Ofender a Dios
Alemania, como antes Espa?a, encontraron un camino hacia el ¨¦xito que con el paso de los a?os no han sabido reasfaltar
Era cuesti¨®n de tiempo que alguna vieja gloria teutona se?alara a Guardiola como el culpable de todos los males que hoy parecen asolar la Mannschaft. Si el pueblo de Florencia fue capaz de revolverse contra Cosme de M¨¦dici, al que acusaron de ofender a Dios por acometer la construcci¨®n de la gran c¨²pula del Duomo, imaginar a Hans Peter Briegel alzando la voz contra el t¨¦cnico catal¨¢n entra dentro de lo humanamente aceptable. ¡°Es su culpa¡±, declar¨® el dos veces subcampe¨®n del mundo al diario La Repubblica. ¡°Nos ha enga?ado diciendo que para ganar era suficiente con tener el 75% de posesi¨®n. Pero no lo es¡±. Y efectivamente, no lo es. Por eso jam¨¢s habr¨¢ escuchado Briegel a Guardiola decir tal cosa.
Confundir ¨Csiempre de forma interesada- instrumento con finalidad se ha convertido en la principal herramienta de asedio para todos los incomodados: unos porque se sienten se?alados, casi menospreciados por una idea de juego que exige cualidades que ellos no atesoraban como futbolistas; otros porque no entienden lo que hace, simple y llanamente; muchos, demasiados, porque ni siquiera se molestan en tratar de comprenderlo. A todos, de un modo u otro, los une cierto af¨¢n de protagonismo. Tambi¨¦n su empe?o por simplificar y caricaturizar hasta el extremo una idea de juego compleja, porque reducir el debate a nivel de simple an¨¦cdota parece el ¨²nico camino viable para que el desprecio -y hasta la ignorancia- puedan ser aceptados como argumentos de peso. En definitiva, lo que hace Briegel es recurrir al viejo imponderable de que Guardiola ofende a Dios, de ah¨ª el humo y las hogueras.
Alemania, como antes Espa?a, encontraron un camino hacia el ¨¦xito que con el paso de los a?os no han sabido reasfaltar. Con sus variantes, que son muchas, se mantiene la apuesta por el f¨²tbol constructivo pero con un alarmante d¨¦ficit de formaci¨®n. El talento, como las ideas, no sirve de nada si no se moldea, y ah¨ª se concentr¨® gran parte del beneficio que un t¨¦cnico como Guardiola supuso para el f¨²tbol espa?ol y alem¨¢n. Pero no solo ¨¦l. A menudo nos olvidamos del recurrente Louis Van Gaal como parte fundamental en el esmerilado de futbolistas que marcaron una ¨¦poca tanto en Espa?a como en Alemania, pero tambi¨¦n en Holanda e Inglaterra. Y qu¨¦ decir de J¨¹rgen Klopp, otra p¨¦rdida de valor incalculable para el f¨²tbol alem¨¢n: no solo por sus capacidades como motivador y estratega, tambi¨¦n como formador.
Fijando la vista en Espa?a, por una simple cuesti¨®n de cercan¨ªa, no parece que las grandes promesas de nuestro f¨²tbol progresen adecuadamente en los ¨²ltimos a?os. Como abunda el talento, sus cualidades se descubren a edad temprana pero no se advierte en ellos mayor evoluci¨®n que la natural en cualquier profesional que va acumulando horas de ejercicio. Thiago Alc¨¢ntara ha dejado de crecer, Isco no es mejor futbolista que hace tres a?os, Asensio sigue amenazando pero sin concretar, Sa¨²l parece conformarse con ser Sa¨²l y ?lvaro Morata se ha sumergido en una din¨¢mica regresiva que promete devolverlo a su estado primigenio: el de delantero del futuro, s¨ª, pero con 26 a?os reci¨¦n cumplidos. ¡°Lo que importa es el resultado¡±, apostillaba Briegel en la entrevista, como si para obtenerlos bastase con no ofender a Dios y esperar a que caigan del cielo.
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