M¨¢rquez y el enigma de su sonrisa
El siete veces campe¨®n del mundo se refugia en su pueblo, Cervera, y con el mismo grupo de personas que le acompa?a desde peque?o en un intento por mantener la privacidad y el hambre
Su guasa y su sonrisa enmascaran al verdadero Marc.
No luce ni un tatuaje, aunque le agradan. Le gustan los caracoles, con su salsa. No tiene novia, no quiere salir en revistas que no hablen de motos. Todo llegar¨¢, asume. Queda con sus amigos de siempre los fines de semana en que no hay carrera: cena, risas y unos bailes en el pub del pueblo, La Bombolla. De peque?o sal¨ªa de casa en bici o corriendo; ahora, a menudo, lo hace en patinete y a unas horas concretas ¡ª¡°S¨¦ cu¨¢ndo puedo moverme por el pueblo, nunca de cinco a siete de la tarde¡±, dice¡ª. Casi siempre se deja el m¨®vil en casa. Es de rituales: en los circuitos viste calzoncillos azules para los libres, rojos para la carrera; despu¨¦s de cada entrenamiento en la pista de tierra de Rufea (Lleida), se va a comer al restaurante Paddock con su hermano, ?lex, tambi¨¦n piloto, y con el director del trazado, Jaume Curc¨®; y despu¨¦s de cada sesi¨®n en su gimnasio privado hace pr¨¢cticas de tiro al arco, tambi¨¦n con su hermano, y con su preparador f¨ªsico, Gen¨ªs Cuadros.
Marc M¨¢rquez (Cervera, Lleida; 25 a?os) se est¨¢ construyendo una casa en su pueblo, una peque?a y coqueta localidad leridana, de apenas 9.000 habitantes, protegida por una muralla medieval, a menudo cubierta de niebla y hoy empapelada con banderas y fotos del 93. Una casa grande ¡ª¡°El estilo de vida te obliga, como te obliga a viajar a las carreras en un jet privado los meses de verano; no me gusta, pero es lo mejor¡±¡ª, a la que trasladar¨¢ el gimnasio que hoy tiene en una nave ¡ªall¨ª tiene un fant¨¢stico taller y guarda las motos de off road¡ª, y adonde llevar¨¢ tambi¨¦n todos los cascos y monos que hoy ocupan cada rinc¨®n del adosado de sus padres, en el que se crio y donde vivir¨¢ hasta que termine su nueva vivienda. All¨ª tendr¨¢ una habitaci¨®n para su hermano. ¡°Queda a cinco minutos de aqu¨ª, as¨ª que vendremos cada d¨ªa a comer con la mama. Uno no se puede ir de casa de hoy para ma?ana¡±, r¨ªe, conocida como es su devoci¨®n por los macarrones de su madre, Roser.
A M¨¢rquez, tan bromista, aparentemente despreocupado, le acompa?a esa aura. La del piloto que gana siempre, que gana f¨¢cil, que no teme a nada ni a nadie. Pero M¨¢rquez, hoy cinco veces campe¨®n de MotoGP, sabe lo que es perder un Mundial por una ca¨ªda. Sabe lo que es pasarse meses sin subirse a una moto. Vivi¨® todo el invierno del a?o 2011 con el miedo en el cuerpo. Porque nadie le aseguraba que pudiera volver a montarse en su Honda. Se hab¨ªa ca¨ªdo en octubre, durante unos entrenamientos del Gran Premio de Malasia, y hab¨ªa sufrido un traumatismo craneal que le hizo pasar cinco meses ¡ªincluida una intervenci¨®n quir¨²rgica¡ª con un problema de visi¨®n doble. Cada ma?ana segu¨ªa el mismo ritual: se levantaba, se iba al ba?o y, frente al espejo, comprobaba si su radio de visi¨®n hab¨ªa mejorado. Cada ma?ana, una nueva decepci¨®n.
Recuperaci¨®n y barbacoa
Y el chico, que todav¨ªa no hab¨ªa cumplido los 18, se refugi¨® en su pueblo. All¨ª, a Cervera, se desplazaba casi cada semana su equipo, un grupo de cinco mec¨¢nicos que todav¨ªa hoy integra el n¨²cleo duro de M¨¢rquez en Honda. Un pu?ado de chavales a quienes ni siquiera les hab¨ªan asegurado que tendr¨ªan trabajo en 2012, pero que aun as¨ª montaba una barbacoa tras otra para subirle el ¨¢nimo a su piloto. Se juntaban todos en Els comdals, una mas¨ªa preciosa, a escasos minutos del pueblo, donde com¨ªan y se echaban unas risas mientras el chico no pudiera entrenarse. En esa misma mas¨ªa fue donde el pasado fin de semana el campe¨®n ¡ªya suma siete t¨ªtulos, con el de 125cc y el de Moto2 que gan¨® tras aquel fat¨ªdico invierno de 2011¡ª celebr¨® su ¨²ltimo Mundial. Una cena y una fiesta para su gente, a quien pide que no se acostumbre a festejar como ¨¦l no se acostumbra a ganar.
