Empate ¨¦pico en el d¨¦cimo asalto
Caruana y Carlsen arriesgan mucho por fin; el marcador queda igualado (5-5) a falta de dos partidas
El empate en ajedrez puede ser glorioso, como en f¨²tbol, y este lo fue. Fabiano Caruana se lanz¨® por fin contra el campe¨®n, en la 10? partida, y permiti¨® que Magnus Carlsen le atacase por el otro flanco. Lo que sigui¨® fue boxeo mental de calidad exquisita durante 5,5 horas hasta que se acordaron las tablas entre grandes aplausos del p¨²blico. Tras diez empates (5-5), el noruego tendr¨¢ las piezas blancas este s¨¢bado en el pen¨²ltimo asalto del Mundial de Londres.
El aspirante pod¨ªa arriesgar, aplazar el riesgo para el lunes en la ¨²ltima o especular con una guerra de nervios. Eligi¨® lo primero, y el campe¨®n estuvo a la altura, con lances geniales y ataques en flancos opuestos, que obligan a equilibrar las jugadas agresivas y defensivas.
Por si faltaba algo, llegaron los apuros de tiempo para ambos en una posici¨®n muy complicada, cuando a¨²n quedaban seis jugadas para superar el control de la 40, con solo 6,5 minutos en el reloj de Carlsen, y dos en el de Caruana.
Lo pasaron con la posici¨®n equilibrada, pero despu¨¦s Carlsen se pas¨® de frenada en su ansia por ganar y cometi¨® una imprecisi¨®n que Caruana aprovech¨® con la precisi¨®n de una m¨¢quina. Por fortuna para el noruego, era una posici¨®n de tablas t¨¦cnicas (torre y tres peones contra torre y dos en el mismo flanco).
¡°Ha sido una lucha tremenda, muy complicada y con mucho en juego¡±, dijo Carlsen nada m¨¢s salir del escenario. ¡°Yo ve¨ªa que mi ataque pod¨ªa ser de mate, pero tambi¨¦n sent¨ªa una gran presi¨®n en el flanco opuesto¡±, admiti¨®. ¡°Y al final ten¨ªa tantas ganas de ganar que me he pasado de agresivo¡±.
Caruana, mucho m¨¢s tranquilo (al menos en apariencia), como siempre, no dijo nada especialmente llamativo, y coincidi¨® mucho con su rival: ¡°Es una variante de gran riesgo para ambos. Yo sab¨ªa que pod¨ªan darme mate, pero tambi¨¦n confiaba en mi presi¨®n en el ala opuesta¡±.
En todo caso, muchos jugadores de ¨¦lite hubieran cometido errores graves bajo tanta tensi¨®n, pero no estos dos. Si todos los empates fueran as¨ª, las propuestas para cambiar las reglas del ajedrez ser¨ªan innecesarias.
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