico. As¨ª, mientras media Argentina se pregunta hoy si Rafael Di Zeo accedi¨® a su trono en los paravalanchas de La Bombonera pese a la prohibici¨®n impuesta, aqu¨ª nos recreamos en el elogio encendido hacia la naturaleza primigenia del ambiente m¨¢s hostil.
M¨¢s all¨¢ de argumentaciones folcl¨®ricas ¨Ccasi nost¨¢lgicas en algunos casos- lo vivido en las gradas del estadio Alberto J. Armando supuso una nueva demostraci¨®n de fuerza por parte de las mafias que, desde hace varias d¨¦cadas, ahogan al f¨²tbol argentino. ¡°La 12 unida jam¨¢s ser¨¢ vencida¡±, rezaba una gran pancarta advirtiendo de las nuevas luchas intestinas que est¨¢n por llegar, siempre atentas las diferentes facciones ante cualquier posibilidad de echar el guante a un negocio multimillonario que reparte dividendos por la reventa masiva de entradas, el tr¨¢fico de drogas, el merchandising no oficial, el mercado negro del d¨®lar, el impuesto revolucionario a los futbolistas e incluso las comisiones por el traspaso de j¨®venes valores a los grandes clubes europeos. As¨ª de largas y poderosas son las garras de la barra, las mismas que llenan de color las canchas y baten palmas sin descanso para justificar, de alg¨²n modo, sus privilegios.
Contra doce y contra la 12 empat¨® River, hu¨¦rfano de aliento por ley en terreno contrario, para demostrar una vez m¨¢s que el f¨²tbol sigue siendo de los futbolistas: lo ¨²nicos que, por fortuna, todav¨ªa son capaces de dar ¨®rdenes al bal¨®n.
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