Porque M¨¢rquez, nueve victorias este a?o, sabe que sigue siendo vulnerable. ¡°En mi cabeza, me acuerdo m¨¢s veces de las ca¨ªdas que de las victorias¡±, dice. Y se acuerda, especialmente, de aquella en un circuito de Sepang m¨¢s mojado de lo que parec¨ªa. ¡°Yo salgo a Malasia hoy en d¨ªa y lo primero que hago es mirar el cielo. Y si lo veo muy nublado, esa curva no la hago igual¡±, confiesa.
Sus rivales le admiran por todas las ca¨ªdas que ha sido capaz de salvar, especialmente este curso. Y aunque ¨¦l es el primero que sabe que la f¨®rmula no es infalible, sigue trabajando en acompa?ar con su f¨ªsico al instinto: unas horas de cardio por las ma?anas, unas horas de gimnasio por las tardes. ¡°Reacciona muy r¨¢pido ante un est¨ªmulo. Puede analizar muchas cosas en d¨¦cimas de segundo y anticiparse a lo que pueda pasar¡±, explica Gen¨ªs Cuadros, que le entrena desde los 12 a?os. ¡°Adem¨¢s, es una persona bastante flexible; ha trabajado mucho la flexibilidad desde hace a?os; de hecho, evita entrenar demasiado la fuerza para no estar muy musculado. Necesita moverse con facilidad encima de la moto, no engarrotarse¡±, a?ade.
Igual que pasa con Gen¨ªs, M¨¢rquez mantiene a su lado a los de siempre: a su representante, Emilio Alzamora, a quien sus padres conocieron en el circuito de Bellpuig (Lleida) y como miembros del Moto Club Segre, donde Juli¨¤ M¨¢rquez hac¨ªa de comisario de pista y Roser Alent¨¤ preparaba bocadillos; o a su primer mec¨¢nico en el Campeonato de Espa?a, Jordi Castella, que lo sigue recibiendo en el box cada vez que vuelve de pista. Su fisioterapeuta tiene la cl¨ªnica en Cervera, a cuatro pasos de donde el piloto mont¨® el club de fans oficial en 2014 y la tienda donde vende toda su mercadotecnia, gestionados ambos por su t¨ªo, Ramon. ¡°Mejor si queda todo en casa, que nunca se sabe¡±, desliza el piloto, que desconf¨ªa de los advenedizos.
As¨ª, con su gente y en su pueblo, encuentra refugio el campe¨®n del mundo, celoso de su intimidad, preocupado por no cambiar, por que no le cambien, por no exponerse demasiado. Por eso no se significa por ninguna causa pol¨ªtica y pasea por los circuitos una bandera con el 93 en lugar de una senyera o una bandera de Espa?a. Por eso prefiere que la visita protocolaria al Ayuntamiento de Cervera para celebrar sus ¨¦xitos se culmine sin salir a un balc¨®n del que cuelga una reivindicaci¨®n en defensa de los ¡°presos pol¨ªticos¡± en Catalu?a.
La casa en Andorra
Hoy que es uno de los pocos pilotos de MotoGP que sigue residiendo en Espa?a recuerda c¨®mo le criticaron cuando se public¨® que podr¨ªa estar pensando en marcharse a Andorra, donde, por ejemplo, residen los hermanos Aleix y Pol Espargar¨®. ¡°Se mont¨® un foll¨®n cuando me compr¨¦ una casa all¨ª, una casa que todav¨ªa tengo. Como el que tiene un apartamento en la playa, yo tengo una en Andorra. Pero, porque desde 2008 hago parte de la pretemporada all¨ª. Me gusta hacer bici de descenso; y me gusta la monta?a, porque hay poca gente¡±. Pero del mismo modo que admite que en alg¨²n momento pens¨® en cambiar su residencia, tambi¨¦n asegura que se ech¨® r¨¢pidamente atr¨¢s porque valora mucho su d¨ªa a d¨ªa. Y la tranquilidad que le aporta vivir donde siempre lo hizo, rodeado de su familia y de sus amigos.
¡°Me a¨ªslo de la mejor manera, que es estar viviendo aqu¨ª, con la gente de siempre. A veces piensas ¡®por qu¨¦ no aire fresco¡¯, pero cuando una cosa funciona: no la toques, no quieras m¨¢s. La avaricia rompe el saco, les ha pasado a muchos deportistas: ¡®Quiero m¨¢s, este no lo hace bien, habr¨¢ uno mejor, un mec¨¢nico mejor, un mejor entrenador, mejores personas¡¯. Todo el mundo tendr¨¢ sus defectos y virtudes y te tienes que saber adaptar. Con el mismo entorno de siempre yo estoy tranquilo. Y no me regalan los o¨ªdos. Al rev¨¦s, cuando lo hago bien es lo normal, cuando lo hago mal es cuando me meten ca?a¡±.
As¨ª es como mantiene los pies en el suelo. Como consigue evadirse de lo que est¨¢ consiguiendo, de que lo comparen con Doohan o con Rossi. ¡°Si leo la prensa o escucho los comentarios, s¨ª, estoy ah¨ª, entre los mejores deportistas espa?oles. Pero, internamente, no. Quiero estar all¨ª cuando me retire. Si pienso en lo que he conseguido, inconscientemente me relajar¨ªa. Y no quiero que esto acabe aqu¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.